Por si no fueran pocos los espectáculos que
están protagonizando los políticos españoles en esta campaña electoral europea
que, menos mal, ya toca a su fin, viene a Barcelona el primer ministro francés,
el socialista Manuel Valls, para apoyar a Valenciano en el acto central del
PSOE en Cataluña y remata afirmando que “en Francia no hacemos política de
austeridad como en España”. ¡Ojala así fuera! Al menos nos quedaría alguna
esperanza. Pero tomarnos el pelo a estas alturas me parece excesivo. Mientras
Hollande está batiendo records de impopularidad y desafección ciudadana por su
política restrictiva; cuando se han congelado las pensiones, los sueldos de los
funcionarios y la mayoría de las prestaciones sociales, reduciendo
drásticamente las partidas presupuestarias, que el propio Valls anunció hace
menos de un mes y lo justificó diciéndole a los franceses que “no podemos vivir
por encima de nuestras posibilidades”, es inaceptable que ahora diga aquí en
España que lo suyo no es austeridad y nos diga que “recortamos 50.000 millones
pero sin tocar las pensiones”. Si recortar 50.000 millones de euros no supone
austeridad que venga Dios y lo vea. Salvo que tome por imbéciles a los
españoles y pretenda que entendamos que hay recortes de izquierdas y de
derechas, que los primeros son buenos y los segundos malos, que los primeros
significan abundancia y los segundos austeridad, nadie, con dos dedos de
frente, puede dar crédito a semejante incoherencia. Hay que reconocerle, en
todo caso, que no miente al afirmar que no ha tocado las pensiones ya que, al
igual que hizo ZP en su momento, las ha dejado exactamente igual que estaban,
mientras que en España, aunque sea una miseria, las han tocado para
incrementarlas un pelín. Todo ello será por la austeridad que se practica aquí
pero no en Francia.
Por si no tuviéramos bastante con los típicos tópicos de
nuestros políticos españoles, viene Valls y, sin más explicación, se queda tan
pancho relatando las diferencias sustanciales entre la izquierda y la derecha,
como por ejemplo que “la lucha contra el
machismo distingue a izquierda y derecha”. De tan concienzuda y razonada
explicación da fe Elena Valenciano, quien tras aceptar las tardías disculpas de
Cañete por su desafortunada frase, plantea que lo que cuenta “no es lo que dijo
sino lo que piensa”. Está bien claro, si es de derechas obviamente es machista
y, obviamente, piensa en machista. Por su parte el PP hace lo propio exigiendo
a Jáuregui que rectifique su denominación como “mero incidente” el episodio
machista de su compañero vasco Eguiguren, condenado por agredir a su esposa
hace años. Jáuregui obviamente ha rectificado y aquí paz y allí gloria. Bueno,
pero dejando bien claro por parte de Valenciano que “nadie quiere en el PSOE
gobernar en coalición, esa es una idea del Ibex 35”. No queda claro si eso es
ahora o, como dice Rubalcaba, mientras él sea Secretario General, ya que
entonces faltaría aclarar si Felipe González sigue militando en el PSOE, lo que
invalidaría ese “nadie”, o es que ahora milita en el Ibex 35.
En fin estas anécdotas y estas reflexiones profundas son
las que han adornado la campaña electoral. No extraña pues que la gente esté
hasta las narices. Sin embargo y a pesar de todo, bien podrían cuidar unos y
otros cómo atajar la creciente violencia que va creciendo en las calles. Ayer
mismo unos descerebrados apedrearon y patearon el coche del ministro Montoro a
la salida de un mitin en Vilanova y la Geltrú, en que también viajaba Alicia
Sánchez Camacho, tras obligarle previamente a detenerse al bloquear la salida
con maceteros. Anteriormente habían abofeteado a Pere Navarro en plena calle,
habían intentado reventar actos públicos de Carme Chacón, de Esperanza Aguirre,
etc entre otra serie de actos violentos y amenazas orales o escritas a sedes
del PP y algunas del PSOE (los únicos curiosamente que son de momento el blanco
de todas las iras), quienes bien podrían aparcar de una vez por todas las
chorradas electoralistas y ponerse a trabajar en serio para hilvanar
alternativas creíbles, razonables y realistas que saquen a este país del precipicio
y ayuden a hacer lo propio con el atasco en que está inmersa la UE, cada vez
más contaminada de formaciones políticas radicales, totalitarias y xenófobas.
Precisamente hoy se estrenan británicos y holandeses en
la votación escalonada al Parlamento Europeo, aunque hasta el domingo, día en
que todos los miembros habrán completado sus votaciones, no se harán públicos
los resultados. En todo caso, tanto en Reino Unido como en Holanda, los
pioneros en votar, los sondeos son poco favorables a los partidos clásicos, al
extremo que auguran incluso el triunfo de opciones populistas e incluso
xenófobas, consagrando a ambos países como verdaderos laboratorios
euroescépticos con claras perspectivas futuras de mutarse en claramente
eurófobos. Este es el verdadero peligro en Europa y, por supuesto, en España. En
la UE y, por tanto, en España la cuestión no es ya elegir entre lo bueno, que
no existe, y lo malo, sino entre lo malo y lo peor, para evitar la disyuntiva
futura de tener que optar entre lo peor y lo pésimo.
Seguramente por ello incluso el propio Rey anda atareado
intentando rescatar su popularidad mediante la intensificación de actos públicos
nacionales y en el exterior. Ayer mismo ante el mismísimo Artur Mas que, como
saben, pretende vulnerar la Carta Magna con su ilegal referéndum
independentista, manifestó alto y claro en Barcelona que los jueces han de “proteger”
la Constitución. Cómo estará el asunto para que semejante obviedad democrática
en boca de la Jefatura del Estado en cualquier otro país democrático, que, en
caso de recordarla, carecería de la más mínima relevancia, en nuestro país se
convierta en noticia relevante de primera magnitud. Esperando que Juan Carlos
consiga recuperar su popularidad, las encuestas apuntan, justo en el décimo
aniversario de la boda del Príncipe y Leticia, que el 65´2% de españoles la
considera como positiva para la Monarquía, que el 83´4% dice que Felipe será un
buen Rey, el 68% que igual sucederá con Leticia, y que el 77´1% considera que
la pareja conoce bien los problemas actuales que tiene España.
Finalizo
con la noticia de que ha sido destituido el director de Anatomía II de la
Complutense por el caso de los cadáveres, mientras algunos familiares de los
mismos se echan las manos en la cabeza ante tanta irresponsabilidad. Y en el
exterior, mientras se confirma, como se preveía, que De Juana Chaos se esconde
en Venezuela, donde vive tranquilamente, Alemania acelera su crecimiento con un
fuerte aumento de la inmigración, buena parte con alta formación, que paliará
al final el declive demográfico y su progresivo envejecimiento.
Jorge Cremades Sena
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