Por si las dificultades no fueran suficientes
en la UE para superar la crisis que viene padeciendo, no sólo económica, sino
también política y social, los europeos han decidido con sus votos conformar un
Parlamento con bastantes más dificultades para tomar decisiones, justo cuando
más poder tiene. Aunque sigue ganando el Partido Popular Europeo, seguramente
tendrá que pactar con los socialistas, la segunda fuerza, ante el giro radical
hacia partidos xenófobos y de ultraderecha, en todo caso euroescépticos o
incluso eurófobos, que han experimentado un crecimiento sin precedentes. La
victoria del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia o del
radical antieuropeo UKIP en Reino Unido, ha convulsionado a los clásicos
partidos tradicionales de forma inesperada y alarmante, máxime cuando en otros
países la extrema derecha sigue avanzando peligrosamente. El rechazo a la forma
de hacer política en Europa, a esta Europa excesivamente burocratizada y ajena
a los problemas de los europeos, es de tal magnitud que sólo Merkel en
Alemania, Renzi en Italia y Rajoy en España han sido capaces, no sin pérdida
importante de votos, de mantener sus respectivas formaciones políticas como la
fuerza más votada. El resto de partidos gobernantes han sido arrollados por
fuerzas de la oposición. Nos espera pues una Europa convulsa políticamente en
estos próximos cinco años en la que sólo un acierto en las medidas para superar
la crisis económica, acompañadas de políticas sociales adecuadas, y una mayor
integración política europea podrá cambiar el rumbo a la esperanza. En caso
contrario el panorama es bastante preocupante. Y menos mal que no aumenta la ya
típica abstención que, obviamente, sigue demostrando que más de la mitad de los
europeos pasan olímpicamente de Europa.
Y en España, al margen de análisis más pormenorizados, el
bipartidismo ha recibido un toque de atención importante ya que entre PP y PSOE
no superan ni el 50% de los votos cuando en los anteriores comicios superaron
el 80%, un batacazo descomunal que, no obstante, permite ganar al PP con 16
escaños (pierde ocho) frente a un PSOE hundido que sólo obtiene 14 eurodiputados
(pierde nueve). El resto de escaños se los reparten entre ocho partidos más,
que prácticamente todos suben, aunque destaca sobremanera la irrupción de
Podemos que se sitúa con 5 escaños en el cuarto lugar, justo detrás de IU que
obtiene 6 escaños. Llama la atención que, a diferencia de Europa, donde crece
la extrema derecha, aquí quien obtiene cierto crecimiento es la extrema
izquierda. También que por primera vez desde la Segunda República ERC saca más
porcentaje de voto que CiU. De entrada dos líderes políticos, Rubalcaba y Artur
Mas, quedan seriamente tocados, en tanto que Rajoy salva los muebles de
milagro, no por méritos propios sino por deméritos ajenos. En todo caso no es
acertado, a mi juicio, elucubrar sobre la ingobernabilidad con estos resultados
en caso de haberse dado en unas elecciones generales. Extrapolar los datos,
incluida la alta abstención (algo menor que en 2009), salvo para apuntar
tendencias, poco aporta a un análisis con cierto rigor, ni coincide la
circunscripción, ni el interés del objetivo a conseguir, ni las circunstancias,
ni los programas, ni nada de nada, lo que no significa que se haga oídos sordos
por parte de los partidos mayoritarios a este tirón de orejas.
Y en esta convulsa jornada de análisis de resultados, de
declaraciones políticas, de alegrías y penas, casi han pasado desapercibidas mediáticamente
las elecciones presidenciales de Ucrania ganadas sin paliativos por Poroshenko
que gana credibilidad ante Rusia para intentar llevar a buen término los
difíciles retos que su país tiene planteados. ¡Ojala así sea! Resta destacar
las presidenciales colombianas que disputan Zuloaga y Santos, que ha quedado
detrás, y que se resolverán en una segunda vuelta. Entre tanta votación, salvo
para los madridistas de pro, casi no ha destacado el baño de multitudes que el
equipo se dio en el Bernabeu para celebrar su ansiada Decima copa de Europa; de
esta Europa indecisa y amenazada.
Jorge Cremades Sena
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