Aprovechando los tímidos datos positivos de
nuestra economía, siempre insuficientes, el Gobierno promete bajar el desempleo
en 800.000 personas al crear 600.000 nuevos empleos netos en dos años, crecer
el doble de lo previsto, duplicar la anterior previsión del PIB, recortar en
tres décimas el déficit pactado con Bruselas y rebajar el IRPF para devolver 4.
776 millones a las rentas más bajas. Toda una serie de promesas (ojalá que se
cumplan) que, en todo caso, al acabar la legislatura dejarían el paro (problema
fundamental a resolver) en cifras superiores a las existentes cuando comenzó,
ya que hasta 2018 no se recuperaría el nivel de ocupación de 2011. Menos mal
que la mismísima Merkel asegura que “los nuevos datos confirman que la política
española ha sido acertada”. Imaginen qué sucedería si fuese errónea. En todo
caso, el gran problema es que la ciudadanía, acostumbrada a las promesas
incumplidas y a las previsiones erróneas de sus distintos gobiernos, incluido
el actual, ya no se fía de lo que el gobierno haga o diga. Desde aquella lejana
promesa por parte de Felipe González de crear 800.000 puestos de trabajo que,
al final, quedaron en 800 o 1000, la mayoría de los ciudadanos ya no cree en
las profecías.
Ni en las profecías de los gobernantes, ni en las de los partidos
de la oposición si damos crédito a la alta abstención que vaticinan las
encuestas en las elecciones europeas. Seguramente es la incertidumbre de los
sondeos en el resultado de los comicios la que obliga a Rajoy a volcarse en la
campaña participando en diez grandes mítines. Por su parte el candidato Arias
Cañete intenta reconciliar al PP con Aznar que, descartado de momento para
participar en la campaña, al menos presentará a su amigo Cañete en el foro ABC
del próximo lunes. Con un poco de suerte, pensarán muchos afiliados populares,
igual Cañete consigue restañar las heridas, aunque sea coyunturalmente, entre
el ex presidente Aznar y la actual dirección popular.
Y, hablando de suerte, la de Josu Jon Imaz, es líder del
PNV, que acaba de ser designado como número dos por Repsol. Enhorabuena al
nuevo consejero delegado de tan importante empresa. Está claro, según viene
siendo habitual, que nada mejor que desempeñar un cierto protagonismo político
para después ser investido con todos los honores en un gran cargo empresarial,
adobado obviamente con sustanciales emolumentos. Si tuviéramos que hacer un listado
de los mismos, seguro que tendríamos que recurrir a un rollo de papel higiénico
si pretendiéramos leerla sin cambiar de página.
Por lo demás, en el capítulo de corrupciones, dos
noticias. La primera que, según el fiscal, el Consejero de Empleo de la Junta
de Andalucía, “emitía resoluciones de exoneración” generalizada en la
presentación de justificantes en los cursos de formación; la consecuencia, unos
300 millones sin justificar, asunto que el fiscal vincula con el fraude de las
facturas falsas de UGT. La segunda que, en plena investigación de las andanzas
de Pujol Jr., la casa de su ex novia, que denunció sus presuntas correrías, ha
sido asaltada; la consecuencia, su ordenador y su Tablet robados, con tamaña
suerte que dinero y joyas quedaron intocables. Que cada cual valore si el
Consejero andaluz citado actuaba así por mera vagancia irresponsable o por
otras razones, y si los ladrones de la ex novia de Pujol actuaron por pura
necesidad de supervivencia o por otros objetivos (al parecer, en el ordenador y
en la Tablet había informaciones más que interesantes).
Y en el ámbito internacional, mientras la OMS advierte de
que el mal uso de los antibióticos, como predijo Fleming, está acabando con su
eficacia, en EEUU la “inhumana” agonía de un reo llama a las conciencias y
reaviva el debate sobre la pena de muerte, mientras tanto, el presidente
Hollande ha sido abandonado por la actriz Julie Gayet, causante del escándalo
monumental que finiquito el matrimonio anterior del presidente francés.
Acabo con la felicitación más que merecida al Atlético de
Madrid que tras noquear al Chelsea de Mou por 1-3 consigue ser finalista de la
Champions, que, por primera vez disputarán dos equipos de la misma ciudad, al
tener que disputarla contra el Real Madrid. Obligadamente, tanto la diosa
Cibeles como el dios Neptuno ya están inquietos y la ciudad de Madrid eufórica.
No se puede pedir más.
Jorge Cremades Sena
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