Sin que nadie, al parecer, esté dispuesto en
serio a remediarlo, el conflicto interno ucraniano está que arde (y nunca mejor
dicho), amenazando con convertirse en un conflicto exterior de incalculables
dimensiones y consecuencias. Los choques con rebeldes prorrusos causan una
matanza sin precedentes fuera de Kiev desde el inicio del conflicto. En Odessa
mueren casi cuarenta personas civiles en el incendio provocado en la Casa de
los Sindicatos tras las refriegas entre prorrusos y partidarios del gobierno de
Kiev, llevando a Ucrania, si es que ya no lo está, al borde de la guerra civil
que está a punto de estallar. La ofensiva de Kiev contra los rebeldes
separatistas prorrusos del este (Crimea ya forma parte de los hecho consumados)
hacen reaccionar a Rusia que, a estas alturas, anda decidida, al parecer, a
descartar la vía pacífica. Mientras Obama, consciente de las divergencias
existentes en la UE, se limita a amenazar a Putin con más sanciones de tipo
económico, intentando que Merkel se sume a la iniciativa y haga lo propio,
Rusia advierte de que en junio cortará el suministro de gas y denuncia ante el
Consejo de Seguridad de la ONU al gobierno ucraniano y a sus “aventuras
criminales”. Si hace poco más de un mes Obama decía que “la crisis de Ucrania
nos recuerda que la libertad tiene un precio”, parece ser que, o no saben cuál
es, o, en caso contrario, nadie está dispuesto a pagarlo, endosándole la
factura al pueblo ucraniano en su conjunto que, como vulgarmente se dice, será
quien, al final, pague el pato. De momento ya lo está pagando. Y, por cierto,
bastante caro.
En lo que respecta a España, mientras están en desacuerdo
Aduanas, que anuncia más apresamientos de narcobarcos, y la Audiencia, que
sostiene que no hay base legal para hacerlo; el Ministerio de Interior defiende
el uso de gas pimienta contra los inmigrantes, en tanto que la Udef pone bajo
sospecha otra partida millonaria de formación en Andalucía. Tres debates de
actualidad: sobre la reforma de la justicia universal, la inmigración y la
corrupción, en los que, sin que nadie aporte medidas convincentes para ponerse de
acuerdo y actuar de forma uniforme al respecto, todos critican las que el
gobierno de turno tome con el único objetivo de erosionarlo. Algunos de estos
problemas son ya endémicos desde hace mucho tiempo. Por estas fechas se cumplen unos veinte años del ya casi olvidado "caso Roldán", el que
fuera el Primer director civil de la Guardia Civil, sin que haya ni rastro de
los millones defraudados que, en definitiva, es lo que más perjudica a los
ciudadanos en general. No estaría de más que se legislara en el sentido de que
las condenas a semejantes sujetos se vinculasen en el tiempo de privación de
libertad con la reposición del daño económico causado. Otro gallo cantaría.
Y en el asunto soberanista, mientras la izquierda
proetarra planea reactivar el DNI vasco, los seguidores de los dirigentes en
Cataluña de ERC y CUP, desde la famosa Diada de 2012 vienen arrasando en las
redes sociales, quintuplicando a los de PP y PSC. Por su parte Moncloa descarta
que Urkullu, tras reunirse con Mas, siga la Vía Catalana como estrategia para
conseguir sus objetivos de autodeterminación. Como desde los gobiernos
nacionales, de signo que sean, al igual que desde los partidos, tengan el mismo
ojo clínico que con CiU en Cataluña, estamos arreglados. Seguramente Urkullu y
Mas se reúnen para hablar de cómo España puede salir de la crisis económica y
de todo lo que ellos están dispuestos a aportar al Gobierno de Rajoy para
conseguirlo. No hay que ser malpensados. Y, como ven, el Gobierno de Rajoy no
lo es.
Para acabar, dos noticias esperanzadoras. Mientras el
bono español a diez años consigue situarse en el mínimo histórico, nuestra Jefatura
de Estado, es decir, la Monarquía, comienza a cotizar al alza. Según las
últimas encuestas, la popularidad del Rey Juan Carlos está subiendo, la reina
Sofía y el Príncipe Felipe son los miembros de la Casa Real mejor valorados, en
tanto que, como garantía de futuro más lejano, Leonor y Sofía participan en su
primer acto oficial. Menos mal que el ácido debate de no hace mucho tiempo entre
Monarquía y República, tan demagógico como estéril, ha remitido de momento.
Seguramente algo influirá que en toda la UE se van a celebrar elecciones
europeas, ya que mantener en la campaña que estados como Suecia, Reino Unido,
Holanda o Dinamarca son fascistas, de derechas o antidemocráticos por no ser
repúblicas, como algunos argumentaban aquí, dejaría con el culo al aire a
quienes para defender su objetivo ideológico usan tan pobre e incoherente
argumentario.
Jorge Cremades Sena
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