Como ya viene siendo
habitual en este tipo de reivindicaciones callejeras, tras la Marcha por la
Libertad se desata una batalla campal en Madrid con un centenar de heridos
(entre ellos más de 60 policías) y una treintena de detenidos, que suponen los
altercados más graves de la legislatura y enturbian, una vez más, las legítimas
reivindicaciones de los manifestantes. Sin entrar en la guerra de cifras (siempre
sucede lo mismo), lo cierto es que muchos, muchísimos ciudadanos, que comparten
o pueden compartir la indignación de los asistentes, ni comparten los
liderazgos de los convocantes, ni, mucho menos, sus supuestos remedios para
sacar a España de la crisis que padece, intuyendo que sería peor el remedio que
la enfermedad. Por tanto es pretencioso manifestar que las decenas de miles de
manifestantes, las que sean, son la voz del pueblo (otra manifestación
importante y coincidente sobre la defensa de la vida y el asunto del aborto lo
desdice), ya que, como mucho, se trataría de la voz de una parte del pueblo, a
tener en cuenta, por supuesto, pero no a modificar radicalmente las políticas
del gobierno legal del momento, sobre todo, si las soluciones que proponen son
tan pintorescas como “no pagar la deuda” que, cualquier persona con sentido
común, sabe que, en el mejor de los casos, nos conduciría a una situación mucho
peor que la existente. Si además estos eventos acaban en violencia, menos aún.
Una vez más se demuestra que el verdadero termómetro de la democracia
representativa (cuestión distinta es de otro tipo de democracias como la
directa asamblearia) es el paso por las urnas, con todo tipo de críticas que se
quiera.
Con críticas o sin ellas, parece ser
que la propuesta de los expertos para que se suba el IVA no es plato de buen
gusto para Montoro que, una vez más, discrepa con Guindos y afirma que el
Gobierno no lo subirá en la reforma fiscal que se avecina. Supongo que la
noticia habrá caído bien hasta en los clásicos detractores del ministro ya que
es lo más razonable para alentar el consumo interno, aunque ya veremos si al
final sólo queda en un deseo o guiño de Montoro como estrategia en las luchas
internas del PP.
Lo que a mi juicio es más que
criticable es la sentencia judicial por la que se quita la custodia de una niña
a su madre por irse a trabajar con su hija a Cataluña, argumentando que duda
que la niña esté adaptada en una “ciudad con características especiales de
integración” y pensando que el padre, en paro, puede ocuparse mejor de ella.
Nada que objetar a lo segundo en términos concretos circunstanciales, pero toda
mi perplejidad a lo primero. Barcelona es una ciudad española, moderna y
democrática que, en ningún caso, se diferencia con el resto de ciudades, salvo
tener la suerte, como sucede en otras, de gozar de la riqueza de ser bilingüe.
Argumentalmente la sentencia me trae a la memoria a aquella otra, ya lejana,
que absolvió a un presunto violador porque su supuesta víctima llevaba pantalón
vaquero. En fin, sin comentarios.
Respecto a cuestiones
internacionales, destacar que fuerzas rusas desalojan a tiros una base ucrania
en Crimea, mientras sus aliados ocupan otro complejo, en tanto que el gobierno turco
bloquea Twitter para proteger a Erdogán que está bajo sospecha de corrupción,
frente al criterio del presidente que ve “técnicamente imposible bloquear el
acceso a redes sociales”. Son dos buenas formas de entender cómo se las gastan
en otros lares y como entienden su peculiar democracia. En otros lugares como
en Argentina es el narcotráfico lo que asfixia la convivencia pacífica como
sucede en la ciudad de Rosario.
Y una más que triste noticia. Tras
varios días internado ha fallecido Adolfo Suárez, primer Presidente de Gobierno
democrático y líder sin duda, junto al Rey Juan Carlos, de la transición
española que, hasta la fecha, ha posibilitado el mayor periodo de paz, prosperidad,
democracia y libertad de toda la Historia de España. Sólo resta decirle:
gracias Adolfo, descansa en paz.
Jorge Cremades Sena
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