La celebración del Día Internacional de los
Trabajadores en un país, España, con uno de los más altos índices de paro,
debiera ser la explosión unánime de la inmensa mayoría de los ciudadanos
reivindicando uno de los derechos más básico como es el derecho al trabajo. Sin
embargo, no ha sido así, lo que debiera hacernos reflexionar al respecto. Los
medios de comunicación denuncian algunas de las posibles causas, como el
malestar en las bases de UGT y CCOO, las dos principales centrales convocantes
de las manifestaciones, por su deriva nacionalista (yo añadiría algunas causas
más), señalando incluso que la auténtica y gran manifestación fue la de las
cuatro horas de atasco que produjeron los más de cinco millones de desplazamientos
que hubo, según la DGT, para llegar a las playas. Un simple cálculo medio de
entre tres y cuatro personas por desplazamiento arroja una cifra de unos
diecisiete millones de personas. ¿Cuántas asistieron a las distintas
manifestaciones convocadas por los sindicatos? Bastantes menos con toda
seguridad.
La moderada participación a las manifestaciones, con la
que está cayendo en España, no sólo se debe, como dicen algunos, aunque
también, a derivas soberanistas que anteponen el derecho a decidir al del
trabajo o responden a las ayudas millonarias que Artur Mas ha otorgado a las
centrales o a los honores concedidos como la Cruz de Sant Jordi. Las
contradicciones del sindicalismo español son mucho más profundas y, no sólo en
Cataluña, sino en el resto de España, los distintos gobiernos, nacionales y
autonómicos, ayudan y subvencionan su funcionamiento, provocando en la gente la
sensación de que es a cambio de paz social. Sin ir más lejos, su gran protesta
de ayer era contra la “propaganda” del Gobierno con el empleo (justo cuando
comienza a crearse aunque sea tímidamente e insuficiente), lo que, en todo
caso, contrasta con silencios anteriores cuando, sin ninguna esperanza, se
destruía empleo a diestro y siniestro. Si a ello añadimos sus presuntas prácticas
corruptas (cursos de formación, facturas falsas….), su colaboración en la ruina
de las cajas de ahorro (sueldos y ventajas indecentes), comportamientos poco
edificantes de algunos de sus dirigentes y ninguna propuesta alternativa
creíble, salvo los manidos discursos genéricos sobre el sexo de los ángeles, no
sorprende en absoluto la generalizada desconfianza de los trabajadores hacia
los sindicatos, que, obviamente, tienen una de las más bajas cotas de
militancia.
También debe ser motivo de reflexión la tensión ciudadana
“in crescendo” en Cataluña, cada vez con más casos de violencia política. Los
partidos nacionales, que no nacionalistas, alertan de que la conflictividad irá
en aumento, en tanto que algunas sedes del PP son atacadas, mientras que hasta
en una del PSC pintan una diana y una asociación de Lérida denuncia que les
“dieron una paliza por poner la bandera española en la carpa” durante la
celebración del día de Sant Jordi. Ante actos como éstos, sólo cabe la
aplicación sin contemplaciones de la legalidad. Algunos lo diremos una y mil
veces. Por ello no se entiende a quienes pretenden poner paños calientes en un
asunto, el soberanismo, que cada vez se va más de las manos y se hace más
difícil reconducirlo. El último, Luis de Guindos, que, descubriendo las
Américas, dice que “hay desafección en Cataluña” y, descubriendo la pólvora,
añade que “estamos dispuestos a negociar”, concluyendo que “los empresarios
catalanes me dicen que lo mejor es seguir siendo parte de España” ya que “la
independencia es una sinrazón”. Entonces, ¿qué es lo que hay que negociar con
los independentistas? Seguramente será su sinrazón. Pero, ¿cómo se negocia con
quiénes no tienen razón y están dispuestos a imponerla?
Añade el ministro, al margen del asunto catalán, que “los
que tiran de la economía española son los autónomos y las pymes, no los
llamados campeones nacionales” y que comprende “la desazón ciudadana con los
banqueros”, al extremo de asegurar que él es “el que ha sentido más desazón con
ellos”. Sin poner en duda su desazón, obviedades como puños, aunque el problema
es que, como ministro que es, a su desazón debe añadir soluciones viables para
que la desazón de los demás acabe. Y entre dichas soluciones bien podría estar
la fluidez del crédito a autónomos, pymes y familias. Seguramente habrá
mecanismos para exigir a los bancos que lo hagan cuanto antes, especialmente a
aquellos que, entre todos, hemos rescatado.
En otro orden de cosas, el Gobierno anuncia que durante
los próximos tres años las pensiones sólo subirán el 0´25 % con el plan de
estabilidad que aplicará. Se le olvida que antes de tres años habrá elecciones
y por tanto su objetivo excede de momento sus posibilidades reales de llevarlo
a la práctica, aunque, teniendo en cuenta que, al menos, garantiza una
revalorización, aunque sea mínima, no está desencaminado ya que anteriormente
incluso han sido congeladas. En todo caso, las encuestas para el PP no son como
para tirar cohetes. Según Metroscopia, los populares pierden la hegemonía en
Madrid, ya que la izquierda (PSOE, IU) tendría mayoría para la alcaldía,
mientras que UPyD sería la clave para gobernar en la Comunidad. No obstante,
tampoco el PSOE está como para aplaudir, pues son otros quienes se benefician
del deterioro del PP. Empatado con el PP en las europeas, se desatan las
alarmas si, como parece, el Supremo revisa el “caso Faisán” en plena campaña
electoral.
Y, entretanto, sigue el problema de la inmigración
ilegal. Nuevos intentos de salto masivo en las vallas de Melilla desencadenan
un nuevo debate político. Decenas de expulsados, para unos desde suelo español,
para otros no; sustitución de las pelotas de goma por extintores, para unos
como antidisturbios, para otros como necesidad de apagar el fuego de ropas
quemándose que los inmigrantes arrojaban…. y, así sucesivamente, cada
acción-reacción provoca una serie de controversias sobre qué hacer ante el
problema y cómo resolverlo sin que nadie aporte una solución viable.
Quien, in extremis, sí supo solucionar su pase a la final
de la Europa Liga fue el Sevilla que en Mestalla, tras la remontada del
Valencia (3-0) de la desventaja que tenía del partido de ida (2-0), en el
minuto 94 de partido, a falta de un minuto del descuento, marcó un gol
histórico, apeando al Valencia de la competición. Enhorabuena y suerte a los
sevillanos en la final.
Jorge Cremades Sena
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