martes, 22 de octubre de 2013

RASGÁNDOSE LAS VESTIDURAS

                        Tiene cierta lógica que la noticia del día, es decir, la sentencia del Tribunal de Estrasburgo dándole la razón a la etarra Inés del Río, que ya ha sido excarcelada por la Audiencia, provoque una indignación casi generalizada, al extremo de que muchos anden hoy rasgándose las vestiduras, buscando culpables o responsables y especulando sobre qué nos han llevado a semejante desaguisado, no tanto por el caso particular de la citada etarra, sino por el precedente que la sentencia supone para una serie de presos peligrosos, terroristas o no, que, en similar situación que ella, podrán exigir una solución a su irregular situación carcelaria. Cierta lógica desde el punto de vista sentimental, por supuesto para las víctimas, con las que la gente decente se solidariza en este aciago día. Que si es una “afrenta” a las víctimas, el precio por el mal llamado “proceso de paz”, una “injusticia” sin precedentes, la mayor victoria de ETA en los tribunales…y tantas otras cosas por el estilo inundan los medios de comunicación, escritos y audiovisuales, mientras se culpabiliza a diestro y siniestro a este o aquel gobernante, a este o aquel político, magistrado o juez. Pero ninguna lógica de estas reacciones desde el punto de vista jurídico que, en última instancia, nos hace responsables de la situación a todos los españoles y, especialmente a los legisladores, que, en su día, legislaron de forma tan favorable a gente tan indeseable y, por ende, tan desfavorable a la protección de la inmensa mayoría de ciudadanos honrados. Es necesario pues asumir, nos guste o no, el asunto con absoluta normalidad, para que, al margen de la rabia acumulada que cada uno tenga, no se haga más daño del necesario a nuestro Estado de Derecho, que, como se constata, es manifiestamente mejorable.
            Pero, guste o no, lo cierto es que Inés del Río lleva encarcelada de forma irregular desde hace varios años, al aplicarle una medida (conocidas como la doctrina Parot) de cómputo de beneficios penitenciarios desfavorable con efecto retroactivo, que, a todas luces es ilegal. Ante su reclamación, ajustada a derecho, Estrasburgo ratifica la irretroactividad de la ley, con las consecuencias que se deriven de ello. Y punto. Esta es la situación. (Ver, entre otros artículos, “Cadena perpetua” sep. 2012, o “Doctrina Parot, punto y final” en mi blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/). Todo lo demás, se mire como se mire, son meras especulaciones, muchas de ellas interesadas, con marcado interés político o mediático, que sólo conducen a albergar falsas esperanzas en algunos, a modular compromisos contraídos y, en definitiva, a deteriorar el Estado de Derecho en el que, para bien o para mal, siempre se debe aplicar la legalidad a rajatabla y, lamentablemente, en el nuestro la legalidad tenía lagunas importantes que traen estas consecuencias. Lo que procede ahora es corregirlo y acabar con dichas lagunas de cara al futuro. Quienes venimos exigiendo en tantos otros asuntos un cumplimiento estricto de la ley para evitar el desmadre y el acoso que sufre nuestro Estado de Derecho (imperfecto, pero es el que nos hemos dado) no podemos caer en la incoherencia, por mucho que nos duela, de bordearla o incumplirla en ningún supuesto, por lamentable que sea, como es el caso. Con todo el dolor del alma, los demócratas, a diferencia de los totalitarios, hemos de acatar siempre y exigir en cada instante el cumplimiento de la ley vigente, como garantía de los derechos que nos hemos dado. Es el arma más potente que tenemos. Y, precisamente por ello, lo que toca ahora es exigir a quienes han de hacer cumplir la ley, al igual que en este caso, que no miren hacia otro lado cuando quienes hoy se benefician de su aplicación estricta con el apoyo de todos los demócratas mañana la bordean y trasgreden. Entre ellos, muchos de los que hoy, por razones totalmente opuestas, se alegran de que asesinos con cientos y miles de años de condena sean puestos en libertad precisamente porque así lo estipulaba la ley vigente en el momento en el que cometieron sus terribles fechorías.
            Desde mi punto de vista, poco más se puede decir al respecto, aunque para ilustrar lo dicho, se podrían poner miles de ejemplos que, con mayor o menor relevancia pública, nos sorprenden en el día a día. En todo caso, al igual que hemos de mejorar nuestras leyes, hemos de intentar en paralelo, mejorar nuestra economía que, a tenor de las noticias de estos últimos días, parece que comienza a despegar. Si el mismísimo presidente del Eurogrupo dice que “los bancos españoles están mejor que muchos europeos”; si el mismísimo Bill Gates invierte en España más de 113 millones para hacerse con un 6% de FCC; si con la emergente China hay prósperas relaciones comerciales con tendencia a mejorar, y si el Gobierno prevé que la economía puede crecer más del 1% el próximo año, como mínimo hay que dejar un resquicio a la esperanza.
            Si además ERC califica de “chaladura” el proyecto de “Entesa per la LLibertat” que CiU alienta, con el mismísimo Guardiola de protagonista, para disimular la estrepitosa derrota de Artur Mas frente a Junqueras, en caso de ir a las elecciones por separados, hasta en este grave asunto del independentismo cabe un cierto resquicio para el optimismo, salvo que, al final, se salga con la suya ese importador de productos chinos que puja por los derechos de la “estelada”, que obviamente podría generar sombras de duda en nuestras inmejorables relaciones comerciales con China. Esperemos que la patente de la “estelada” siga en manos del ya conocido empresario castellonense.


Jorge Cremades Sena

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