La ausencia de responsabilidades penales por
la catástrofe ecológica provocada por el Prestige, hace ya once años, debe ser
motivo de reflexión. Todos quedan absueltos del delito medioambiental y sólo el
capitán del barco es condenado a nueve meses de prisión por un delito de
desobediencia. Salvo que por lo civil o ante recurso al Supremo se contemple la
reparación de daños con las pertinentes indemnizaciones, seremos entre todos
los españoles quienes, una vez más, apechugaremos con los gastos inmensos
causados. Obviamente la indignación por parte de los afectados directamente es
generalizada e incluso llega a Francia que tampoco se salvó de la quema.
También queda absuelto el entonces Gobierno de Aznar por su gestión de la crisis. El
lamentable y trágico accidente del Prestige que, en su día, desencadenó un
movimiento de indignación bajo el lema “Nunca máis”, asociado con una
espectacular movilización solidaria para limpiar la zona del chapapote
derramado por toda la costa, evidentemente tiene responsables civiles (penales
ya se ve que no) que debieran responder con las pertinentes indemnizaciones para
reparar los inmensos daños causados. Dichos responsables van desde las
aseguradoras a la empresa propietaria, desde los consignatarios a quienes
emitieron los informes técnicos del barco y, en definitiva, todos aquellos que,
de una u otra forma, propiciaron, por acción u omisión, que semejante
catástrofe sucediera. Sin embargo desde el inicio, el movimiento “Nunca más”
instigado por el BNG y aprovechado por el resto de partidos de la oposición,
tuvo un marcado carácter político para debilitar al gobierno de turno, en este caso
del PP, señalándole culpable y, por tanto, responsable penal, de semejante
desastre. La Audiencia, ya ven, dice lo contrario, manteniendo que las
decisiones tomadas fueron correctas y poniendo en evidencia el famoso
movimiento “nunca máis”, pues es evidente que, como dice la sentencia, “ante
una situación de emergencia, tras el asesoramiento técnico más riguroso y capaz
se tomó una decisión discutible pero parcialmente eficaz, enteramente lógica y
claramente prudente”. Es decir, lo que se suele hacer en estos casos y,
obviamente, está exenta de cualquier responsabilidad penal.
Por
tanto, tras la sentencia y al margen de las responsabilidades civiles que se
deben exigir, hay que sumarse a aquella plataforma “Nunca más” pero para lo
siguiente: Nunca más a la utilización política, tan frecuente en nuestro país,
ante accidentes catastróficos en vez de echar una mano a quién tenga la responsabilidad
de gobernar y tomar decisiones para salir de la misma de la mejor forma
posible; nunca más a que una sentencia se dicte después de once años de los
hechos juzgados; nunca más a la demagogia política aprovechando situaciones de
calamidad imprevisibles y el sufrimiento de sus víctimas; y, finalmente, nunca
más a que quienes actúan de forma tan desleal e intolerable queden impunes tras
comprobar (ojala que más temprano que tarde) la evidencia de que sus
acusaciones carecían de fundamento y simplemente eran un montaje para obtener
ventaja política.
Y, ya que estamos instalados en la plataforma nunca más,
desde mi punto de vista, bien podríamos aplicarlo a otros asuntos de rabiosa
actualidad que ocupan el interés mediático en estos instantes. Nunca más a un
vacío legal, una deplorable negligencia, que posibilite que decenas de
terroristas, asesinos y violadores campen a sus anchas generando una lógica
alarma generalizada entre las personas de bien. Nunca más a que en las legítimas
huelgas, como la de los trabajadores de la limpieza de Madrid, se utilice la
violencia como recurso intimidatorio, no se cumplan los servicios mínimos, no
se obligue a la empresa concesionaria a mantener las condiciones laborales que
tenían sus trabajadores cuando libremente firmó el contrato de concesión, ni a
que lo cumpla en todos y cada uno de sus términos, dejando limpia la ciudad, y,
nunca más a escudarse en el conflicto laboral de la empresa para eludir la
responsabilidad de que, bien con trabajadores públicos o privados, ésta, en
última instancia, corresponde sólo al Ayuntamiento. Nunca más a que un
sindicato se vea envuelto en las miserias de la más reprobable corrupción, ni
directamente, ni con organismos o empresas interpuestas como, según noticias,
sucede con UGT-A y el IFES, ni que se dedique a cursos pintorescos como de
risoterapia, control del estrés, arte floral o cortadores de jamón…sus
competencias están en la defensa de los trabajadores. Nunca más a que una
infanta o cualquier otro miembro de la Casa Real, se vea inmersa en turbios
asuntos de corruptelas o en comportamientos poco ejemplares, al margen de que
al final todo quede en imputación delictiva o simples conjeturas. Nunca más a
que la policía, en este caso los Mossos d´Ésquadra, se vea inmersa en
procedimientos judiciales por presunta violencia excesiva y desproporcionada,
ni a que, cuando la esté utilizando de forma correcta, se le pongan en contra
los ciudadanos en vez de colaborar con ellos. Y, finalmente, nunca más a que la
UE tenga que rescatar nuestra banca para que luego entre todos los españoles la
paguemos con el sudor de nuestras frentes.
En definitiva, nunca más a actuar con tanta
irresponsabilidad.
Jorge Cremades Sena
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