Cuatro días de incidentes violentos en
Barcelona son demasiados días, demasiada violencia, demasiado desorden,
demasiados daños como para mirar hacia otro lado como si nada sucediera. Esta
especie de vandalismo antisistema que, de momento, se salda con varias decenas
de detenidos, a quienes apenas se le exigirán responsabilidades severas por los
daños causados, debe ser erradicado de raíz si no queremos ver amenazada
seriamente nuestra convivencia libre y pacífica. Ni es cuestión de que el
Gobierno ofrezca ayuda a Mas, que se siente desbordado, para sofocar esta
guerrilla urbana, ni que Interior, ante la gravedad de los hechos, envíe
doscientos antidisturbios más para sofocar el caos callejero con o sin el
beneplácito de la Generalitat, que, obviamente se debieran contemplar con
normalidad ya que es lo mínimo que hay que hacer en cualquier estado
democrático serio. Es cuestión, además de lo anterior, de establecer una
legalidad adecuada, si es insuficiente la que hay, para que quien la haga que
la pague y, si la existente es suficiente, aplicarla con todo rigor sin que a
nadie le tiemble el pulso. Es intolerable que, por justificadas que puedan ser
determinadas reivindicaciones, el instrumento de protesta sea la toma violenta
de las calles, la quema de contenedores, el destrozo del mobiliario público, la
rotura de escaparates, la quema de vehículos, las agresiones a las fuerzas de
orden público, la desobediencia a la autoridad….y, para colmo, la ocultación
del rostro para actuar desde la más cobarde impunidad. ¡Quién paga luego los
platos rotos! Un país que se conduce impunemente por estos derroteros es un
país sin futuro.
Y sin futuro puede que quede el PSOE si se sigue
empeñando en exhibir ante la opinión pública sus deficiencias democráticas y
sus navajazos internos para conseguir el poder del partido. Sirve de poco que
sean todos o casi todos los barones quienes apoyen a Susana Díaz o no, sirve de
poco manifestar, como hace Chacón, que “más vale un progresista, un voto, que
un militante, un voto” o que pida que Rubalcaba ponga fin a la “confusión”. Lo
único que sirve es aplicar los Estatutos y, por lo tanto, todo lo demás es
marear la perdiz por loable que sea su finalidad.
El Gobierno, por su parte, pasadas las elecciones
europeas, anda ya dispuesto a proseguir con su agenda política. De entrada abre
la puerta a Repsol, con el visto bueno de Medio Ambiente, para explorar en alta
mar, cerca de Canarias, la posibilidad de extraer petróleo. Y, en el horizonte
inmediato, la aprobación, dentro de un mes, de la nueva Ley del Aborto con las
nuevas recomendaciones al respecto del CGPJ, por lo que intenta encajar, sin
“diluir” el espíritu de la reforma, la despenalización en caso de malformación
del feto y algún que otro retoque. Dos asuntos sin duda que, tal como está el
patío, traerán nuevas movidas en las calles, esperemos que sin violencia. Ya
están los sectores ecologistas poniendo el grito en el cielo, al igual que los
proabortistas, lo que presagia un verano bastante más caliente de lo normal. Es
una buena ocasión para que el Gobierno haga un esfuerzo pedagógico de las
ventajas e inconvenientes que tienen ambas medidas ya que, lo más probable es
que se quede sólo, sin ningún apoyo, salvo el del PP para ponerlas en práctica.
Por el bien de todos los españoles y especialmente de sus votantes no estaría
de más que con todo tipo de datos y detalles planificase una campaña
explicativa a priori y no a toro pasado cuando las calles se conviertan en un
hervidero de gentes, aunque luego, en el asunto de la energía al menos, todos
se quejen de que en España la luz se paga muy cara. Algo parecido a lo que
suele suceder con el asunto de la energía nuclear.
En otro orden de cosas, mientras la Complutense, tras
cerrar Anatomía II, cierra ahora también Anatomía I por el escándalo de los
cadáveres, Tráfico vincula el aumento de accidentes con el abuso de hachís, en
tanto que la ex cúpula de Caixa Penedés devuelve nada menos que 28 millones
para no ir a prisión. En definitiva, si un departamento, en este caso
universitario, no funciona por la mala gestión de sus responsables, destituyo a
alguno de ellos y lo suprimo; si por uso de alcohol o drogas provoco accidentes
o cometo cualquier tipo de delito, al ser un atenuante por conducir bajo sus
efectos y no ser totalmente responsable tengo una rebaja de la posible pena; y,
si trinco y me pillan, devuelvo lo que he trincado y me libro de la cárcel. En
fin, así cualquiera…es decir, cualquiera arregla este país.
Y en asuntos de soberanismos, ya, apaga y vámonos. Ni
siquiera los medios se ponen de acuerdo para descifrar el desconcierto,
mientras algunos afirman que empresarios catalanes aceptan una consulta “legal
y bien informada”, otros dicen que lo que hacen es pedirle a Mas que retome el
diálogo. Ya no sé si de lo que se trata es de un verdadero diálogo de besugos
que remata el mismísimo Artur Mas, ya sobrepasado electoralmente por ERC,
afirmando que “si en algo somos intransigentes, es en que se debe pasar por las
urnas”. Y punto. En todo lo demás una transigencia absoluta. ¿Alguien puede
entender algo en este país? Para poner la guinda en el pastel, la Ertzaintza
solicita a la Audiencia Nacional que sustituya los doce agentes que vigilan a
Bolinaga por una pulsera alegando “lesividad” y daño “mediático” a su imagen.
Es decir, que cuando uno pensaba que el argumento podría obedecer a razones
económicas (doce agentes dedicados a vigilar a un asesino puesto en libertad
por enfermedad terminal durante el resto de años de vida que le queden es
excesivamente costoso para la sociedad) se lleva la sorpresa de que obedece a
escrupulosas razones de imagen del asesino. ¡Faltaría más! La buena imagen de
Bolinaga hay que defenderla a capa y espada. Lo dicho, un país que no tiene por
dónde cogerlo y que es único en su especie.
En asuntos externos, mientras Argentina pacta el pago de
su deuda con los acreedores, que no es poco tal como está el patio, Putin
inicia la reagrupación del espacio económico postsoviético, creando junto a
Bielorrusia y Kazajstán la Unión Euroasiática. Al final, como la Unión Europea
siga por el camino de estos últimos tiempos no será insólito que con el tiempo
alguno que otro de sus miembros solicite integrarse en la Unión Euroasiática,
no en vano más de una opción política en más de un país de la UE, si pudiera
implantarlo, preferiría el sistema soviético o algo similar al sistema
democrático occidental. Al tiempo, amigos.
Jorge Cremades Sena
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