Tal como publican los
distintos medios, tal como comentan los distintos tertulianos, el paro
registrado en febrero baja por primera vez desde hace más de un lustro. Una
buena noticia; y punto. Sin embargo, da la sensación de que no todos la reciben
con idéntica alegría, cuando, tal como está el patio, así debiera ser. Mientras
en unos genera un entusiasmo desmesurado, en otros genera cierta indiferencia
y, como si les molestara, ponen todos los “peros” posibles para minimizar la
noticia o desprestigiarla. Es obvio que, unos y otros, valoran el dato con un
claro objetivo electoral casi en exclusiva. El resto, es decir, la inmensa
mayoría, lo considera como algo positivo aunque insuficiente, teniendo en
cuenta la descomunal bolsa de desempleo existente. Positivo también que haya
aumentado el número de afiliados a la Seguridad Social. Por tanto, ni euforias
triunfalistas desmesuradas (es mucho lo que queda por hacer), ni críticas
desalentadoras innecesarias (es muy bueno lo que acaba de suceder). Autónomo o
por cuenta ajena, temporal o indefinido, a tiempo completo o a tiempo parcial,
sea como sea, trabajar es lo fundamental en un país con las mayores cifras de
desempleo, un problema que, según el último barómetro del CIS, sigue estando a
la cabeza de las preocupaciones de los españoles y, en definitiva, su solución
pasa irremediablemente por la creación de puestos de trabajo.
Por cierto, ya que mencionamos el
barómetro del CIS, en el mes de febrero, además de crecer la preocupación por
el paro (aunque la encuesta se realizó obviamente antes de conocerse estos
últimos datos del desempleo), sigue creciendo el pesimismo pues un 28´6% cree
que la economía empeorará frente al 23´1% en enero, mientras un 87% piensa que
la situación económica es “mala o muy mala”, manteniéndose en todo lo alto el
problema de la corrupción para un 44´2%, muy, muy por delante y a gran
distancia de otros asuntos como la sanidad o la educación y, sorprendente, de
forma exponencial de problemas como la inmigración a pesar del revuelo
mediático y político generado tras los incidentes en Ceuta. Por tanto, aunque
Bruselas nos haya sacado ya del pelotón de los desequilibrios excesivos,
pasándole el testigo a Italia, conviene tener ojo avizor, pues a la vez nos
advierte de su preocupación por el alto desempleo y por el déficit público,
asuntos que, por el bien de todos, debieran ser considerados por todos los
partidos políticos como verdaderos asuntos de Estado, muy por encima de
cualquier otro legítimo interés partidario.
Y mientras el TC avala la decisión
de Cospedal de que los diputados autonómicos no tengan sueldo, ya que “no
menoscaba la función legislativa ni el control de Gobierno”, otro asunto que
está en sede judicial, el polémico fichaje de Neymar por el Barça, es objeto de
un revuelo mediático, provocado por un artículo escrito por el Presidente del
Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, al extremo de que Fiscalía llega
a acusarle de “injerencia” o interferencia en un “caso judicial”.
Sobre el primero de los asuntos, un
varapalo para los socialistas que recurrieron la decisión de Cospedal de dejar
en la próxima legislatura a los diputados autonómicos sin sueldo. Un asunto con
múltiples vértices que, tomado a la ligera, es susceptible de todo tipo de
demagogias en una u otra dirección, tal como sucedió en su momento. En el
fondo, de lo que debe tratarse es de que, quienes opten de forma voluntaria,
con sueldo o sin él, a formar parte de las listas, una vez que sean elegidos
cuenten con todos los medios materiales y humanos para desempeñar bien las
responsabilidades que se les encomienda, compatibilizándolas con su trabajo
propio. Tan pernicioso puede ser utilizar los diecisiete parlamentos
autonómicos como plataformas desmesuradas de un “modus vivendi” para no hacer
nada, como convertirlas en reductos privilegiados de personas acaudaladas que
puedan permitirse el lujo de dedicarse “generosamente” a la política.
Sobre el segundo de los asuntos,
nada que objetar a la libertad de Cardenal para alabar los merecidos valores de
un Barça deportivamente impecable, como de cualquier otro club que con sus
éxitos internacionales se convierte en señera de la Marca España. Sin embargo,
el error de Cardenal, es hacer mención de un asunto polémico, investigado por
el juez a instancias de personas del propio club, que, de momento, ha provocado
la dimisión del mismísimo presidente y el depósito de más de trece millones a
Hacienda, mientras se resuelve judicialmente el asunto. Dice Cardenal: “Me
rebelo ante la desmesura a la que asisto estos días. No haría honor a la
responsabilidad que me han confiado si callara mientras un escudo que ha
aportado a nuestro deporte tanto como el que más es acosado y acusado. Ese
escudo es patrimonio del deporte español….” Y Cardenal se equivoca precisamente
cuando considera el asunto como “desmesura” y dice que el club está “acosado y
acusado”, cuando deja entrever sibilinamente que semejantes comportamientos
pueden proceder interesadamente de entornos rivales y cuando deja intuir que
por su desmesura son infundados. Precisamente Cardenal, por sus
responsabilidades públicas, no debiera entrar en este tipo de controversias
mediáticas, tan habituales como intensas, ya que, para intentar ser objetivo,
debería escribir artículos día sí y día no, menos aún si las acusaciones a las
que se refiere se han hecho desde el mismo club y se han convertido,
tristemente, en el “caso Neymar”. ¿Se imaginan qué se diría si un caso similar
se destapase en el Real Madrid? Al final Cardenal ha tenido que rectificar,
matizando que no era su intención interferir en asuntos judiciales. Se olvida
de que el infierno está lleno de buenas intenciones.
Y, para terminar, como el asunto en
Ucrania sigue con pocas variables, sólo destacar la frenética labor diplomática
que se está llevando a cabo para transformar la manifiesta confrontación en
cooperación y poder así resolver el problema políticamente. De momento Putin
asegura que la fuerza “es la última opción”, sin descartar por tanto el uso de
la fuerza ante lo que considera un “golpe de Estado a Yanukovich”, mientras
niega que soldados rusos hayan tomado Crimea, dejando estupefactos a los
ucranianos y al resto del mundo. ¿Serán extraterrestres? Quién sabe.
Jorge Cremades Sena
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