Mientras la alcaldesa de Madrid, Ana Botella,
anda a trancas y barrancas intentando que finalice el problema de la recogida
de basuras ya que sindicatos, trabajadores y empresarios dilatan excesivamente
la solución de un conflicto, que ni siquiera debiera haberse iniciado, la ex
presidenta y líder del PP madrileño, Esperanza Aguirre, anda aleccionando a las
juventudes peperas, reunidas en la Convención Nacional de Nuevas Generaciones. Les
insta a que se formen en el “servicio de lo público” y, como aviso a navegantes,
les advierte que NNGG no puede ser el trampolín para conseguir “ni carguitos,
ni carguetes”. No está nada mal la recomendación, teniendo en cuenta que uno de
los problemas actuales de todos los partidos es el adoctrinamiento prematuro en
la obediencia ciega a los jefes, en el peloteo sin límites, desde la más
temprana adolescencia para así ir adquiriendo “méritos” suficientes que en el
futuro les permitan acceder a las prebendas que se obtienen desde un buen cargo
político o institucional. Bien pues por Esperanza.
Sin embargo, seguro que más de un joven habrá pensado que
el mensaje de su presidenta queda muy bien en la teoría, pero nada vale en la
práctica. El “servicio de lo público”… ¡qué bien suena!, pero que poco se
practica. Por ejemplo, ¿qué hacen casi cincuenta diputados valencianos del PP
pidiendo que se indulte a un compañero condenado por corrupción? De entrada, no
parece el mejor recurso en favor del servicio público que por sus cargos
político-institucionales no sólo debieran practicar sino además inducir al
resto a que lo practiquen, entre otras cosas, condenando sin paliativos a
quienes no lo hacen, sobre todo si por ello han sido condenados judicialmente.
Salvo que lo que tengan realmente no sean cargos, sino carguitos o carguetes
que no buscan servir a lo público, sino servirse de lo público. Obviamente no
es el mejor modo de acabar con la mayor lacra de la democracia que es la corrupción
política. ¡Qué razón pueden esgrimir para que un corrupto sea indultado!
Ninguna. Lo que sí hay son muchas razones para todo lo contrario, es decir,
para que de forma severa cumpla las penas correspondientes sin ningún tipo de
contemplaciones.
Tampoco hay razones para que, mientras la jueza Alaya
investiga el asunto de los ERE, incluido el SMS que puede implicar al mismísimo
Zarrías y las irregulares actuaciones de los sindicatos, que se publican casi a
diario, salga UGT con un comunicado sintiéndose encima como víctima de la
campaña “más feroz de la democracia” cuando ya tiene imputados a demasiados
compañeros por asuntos supuestamente demasiado turbios. Sin quitar un ápice al
interés que algunos puedan tener para debilitar a los sindicatos, como otros
tienen para debilitar a determinadas opciones políticas o institucionales,
precisamente porque vivimos en democracia (aunque, ya ven, es manifiestamente
mejorable) no se puede hablar de campañas de desprestigio orquestadas si detrás
de ellas nada hay que ocultar. El camino es bien sencillo, basta salir a la
palestra para demostrar públicamente, además de las pertinentes querellas
criminales, que se está limpio de polvo y paja, exhibiendo a la opinión pública
cualquier documentación que lo pruebe. La táctica de que se trata de ataques a
territorios, instituciones u organismos cuando se denuncian hechos graves,
protagonizados en el seno de las mismas por quienes debieran evitarlo en el
peor de los casos, es precisamente muy poco democrática y además muy poco
creíble.
Más nos valdría que todos exigiésemos y apoyásemos a la
vez al Gobierno para que redujese el mastodóntico fraude fiscal, no sólo en el
ámbito de la BBC (bodas, banquetes y comuniones), sino en todos los ámbitos,
con lo que sobraría para apechugar con los 35.000 millones que nos exige la UE
sin necesidad de hacer nuevos recortes, que ya sabemos hacia donde van
dirigidos y quién los sufre en última instancia. Como el Gobierno dice que no
necesita recortar más, me imagino que con un poco que le animemos a reducir el
fraude y la corrupción en general se conseguirá satisfacer las exigencias de
Bruselas.
Y mientras Rajoy sigue enfrascado en cómo afrontar las
reformas que, según la UE aún están a medias, China lanza las mayores reformas
políticas y sociales tras varias décadas. A esa especie de híbrido económico,
mezcla de comunismo y capitalismo, que tan buenos resultados le está dando, por
fin decide abolir los campos de reeducación o modificar parcialmente la
política de “hijo único”, permitiendo que matrimonios en que uno de los
cónyuges sea hijo único (algo bastante normal por la vigencia de dicha
política) puedan tener otro hijo sin ningún problema. Es obvio que para
resolver las cuestiones nada mejor que los regímenes comunistas: si tengo
problemas demográficos, prohíbo tener hijos; si tengo problemas de desempleo,
en vez de un ascensorista, pongo cinco. . . y así sucesivamente. Al fin y al
cabo, dirán algunos, sólo se paga el precio de la libertad… Bueno, quienes aquí lo
piensen, no lo dicen ya que, desde la libertad democrática no tendrían mucho
éxito, pero estoy convencido de que si pudieran conseguir el poder no tendrían
reparo alguno en hacer pagar dicho precio al resto de ciudadanos con tal de
conseguir el objetivo de imponer su trascendental modelo, que todo lo soluciona.
Jorge Cremades Sena
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