Unos 500 inmigrantes
acaban de entrar en avalancha en Melilla, lo que supone que, desde que se
prohibió a la Guardia Civil utilizar material antidisturbios, ya son más de
1.000 inmigrantes quienes han saltado la valla, colapsando el ya colapsado
centro de acogida hasta límites claramente inhumanos. Ante tanta inhumanidad
chirría que, tal como pide el Ministro de Interior, no se haga urgentemente un
Pacto de Estado para poner un ápice de cordura a semejante barbarie. Ni se
puede permitir que miles de personas, tras un periplo trágico desde el África
Subsahariana, aparezcan en España tras salvar el último obstáculo siniestro,
mostrando las heridas producidas tras sortearlo, ni dejar vía libre, sin más, a
los miles y miles que, huyendo de la miseria, están dispuestos a jugarse la vida
para engrosar en nuestro país las cada vez más grandes bolsas de extrema pobreza
existentes.. Un asunto delicado que no es ni de izquierdas, ni de derechas, ni
atañe exclusivamente a este o aquel gobierno, ni siquiera a este o aquel país,
ya que atañe a toda la UE en su conjunto y, si me apuran, a toda la Comunidad
Internacional. Por ello es un sarcasmo que, ante la avalancha citada, el
Gobierno español anuncie que va a enviar 120 agentes más (100 policías
antidisturbios sin autorización para usar medios antidisturbios y 20 guardias
civiles) para resolver lo irresoluble, mientras negocia con la UE una nueva Ley
de Extranjería que, con nuevas medidas eficaces, palíe este gravísimo problema
pero, eso sí, bajo la responsabilidad de todos, no sólo de quienes tienen la
responsabilidad de gobernar, con acusaciones de quienes están en la oposición,
con el objetivo de conseguir el gobierno para hacer lo mismo. No vale pues
tirar la piedra y esconder la mano en asunto tan trascendental. No vale
rasgarse las vestiduras ante imágenes inhumanas, acusando a diestro y siniestro
a supuestos responsables, sin aportar soluciones evidentes en caso de que la
responsabilidad fuera tuya. Se está jugando nada más y nada menos que con la
dignidad humana y hay que mojarse con todas las consecuencias. Que no sea algo así como
cuando vemos a los niños del tercer mundo muriéndose de hambre y miseria en sus lugares de origen pero
apagamos la tele porque no podemos ni queremos ver tanta inhumanidad, aunque,
tras ocultar las imágenes, nos olvidamos de ellos y no hacemos absolutamente
nada para evitarlo pues, en el fondo, lo único que nos interesa es nuestro
bienestar.
Y hablando de bienestar, nuestro “estado
de bienestar” cada vez deja más que desear. Entre los necesarios recortes por
la descomunal crisis económica y los desajustes de nuestro peculiar y caótico “estado
de las autonomías” estamos arreglados. En servicios básicos, como la Sanidad,
junto a noticias que evidencian el recorte sanitario en personal, material y
horarios, al extremo de que algunos titulares denuncian que hay “diez sábanas
para treinta pacientes” en algunos hospitales, la muerte de una niña en el
Condado de Treviño (perteneciente a Burgos aunque está ubicado entre tierras
vascas) y su utilización política indecente por parte de Olabarría, diputado
del PNV, es como para echarse a temblar. A la niña se le niega desde Vitoria
una ambulancia, generando todo tipo de especulaciones sobre las competencias
autonómicas al respecto, mientras que tan insigne diputado viene a decir que si
quienes habitan en Treviño hubiesen optado por pertenecer al País Vasco ello no
hubiese sucedido. Aunque tanto desde el País Vasco como desde Castilla-León se
afirma que la denegación de la ambulancia no obedece a ninguna descoordinación interautonómica,
sino a criterios estrictamente médicos, y aunque el PNV al final ha desmentido
a Olabarría, es inevitable eludir el degradado ambiente en que nos estamos
moviendo y el juego político, sucio y rastrero, a que juegan determinados
sujetos. Al final van a tener razón quienes defienden que no se puede tener
diecisiete estados en uno, con otros tantos sistemas sanitarios y educativos,
entre otras cuestiones, que convierten a los españoles en diecisiete estatus
distintos con diferentes derechos y deberes como si fuesen extranjeros unos
respecto a otros.
En todo caso, siempre queda el
consuelo de que hay muchos lugares en que se está peor aún, aunque poco a poco
intenten mejorarlo. Como ejemplo, valga que en China, se acaba conceder desde
Pekin la residencia urbana, nada más y nada menos que a 100 millones de chinos,
campesinos migrados a la ciudad, permitiéndoles que, aunque como chinos de
segunda, puedan ser reconocidos como tales en las ciudades de su propio país en
vez de estar en situación ilegal.
Y mientras Rajoy reitera inútilmente
que no habrá referéndum en Cataluña porque es ilegal, se consolida, paradójicamente,
el ilegal proceso independentista de Crimea y su posterior anexión a Rusia, desde
donde Putin asegura tajantemente que “Crimea vuelve a la Patria” tras firmar el
tratado de anexión de la península. Entretanto, la reforma fiscal desencadena
un pulso entre Guindos y Montoro, mientras Rajoy intenta reactivar el diálogo
social en busca de pactos a los que, al parecer, tanto UGT como CCOO se apuntan
ante la previsible salida de la crisis. ¡Ah, y las fallas de Valencia a punto de quemarse!
Jorge Cremades Sena
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