Los dos asuntos que más preocupan a la
inmensa mayoría de los españoles, el paro y la corrupción, acaparan hoy el
interés mediático. Y no es baladí. Tanto uno como otro son los dos problemas
principales, junto al independentismo, que tiene España desde hace algún
tiempo, dando la sensación de que su solución, difícil y compleja, tendrá que
esperar todavía demasiado tiempo.
El paro, tras los datos de su evolución en abril, sigue
siendo insoportable y se sitúa en 4.684.301 el número de apuntados en el antiguo
INEM, a pesar de que en el citado mes haya bajado en 111.565 personas. ¿Cuánto
tiempo se ha de esperar a este ritmo, que además es coyuntural, para situar la
cifra en tramos tolerables? Y, todo ello, a pesar de que en abril se hayan
creado 133.765 empleos y que los autónomos se hayan incrementado en 21.946
personas, el mayor incremento de la serie histórica, registrando así el mejor
de los datos históricos de la Seguridad Social. Buenas noticias, sin duda,
aunque, ante la urgente necesidad de crear más empleo, resulte insuficiente.
Pero hay que tener en cuenta que, la propia UE, que prevé un crecimiento de
España del 2´1%, superior al de Italia, Francia o Alemania e incluso a las
previsiones hechas por el propio Gobierno de Rajoy, señala que la recuperación
del empleo será muy lenta y a muy largo plazo. Como ven, los milagros no
existen. En todo caso, que sea esta la mayor caída del paro de los últimos diez
años y una cifra record de afiliación, supone que se está en el buen camino aunque
el trayecto sea muy largo. Ni la temporalidad, ni la coyuntura, ni la calidad,
ni la estacionalidad, ni ningún otro tipo de consideración especulativa,
debiera nublar por tanto, como sucede, el valor de unos datos que, comparados
con estos últimos años, resultarían excelentes para cualquier observador
objetivo. Entendiendo que, en plena campaña electoral, determinados asuntos
sean más o menos favorables a unos u otros, negar las evidencias o pretender
nublarlas por intereses particulares muy concretos no es de recibo. Menos aún
si no se tiene la fórmula mágica adecuada, porque no existe, capaz de agilizar
la caída del paro de forma drástica. Al final, la realidad se impone y en el
último año el paro acumulado ha disminuido en 304.892 personas. Insuficiente,
sí; pero nada desdeñable. En años precedentes sucedía justo lo contrario.
Sin embargo, la corrupción, mucho más fácil de resolver
que el paro, si se quiere, sí es una vergüenza nacional y un verdadero
desastre. Mientras se conocen más detalles sobre el nuevo escándalo conocido en
Castilla La Mancha y sobre Cuadrifolio, que así se llama la empresa a la que la
Junta pagaba hasta diez veces más para que, con la diferencia, salieran gratis
los mítines y las reuniones del PSOE (según lo publicado ayer), aparece un
nuevo caso de supuesta malversación en la construcción del trazado del AVE
Madrid-Barcelona en la etapa de los ministros Magdalena Álvarez y José Blanco,
quien, al parecer, se quiere quitar las pulgas de encima, alegando que los
hechos acaecieron sólo en la etapa de su antecesora. Por lo visto, Cuadrifolio,
a imagen y semejanza del famoso caso Gürtel (la corrupción, como el dinero, no
tiene color político) hacía además regalos a cargos de la Junta y a líderes
socialistas, figurando en la agenda de un tal Téllez (el Bigotes de turno) como
perceptores “especiales” el ex presidente Barreda, su “número 2” Araújo y el
alcalde de Toledo García-Page. Y, por lo visto, en la construcción del AVE, el
trazado Madrid-Barcelona se infló un 31% (sobreprecios que pagamos entre todos
los españoles) y ya hay 9 detenidos (entre ellos funcionarios de la empresa
pública Adif y directivos de una contratista) y 11 registros, al detectar el
Tribunal de Cuentas “vicios y omisiones” en los contratos de 2008, que firmó
Álvarez y validó Blanco, inflados al extremo de que hasta unos seis millones de
euros podrían haber sido desviados, en medio de posibles sobornos, regalos o
entregas de dinero como moneda de cambio.
Y,
para rematar el capítulo de la corrupción, que no cesa, el juez imputa al ex tesorero
de CDC, Daniel Osácar, por una cuenta en Suiza, ya que, investigado por el
famoso “caso Palau” (una de las estrellas de la corrupción de los
independentistas), podría ser beneficiario de 1´3 millones en el Credit Suisse
de Zúrich. Entretanto, y a estas alturas de la siniestra película de las
corrupciones, parece ser que el juez Castro duda ahora de si Urdangarín (otro
que tal baila) cometió delito fiscal. Lo que faltaba. Como ven, el capítulo de
la corrupción no hay por dónde cogerlo. Menos si unos y otros andan tirándose
la mierda mutuamente en vez de disponerse a limpiarla.
Por
si los datos económicos y de empleo, así como algunos de estos nuevos casos de
corrupción no fueran suficiente losa para el PSOE en este inicio de la campaña
electoral europea (aunque en la corrupción hay para dar y tomar al resto de los
partidos y especialmente al PP), César Antonio Molina, el que fuera Ministro de
Cultura con ZP, pone la guinda a la losa explicando cómo dejó el Ministerio
para dar paso a Ángeles González-Sinde, su sucesora: “Zapatero me dijo que
quería una chica y más glamur”. Ahora que el PSOE decide sacar en la campaña a
ZP, sólo faltaba que uno de sus ministros, tire por tierra la estrella de sus
políticas, la igualdad, de la que tanto presume, o, al menos, las motivaciones
que tenía para practicarla, pues, si, como dice Molina, es el glamur la razón
de nombrar a una mujer en vez de un hombre, apaga y vámonos. El nerviosismo del
PSOE está más que justificado; y sus errores, también, así como su mala suerte,
pues la verdad es que, desgraciadamente, como ven, si pone un circo, le crecen
los enanos. Las encuestas así lo ratifican.
En el exterior, mientras el ministro alemán de Exteriores
dice sobre la crisis en Ucrania que “no le podemos permitir a Putin que sea
nuestro enemigo” ya que “hay que hacer todos los esfuerzos para evitar una
nueva guerra fría”, en Nigeria se vive una verdadera tragedia. Aboubakar
Shekau, el líder del grupo terrorista Boko Haram, que tiene en su poder a 223
niñas y adolescentes, tras secuestrarlas en la escuela donde estudiaban, ha
dicho tajantemente a sus madres: “Yo secuestré a vuestras hijas y voy a
venderlas en el mercado, en el nombre de Dios”. Tras recalcar que anteriormente
“ya había dicho que la educación occidental debía acabarse. Niñas, tenéis que
dejar la escuela y casaros”, ahora desvela el plan de su organización islamista
radical, que se reservará a unas pocas adolescentes para que les sirvan como
esclavas y sean obligadas a casarse con sus integrantes, vendiendo al resto ya
que, según él, “Alá me ha dicho que las venda”. No sé qué esfuerzos habrá que
hacer para evitar una guerra fría e impedirle a Putin que sea nuestro enemigo,
pero sé que la comunidad internacional puede y debe acabar lo antes posible con
organizaciones y personajes como la que está detrás del secuestro de las niñas
nigerianas. Tengo la certeza de que, salvo algunos descerebrados, todos los
pueblos del mundo, al margen de su religión o sus creencias político-sociales,
repudian a semejantes sujetos. Todo el mundo, incluidos los musulmanes, sabe
que Alá no es el responsable de las barbaridades que cometa Boko Haram.
Entonces ¿por qué no se acaba con esta lacra? Ni siquiera los pueblos más
indecentemente abandonados por la Comunidad Internacional merecen sufrir, entre
otras, semejantes atrocidades.
Jorge Cremades Sena
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