miércoles, 1 de junio de 2011

FRUSTRACIÓN Y DESESPERANZA


            En un artículo titulado “Sucesión de Zapatero, esperanza o frustración” (Diario Información del 7-4-2011), que escribí tras su anuncio de no optar a un tercer mandato, manifesté que el PSOE tenía la posibilidad de abrir un camino de esperanza o frustración para una gran mayoría de españoles y que la clave estaba en la fortaleza que, tras el proceso de primarias, conservara el zapaterismo, tan denostado por la ciudadanía –como ha quedado demostrado después con las elecciones locales y autonómicas- y que, para erradicarlo, además de Rubalcaba y Chacón “ambos protagonistas del zapaterismo imperante” se precisaba la concurrencia de savia nueva, pues “sólo una nueva vía, un nuevo líder socialista, crítico con Zapatero, puede aportar la suficiente dosis de credibilidad” y, estando seguro de que “haberlos haylos”, sólo me quedaba la duda de “que tengan la suficiente valentía y honestidad para asumir la responsabilidad de postularse como candidatos a las primarias frente a quienes sólo pretenden que todo siga igual aunque parezca lo contrario”. Los últimos acontecimientos me hacen perder toda esperanza. Me queda la frustración. ¡Ojala que, en esta ocasión, me equivoque!
            Si ya no era entonces de recibo que la sucesión de Zapatero se decidiera entre dos de sus más cualificados colaboradores, al menos, cabía la esperanza de que, una vez convocadas las primarias tras las elecciones locales, algún otro candidato, más independiente, les disputara democráticamente la sucesión, aunque su triunfo pudiera generar distorsiones con Zapatero al frente del partido hasta el siguiente congreso. Lo avalaba el anuncio de Zapatero de jugar limpio, garantizando que, tanto él como su ejecutiva federal, se mantendrían neutrales durante el proceso y no apoyarían a ninguno de los candidatos en las primarias. El posterior batacazo electoral del zapaterismo evidenciaba exigencias de reformas mucho más profundas que las de aportar una cara nueva, aunque fuera la del hipotético triunfador independiente en las primarias. La solución exigía un congreso; así lo plantearon, más o menos explícitamente, algunos de los barones. Un congreso de renovación, autocrítico, que aportara un nuevo proyecto ilusionante y viable, así como un nuevo liderazgo fiable y creíble. Pero Zapatero no sólo se opone al congreso sino que, una vez más incumpliendo sus promesas, incluso dinamita el proceso democrático de primarias, apoyando a Rubalcaba –algunos malpensados dicen que sometiéndose a él- y exigiendo la “generosidad” de Chacón para que se retire de la contienda. En la práctica, una sucesión a dedo con la complicidad de todo el Comité Federal que, incomprensiblemente, apoya sin fisuras tan democrática decisión, constatando que el zapaterismo, con o sin Zapatero, goza de muy buena salud entre las élites socialistas aunque, de momento, esté herido de muerte entre el resto de la ciudadanía. El rubalcabismo, como nuevo formato del zapaterismo, es la esperanza de salvación a la que se aferra el PSOE, que espera una pócima mágica del alquimista Rubalcaba para recuperar la credibilidad perdida, sabiendo que Rubalcaba, mejor que nadie, es un experto en apostar a las causas perdidas para erigirse luego como vencedor de los triunfadores. Bono y Zapatero, entre otros, bien lo saben.
            Seguramente lo que no saben todavía es que los ciudadanos no somos idiotas, ya que, sólo así es explicable que, encima, quieran presentar ante la opinión pública como un proceso democrático, unas primarias viciadas que, en el mejor de los casos, si alguien más consigue presentarse, lo haría desde una posición abismal de desigualdad. Es la esencia del zapaterismo: que todo parezca lo que no es. Lo lamentable es que a semejante farsa se hayan prestado todos los barones del PSOE y su máximo órgano entre congresos, el Comité Federal, dejando huérfanos de liderazgo para el necesario cambio a miles de socialistas y desesperanzados a millones de ciudadanos que aspiran a una democracia de más calidad, empezando por la de los partidos políticos. ¡Qué oportunidad perdida para atraer, entre otros, al movimiento 15-M, que tanto defienden en los platós de televisión! Seguramente han pensado que así es la “democracia real” que estos grupos reivindican.
            Ya sabemos que el sanedrín del PSOE, instalado de momento en las altas instancias del poder, ha obrado así, como en otras tantas ocasiones, por el bien de España; que Rubalcaba es el mejor de los candidatos; que Carmen Chacón es un dechado de generosidad y que nadie la presionó para retirarse. Sabemos que lo hizo porque “está en riesgo la unidad del PSOE, la autoridad del presidente y la estabilidad del Gobierno”, que descubrió por generación espontánea horas antes de anunciarlo. Sabemos también que a Patxi López le bastó una conversación explicativa de Zapatero sobre “cómo vamos a hacer las cosas” para retirar su promesa de plantear en el Comité Federal su propuesta de Congreso Federal que veía, al igual que otros muchos, como “la solución más conveniente”.
Lo que no sabemos es porqué Chacón anunciaba su generosa decisión con una infinita tristeza, casi llorosa, y porqué, sentada al lado de Rubalcaba, al que ahora reconoce como “un gran candidato”, mantuvo una actitud distante y casi hostil, cuando debiera estar infinitamente contenta por tan acertadas decisiones. Tampoco sabemos, ni entendemos, que practicar la democracia interna pone en riesgo la unidad de los partidos políticos democráticos. Creíamos que los reforzaba.

                                   Fdo. Jorge Cremades Sena

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