jueves, 13 de diciembre de 2012

GRACIAS, CHORIZOS


                        Como era de esperar, el resultado obtenido por la amnistía fiscal, promovida por el Gobierno, ha resultado un rotundo fracaso. De los 2.500 millones de recaudación que había previsto (una minucia ante el mastodóntico fraude existente) para reducir el déficit, sólo se han recaudado 1.200 millones de euros, tal como ha anunciado Cristóbal Montoro, coincidiendo con dos asuntos que, para algunos analistas, suponen algo más que una mera coincidencia. Me refiero a la detención del expresidente de la CEOE Díaz-Ferrán en el marco de la “operación Crucero” y a la decisión “in extremis” del Ejecutivo de no actualizar las pensiones por el desvío de la inflación. Cabe especular, aunque el gobierno lo niegue, que el primer asunto se utilice para desviar la atención ante el fracaso recaudatorio y el segundo para compensar los 1.300 millones que no se han recaudado. Es lo de menos. Al fin y al cabo ya sabemos quienes hemos de pagar el pato para reducir el déficit. Entretanto, junto a los viejos y conocidos casos de corrupción, que duermen el sueño de los justos en los tribunales, afloran otros nuevos, para no variar, como la “operación Emperador” de las mafias chinas (en libertad a causa de un despiste judicial), el “caso Mercurio” en el Ayuntamiento de Sabadell o los casos Mas y Pujol de supuestas cuentas en paraísos fiscales. Un elenco de casos sonados de corrupción que, junto a otra serie interminable de menor entidad, hacen de España uno de los países más corruptos, un verdadero paraíso para los delincuentes. Este fiasco de la amnistía fiscal (no sólo por su fracaso recaudatorio, sino también por otros muchos aspectos) ratifica todos y cada uno de los argumentos expuestos en su contra en mi artículo “Insulto a la ciudadanía” (publicado en el blog “Ojo crítico” el pasado 16 de abril), cuyo título, a tenor de los argumentos del ministro Montoro para defender la medida, queda elevado ahora a la categoría de afrenta intolerable.
            En efecto, mientras el fiscal general del Estado considera “imprescindible” aumentar la plantilla de la Fiscalía Anticorrupción por el “evidente incremento de fenómenos de corrupción política, social y financiera”, reclamando una oficina de recuperación de activos para el reintegro de lo defraudado; mientras considera “desolador” el excesivo tiempo invertido en investigación y enjuiciamiento de delitos, cuyas dilaciones provocan sentencias tardías e ineficaces o prescripciones inaceptables de los delitos investigados; mientras los propios técnicos de Hacienda consideran un fracaso recaudatorio ante el volumen de lo defraudado, que evalúan en una pérdida de ingresos de 148.000 millones entre 2008-10; mientras todo el mundo considera la amnistía un estrepitoso fracaso, Montoro manifiesta que “ha valido la pena realmente hacer una operación así en un momento como vive España” ya que “permite recaudar mucho más en un momento vital para financiar los servicios públicos y conseguir alcanzar el objetivo de déficit público”. Sólo le ha faltado agradecer la generosidad de los chorizos que se han acogido a la amnistía y han aflorado 12.000 millones de dinero negro y cuentas en el extranjero a cambio de no ser sancionados y tributar al 10%, provocando un claro agravio comparativo frente a empresas y contribuyentes honrados que, en el mejor de los casos, duplican o triplican dicho gravamen. Además, el ministro incluso niega la existencia de una amnistía fiscal y califica la operación como “una regulación de bases” positiva ya que, en ejercicios siguientes, generará ingresos tributarios continuados, pues se trata de un importante volumen de activos y bienes que durante años han permanecido ocultos y al aflorar pasan a tributar con normalidad en el futuro. ¡Faltaría más!. Sólo le ha faltado hacer una súplica u ofertar más ventajas a la inmensa mayoría de chorizos que, siendo titulares de dichos activos y bienes ocultos, han decidido rechazar la generosa oferta de convertirse en ciudadanos honrados por tan módico precio.
            Cuando hasta el fiscal general del Estado considera que el alto nivel de corrupción atenta directamente contra el sistema democrático y las encuestas dicen que siete de cada diez españoles están en desacuerdo con el funcionamiento del mismo, es muy grave que el ministro de Hacienda valore positivamente esta chapuza insolidaria, injusta y antidemocrática. La erradicación o, al menos, la reducción de la corrupción, en cualquiera de sus modalidades, sólo es posible con un endurecimiento de las penas, asociadas a la devolución de lo malversado o defraudado, y con una mayor agilidad en la investigación, persecución y enjuiciamiento de los delitos. Es lo que Montoro debiera haber anunciado. Lo contrario es favorecer un marco de impunidad para los chorizos y de indefensión para los honrados, quienes han de soportar estoicamente las consecuencias sociales, políticas y económicas que, directa o indirectamente, provocan sus fechorías. Es el marco que, lamentablemente, hemos creado en España y, en tales circunstancias, sólo nos falta ya, siguiendo las pautas del ministro, dirigirnos a quienes se han acogido a la amnistía para decirles: Gracias, chorizos, por la generosidad que demostráis al aflorar voluntariamente parte del dinero que nos habéis robado. Gracias por diferenciaros de la mayoría de chorizos que no lo han hecho.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena 

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