jueves, 3 de octubre de 2013

CLAUDICACIÓN DE BERLUSCONI

                        Por fin se despeja el horizonte en Italia. Obviamente el horizonte político. Tras los negros nubarrones de estos últimos días a causa del chantaje planteado por Berlusconi, retirando incluso los ministros de su partido con la intención de hacer caer el gobierno de Letta, su claudicación ante la evidencia flagrante de que su irresponsabilidad iba a ser en vano ha resuelto un grave problema no sólo para Italia, sino también para el resto de sus socios de la eurozona. Hay personajes que sólo son capaces de reaccionar cuando se ven con la soga al cuello. El sometimiento de Letta a una moción de confianza era el abismo necesario para que los distintos políticos italianos, ante la opinión pública nacional e internacional, mostrasen definitivamente su verdadero rostro y sus verdaderos intereses. El panorama político parlamentario que los italianos diseñaron en sus últimas elecciones no deja muchas opciones a la estabilidad gubernamental en Italia. Y Berlusconi, acostumbrado a ser durante tanto tiempo el magnate de la política italiana, no está dispuesto a dar nada a cambio de nada. El objetivo de su apoyo al gobierno de Letta es bien claro y consiste en protegerse o inmunizarse ante los demasiados procesos judiciales en los que está incurso que, a poco que se descuide, puede ponerle de patitas en la cárcel, dónde, seguramente, debiera estar como otros tantos políticos impresentables. Su reciente condena en firme hace el resto y, ante su inminente expulsión como senador, prefiere llevar a todos los italianos a una mayor crisis todavía desestabilizando el gobierno con la retirada de sus ministros. Yo o el caos, es su planteamiento.
            Así suelen ser los gobernantes populistas que se consideran investidos de una especie de autoridad absoluta que emana de su absoluta verdad. Sin ir más lejos en España hay algún que otro ejemplo. El futuro de los italianos le importa bien poco, la prima de riesgo se dispara y la desconfianza exterior aumenta. Ante dicha actitud sólo cabe aplicar responsablemente y con contundencia la democracia. En este caso, la moción de confianza y que el Parlamento, es decir, la representación de la soberanía, decida de un vez por todas. Curiosamente ni esto hace retroceder a “Il Cavaliere” y  Letta caerá inevitablemente al no obtener la mayoría parlamentaria que precisa. Sin embargo, no todos los compañeros del partido de Berlusconi, por una u otra razón, están dispuestos a seguirle hasta el abismo de su irresponsable locura. En este caso, su delfín, su hombre de confianza y su mano derecha decide dejarle en la estacada. Se llama Alfano y, junto a una veintena de senadores de su partido, rompe su estrategia contra Letta manifestando que apoyarán la moción de confianza y que, en todo caso, crearán un nuevo partido político. El “jefe” al ver su estrategia por los suelos, para evitar quedar más desprestigiado todavía, decide sorprendentemente sumarse a la “traición” de Alfano votando la continuidad del gobierno de Letta. “Traición” que, con toda seguridad, la mayoría de italianos de buena fe entenderá como ejercicio de responsabilidad política, traicionada una y otra vez por Berlusconi. El alivio para Italia, para su prima de riesgo, para sus perspectivas de futuro y para el resto de países de la UE, incluida España, es notorio. Un populista menos en la primera fila de la política siempre es una buena noticia y, especialmente, si su declive obedece al triunfo de la democracia. Y por ello, desde mi punto de vista, merece ser destacada y comentada.
            En cuanto a nuestro país se refiere, mientras Rajoy se encarga de vender por Oriente las reconocidas mejoras de nuestra economía, incluida que en septiembre haya vuelto a subir el paro, pero menos que en los últimos septiembres de los últimos años (quien no se consuela es porque no quiere), los asuntos ya habituales siguen su curso sin pena ni gloria. Me llama la atención y me causa preocupación que, por fin, el señor Fabra (expresidente de la Diputación de Castellón y exgerifalte del PP en la zona), después de diez años, nada más y nada menos, se siente en el banquillo de los acusados para responder de alguno de los asuntos que tiene pendientes con la justicia. Una justicia que, simplemente por este inadmisible retraso, deja de ser justicia. Al igual que sucede en los demás casos de corrupción que se siguen en los tribunales el señor Fabra se declara inocente de todo lo que se le acusa y, como el resto, el incremento desorbitado de su patrimonio surge por generación espontánea. Estas cosas siempre son misterios sin resolver a pesar de los esfuerzos de algunos jueces, como la señora Alaya en el caso de los EREs de la Junta de Andalucía a la que, por cierto, se le añade la investigación sobre las facturas fraudulentas de UGT-Andalucía por su más que probable vinculación con el asunto matriz. Lo que es “vox populi” parece que por fin también llega a los juzgados. Entretanto parece ser que la Junta está en otra cosa ya que al parecer ha prohibido a los profesores de Religión estar en el patio de recreo. No me cabe duda de que profundas razones pedagógicas avalarán la medida.
            Quienes probablemente estén algo molestos son los “pancatalanistas” reunidos en Mallorca al conocer que el Tribunal Constitucional ha avalado que Baleares no exija el catalán a los opositores, tal como mantiene la reforma de Bauza. Seguramente estará también molesto el PSOE, promotor del recurso contra la Ley de la Función Pública del Gobierno Balear, pues en su afán de meterse en todos los charcos es normal que cada vez tenga los zapatos más llenos de barro. Y por supuesto la Generalitat de Cataluña que, pendiente del asesoramiento que Otegi hará desde la cárcel al Parlament sobre el “derecho a decidir” y de la campaña propagandística para explicar su proyecto a casi todas las autoridades en todas las ciencias del mundo mundial (desde Merkel a Spielberg), seguro que sabrá encajar estas pequeñeces del TC; además, como no suele acatar sus sentencias, tampoco tiene demasiada importancia lo que digan.

                                               Jorge Cremades Sena                        

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