No puedo, ni debo, iniciar el comentario de
hoy sin mencionar la tragedia que sufre Filipinas a causa del tifón Haiyan, el
más devastador de toda la historia del país que, por cierto, es uno de los más
propensos a sufrir este tipo de fenómenos meteorológicos. Sin embargo, en esta
ocasión se han desbordado todas las previsiones. Decenas de miles de muertos,
cientos de miles de heridos, millones de afectados y amplias zonas devastadas
de forma desoladora es un precio increíblemente alto que se cobra la madre
Naturaleza entre una población bastante castigada a lo largo de su historia.
Vaya por tanto la expresión de mi más profundo dolor que es la de todos los
españoles bien nacidos. Que España, antigua metrópoli de Filipinas, esté a la
cabeza en la ayuda, antes de la tragedia, y sea pionera en enviarla e
incrementarla nada más conocerse la tragedia es algo que, como español, me
llena de orgullo. Al menos en esto estamos haciendo lo que hay que hacer.
Y volviendo a nuestro país, otro cataclismo. En este caso
un cataclismo político que, salvo que me equivoque, puede tener consecuencias
negativas. El giro del PSOE hacia la izquierda radical, al menos como propuesta
de la Conferencia Política celebrada este fin de semana, al extremo de que la
mismísima Elena Valenciano se jacte “a posteriori” de que haya salido “un PSOE
más rojo”, deja huérfanos a millones de socialistas moderados y socialdemócratas
que han asistido impotentes al lamentable fiasco provocado por el radicalismo y
la incompetencia manifiesta del periodo zapaterista. Que ahora sus sucesores
decidan disputar el voto a IU, que ya hoy mismo por boca de su líder le
recuerda que lo importante es lo que se hace cuando se está en el gobierno y no
lo que se dice cuando se está en la oposición, es, sencillamente, un camino
incierto de indefinido destino. Abandonar
el amplio terreno del centrismo, motor de gobernabilidad a lo largo de todo el
periodo democrático, para meterse en el angosto terreno de los extremismos
radicales es un negocio ruinoso que, en el mejor de los casos para el PSOE (y
siempre en el peor de los casos para España), aboca, en caso de llegar a
gobernar, a hipotecas ideológicas irreversibles, cuando no, en el peor de los
casos para el propio PSOE, a que quien gobierne siga siendo el PP o, en este
caso, la propia IU con el apoyo de los socialistas, que, de seguir las últimas
tendencias, puede estar bastante cercana en apoyos a los socialistas.
La estrategia de echarse a la calle para adherirse a las “mareas”
y parar a la “derecha desalmada”, de denunciar los acuerdos con la Iglesia
cuando jamás se hizo en los largos periodos de gobiernos socialistas, de
impedir la libertad de que en la renta los cristianos decidan dar una parte de
sus impuestos para la labor social de la Iglesia, de usar un lenguaje trasnochado como acabar con las ´´élites” y “castas”
cuando la sociedad siente que la mayor lacra social es la casta política…. y otras
tantas perlas dialécticas por el estilo ya tiene un dueño, IU, con un
electorado propio, y, al no haber gobernado jamás, cuenta con la ventaja de no
incurrir en incoherencia a la hora de ofertar sus utopías irrealizables. Ya lo
dice Cayo Lara, sin aplicárselo a sí mismo, de que lo importante es lo que se
hace cuando se está en el gobierno pero no lo que se dice si se está en la
oposición. Un juego en desventaja para quien ya pasó por ambas circunstancias.
Y entretanto, como aviso para navegantes, la Junta creará
un banco público para financiar las empresas de Andalucía. Puede ser una buena
experiencia, una especie de ensayo, aportado por la nueva esperanza del
socialismo español, Susana Díez, como inicio a imitar por el PSOE cuando
gobierne con el apoyo de IU, como lo hace Susana en Andalucía, o, quién sabe,
cuando gobierne IU con el apoyo del PSOE, que todo puede suceder en la viña del
señor.
Jorge Cremades Sena
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