Ya
no son encuestas, sino resultados; ya no valen especulaciones, sino realidades;
ya no valen mentiras, sino verdades. Las elecciones autonómicas, que no otra
cosa, en Cataluña, con una masiva participación ciudadana del 81´9% de
votantes, no como en el paripé del 1-O, ha dado los siguientes resultados: las
gana Ciudadanos con el 25´4% de los votos y 37 escaños, seguido de JxC con el
21´7% y 34, ERC con el 21´4% y 32, PSC con el 13´9% y 17, CATCP con el 7´4% y
8, CUP con el 4´4% y 4, y el PP con el 4´2% y 3. Por tanto, en términos
objetivos Arrimadas ha ganado las elecciones catalanas, tanto en porcentaje de
voto como en escaños, pero el independentismo, aun retrocediendo en votos y en
escaños respecto a 2015, ha conseguido mantener una mayoría ajustada en el
Parlament. Otro dato concreto y objetivo, incuestionable por tanto, es que el
52´5% de votantes catalanes (exactamente 2.190.461 catalanes) han optado por
opciones no independentistas (C´s, PSC, CATCP y PP), logrando 65 escaños,
frente al 47´5% (exactamente 2.046.710 catalanes) que han optado por fuerzas
independentistas (JxC, ERC y CUP), logrando 70 escaños en el Parlament
(misterios de la ley electoral), lo que supone que el independentismo es
minoritario en términos ciudadanos y mayoritario en términos parlamentarios. Es
lo que, para bien o para mal, han querido libremente los catalanes y ahora toca
apechugar con las consecuencias. La agridulce victoria histórica de Arrimadas
(por primera vez un partido no nacionalista vence en las autonómicas catalanas),
que aumenta 12 escaños, es insuficiente para dar un giro copernicano a la
gobernabilidad de Cataluña debido al descalabro del PP, que pierde 8 escaños, a
los malos resultados del PSC, que sólo gana un escaño, y a los de CATPC , que
pierde tres. Por su parte, Puigdemont, que supera a Junqueras en votos y
escaños, logrando entre ambos 66 diputados, cuatro más que los logrados juntos
en la coalición Junts pel Sí, sostiene el separatismo pese al descalabro de la
CUP, que pierde 6 escaños. Y mientras queda constancia de una sociedad catalana
muy polarizada, por más que los independentistas quieran hablar de un pueblo
único que opta por el independentismo, que no gana en votos, ahora cabe
preguntarse si la CUP va a mantener la apuesta por la ilegal unilateralidad
independentista como condición para conformar un Govern presidido por
Puigdemont; si JxC y ERC, que ya no necesitan tanto a la CUP, abandonarán la
unilateralidad, siendo conocedores de las consecuencias jurídicas que ello
comporta; y si Puigdemont está dispuesto a venir a España, sabiendo que puede
ser encarcelado, para ser investido como President con el apoyo de ERC. De
momento, el ex President, parece seguir enrocado en la mentira y empecinado en
sus ensoñaciones independentistas, afirmando desde Bruselas que “la República
catalana ha ganado a la Monarquia del 155”, lo que es totalmente incierto,
mientras desde ERC, que se comprometió a apoyar a la lista independentista más
votaba cuando pensaban que le ganarían a JxC, manifiestan estar dispuestos a cumplir
su palabra y, por tanto, a apoyar a JxC, diciendo sibilinamente que esperan a
que Puigdemont venga a España para investirlo. Toca pues esperar
acontecimientos en estos días para despejar las incógnitas, que no son pocas,
sobre el futuro inmediato de Cataluña.
Atrás
quedan las especulaciones demoscópicas sobre la lucha entre Ciudadanos y
ERC por hacerse con el triunfo (es obvio
que ganó Ciudadanos); atrás las palabras de Sánchez afirmando que el bloque
constitucionalista tenía la obligación de entenderse (es obvio que no se
entendieron y que Iceta llegó a proponer un indulto para los presos
independentistas); y atrás las veladas rivalidades entre Puigdemont y Junqueras
(el vicepresidente llegó a insinuar que por coherencia estaba en prisión y que apechugaba
con las consecuencias), que ahora son manifiestas. La turbulenta campaña
electoral ha terminado. Era cierto, como decía Arrimadas, que los
constitucionalistas “tenemos la oportunidad histórica de ganar al separatismo”
rechazando que Iceta fuera el voto útil y advirtiendo de que pactar con
Esquerra significaría eternizar el “procés”; su claridad anti-independentista
ha fagocitado al PP en Cataluña y las absurdas ambigüedades calculadas del PSC
y de Podem han quedado en aguas de borraja. Existía la oportunidad histórica de
derrotar al independentismo y en número de votos se ha conseguido, aunque no en
escaños, lo que permite a los soberanistas conformar un Govern, pero no les
legitima para sostener que el independentismo unilateral es lo que quiere el
pueblo de Cataluña. Pero con toda seguridad los golpistas totalitarios del
independentismo unilateral seguirán mintiendo y ensuciando la democracia en
España, incluida Cataluña, tal como hicieron durante la campaña sembrando
sombras de duda sobre la limpieza del escrutinio, tal como se desprende de las
instrucciones de ERC a sus apoderados para la jornada electoral (“si la mesa no
se aclara con el recuento, haremos que cuadre”, “si en una papeleta pone
-Arrimadas guapa- es un voto nulo; si en otra se ha escrito -libertad presos
políticos- hay que defender su validez; “legalmente no podemos participar en el
escrutinio pero el presidente de la mesa puede ser tu vecino o el frutero, si
os ofrecéis…”), incitando a todo tipo de marrullerías y chanchullos para sacar
ventajas que es a lo que están acostumbrados. Y atrás quedan, entre otros, los
insultos y coacciones por parte de los golpistas soberanistas a Arrimadas
llamándola “fascista” en la jornada de reflexión mientras paseaba con su
marido, así como una presión separatista insoportable contra los demócratas
hasta en las puertas de los colegios, algunas llenas de lazos amarillos como
símbolo de petición de libertad para los políticos presos, que no “presos
políticos”, por haber cometido presuntos graves delitos contra el Estado de
Derecho democrático, quienes, candidatos o no, diputados electos o no, tendrán
que responder ante los Tribunales de Justicia por sus presuntas fechorías, al
igual que responde de las suyas cualquier otro hijo de vecino. Y es que los matones
totalitarios suelen proceder de esta forma de cara a unas elecciones legales,
libres y con garantías, totalmente diferentes a la esperpéntica jornada del
1-O, que espero no volverán a repetir, en la que sin censo, sin mesas
electorales legalmente constituidas, sin Junta Electoral y sin garantía
democrática alguna se podía votar varias veces y donde cada uno quisiera. Y
todo ello en una jornada electoral en la que 15.000 policías fueron movilizados
para vigilar y evitar altercados, que afortunadamente no se produjeron, en
tanto que el CNI establecía un plan para blindarla ante los presuntos
ciberataques, cuya principal amenaza era que trataran de alterar los datos
provisionales para deslegitimar el resultado definitivo, mientras la injerencia
rusa en Cataluña llegaba incluso al Parlamento británico, que investiga si hubo
un patrón común en la crisis catalana y en el brexit. Entretanto, la inversión
extranjera en Cataluña cae un 75% en 2017 por culpa del ilegal procés, en tanto
que Madrid supera el PIB catalán y atrae un 400% más de capital exterior. Son
datos concretos, como los resultados electorales, y no meras especulaciones,
por más que algunos, los de siempre, pretendan seguir vendiendo la burra a los
ciudadanos, entendiendo que semejante estrategia les da resultado positivo,
mientras desde el sentido común y democrático de lo que se trata es de saber si
en estas elecciones autonómicas tan controvertidas tratarán unos y otros de
superar la etapa del ilegal procés que tanto daño está causando especialmente a
todos los catalanes y por tanto al resto de españoles.
Por
lo que se refiere a otros asuntos, que también los hay, cabe citar que Europa
decide que Uber es una empresa de transporte y no de Internet, decisión que
amenaza el futuro de todas las plataformas digitales, y por tanto debe operar
como los taxis; que los alcaldes de Podemos afrontan la contestación interna
mientras las ciudades más importantes sufren una inestabilidad crónica; que el
TC rechaza que las CCAA puedan dar sanidad a los “sin papeles”; que Carmena
tiene difícil aprobar los Presupuestos y tiene diez días para gastar los 275
millones liberados tras el pacto con Montoro; que Cebrián da el relevo a
Polanco como nuevo presidente de Prisa; que se piden 119 años al líder de
Ausbanc por chantajes como el de la Infanta; que los testigos corroboran que el
“okupa” Lanza mató a su víctima por llevar tirantes con la bandera de España;
que el Gobierno consigue un acuerdo con los agentes sociales pactando subir el
salario mínimo a 850 euros en tres años en 2020, es decir un 20% que comenzará
con un 4% inmediatamente; que España no quiere que el brexit lleve a cambios en
Gibraltar; que un juzgado suspende la huelga de vigilantes para “evitar el
caos” en Barajas; y que la Real Acadeia Española admite una nueva lista de
palabras polémicas como “cliqueo” o “buenismo”, por ejemplo, que ya forman
parte del vocabulario español de forma imparable. Y todo ello mientras la UE
castiga a Polonia por violar el Estado de derecho y activa sanciones por controlar la Justicia, entre ellas el
protocolo para retirar el voto a Polonia a causa de la deriva autoritaria del
gobierno polaco, que obliga a la UE a poner en marcha el art. 7 del Tratado.
Jorge Cremades Sena
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