viernes, 22 de noviembre de 2013

VIOLENCIA EN LA UNIVERSIDAD, ENTRE OTROS ASUNTOS

                        Las noticias aparecidas en los medios sobre determinados actos de violencia política en las universidades españolas, como la recientemente acaecida en la Complutense, protagonizada por grupos de extrema izquierda, hiriendo a cinco estudiantes de Derecho y destrozando determinadas instalaciones, exige un rechazo generalizado por parte de cualquier demócrata (de izquierdas, centro o de derecha) que, como tal, aprecie la paz en y desde la libertad. Es intolerable que, desde los medios e incluso desde los propios partidos, se adopten posturas condescendientes ante semejante barbarie según la violencia proceda de la ultraizquierda, como es el caso, o la ultraderecha, como ha sucedido en otros sucesos recientes. Los extremos se tocan a la hora de exhibir sus actitudes totalitarias, y una equidistante condena hacia ellos es la única postura sensata de cualquier persona decente, libre y pacífica, como es la inmensa mayoría de españoles. Cometen una grave irresponsabilidad quienes, en vez de denunciar y condenar hechos tan lamentables, dedican su tiempo a encubrirlos, tolerarlos o ignorarlos, creyendo que, según el color de la violencia, pueden conseguir réditos políticos o ideológicos, cuando la violencia carece de color. Es intolerable que semejantes sucesos queden impunes, bien por las limitaciones de intervención de las fuerzas de orden público a causa de la autonomía universitaria, bien por la pasividad de las autoridades de la Universidad o bien por cualquier otra causa negligente de quien tenga la responsabilidad de acabar con la impunidad.
            Bastante violencia nos inunda la sociedad, como la interminable violencia de género que no cesa, la circunscrita al ámbito familiar, como el horripilante caso del asesinato de Asunta, amén de la protagonizada por verdaderos monstruos, como los que se están poniendo en libertad en estos días, como para añadir o tolerar una violencia política de quienes son incapaces de someterse a las reglas del juego democrático y prefieren imponer por la fuerza sus siniestros proyectos. No sabemos si inspirados, como Maduro en Venezuela, por designios de ultratumba trasmitidos mediante apariciones y pajaritos, que le animan a obtener superpoderes terrenales,  o, por mero convencimiento personal, como el tirador de París a “Liberacón”, de considerarse el elegido de una causa ineludible, en su caso, de la causa argelina.
            Y, dejando la violencia a un lado, otros asuntos merecen el interés mediático en este paso del ecuador de la legislatura de Rajoy, que, tras agradecer a los españoles el esfuerzo realizado hasta ahora, anuncia su intención de no cambiar el gabinete y de poner en marcha las reformas en marcha antes de fin de año, fiando la recta final de su mandato a la reforma fiscal. Así, mientras propone de momento regular los servicios mínimos de las huelgas, para evitar abusos como los que se han dado en la huelga de la recogida de basura en Madrid, afirma que creará un millón de puestos de trabajo en los dos años que le restan como presidente. Un asunto que, teniendo en cuenta la antigua y fallida promesa de Felipe Gónzález de crear 800.000 puestos de trabajo y la posterior de Zapatero, más vale poner en cuarentena, salvo que la anunciada salida del túnel, a diferencia de los “brotes verdes”, sea una realidad y no una falacia. Casi es preferible que nos quedemos con las nuevas reformas que anuncia, entre más ajustes económicos, para evitar luego sobresaltos de última hora. Si entre dichas reformas consolida las encaminadas a la trasparencia de los partidos (control de subvenciones por el Tribunal de cuentas, comparecencias periódicas del tesorero, fiscalización patrimonial de altos cargos, etc) al menos se evitará que, como dice el tesorero del PP manchego para responder sobre la adjudicación exprés de las basuras en la mesa que él presidía (siendo además concejal de Hacienda y jefe directo del gerente que firmó el recibí de los 200.000 euros famosos), “era una figura decorativa”. Los tesoreros deben ser algo más que figuras decorativas a modo de los famosos “jarrones chinos” en que se convierten los expresidentes de Gobierno.
            Por lo demás, mientras Amaiur se opone en el Congreso a que se retire los subsidios a los etarras excarcelados y desde el gobierno se intenta capear el temporal al respecto (me temo que se pueda volver a caer en una especie de “Parot bis” y que, en todo caso sería preferible enfocar el asunto por la vía del embargo que corresponda para afrontar las indemnizaciones impagadas por los etarras), la Audiencia Nacional desata una verdadera crisis diplomática con China, tras la orden de detención de su ex presidente Jiang Zemin por las matanzas del Tibet, por más que el Ejecutivo español manifieste que la división de poderes le impide intervenir en el asunto. A los chino con división de poderes… Costará hacérselo entender…Si no lo entienden ni los españoles…¡cómo lo van a entender los chinos!
            Quien sí parece entender la necesidad de una política de austeridad, frente al despilfarro anterior, es el Gobierno Valenciano de Fabra que ha aprobado un proyecto de ley orgánica de reforma del Estatuto de Autonomía por el que se reduce el número de diputados autonómicos en un 20% (de 99 a 79) como otra medida más para reducir el déficit. Si, como parece, la oposición no está muy de acuerdo con la medida, debieran explicárselo a los valencianos que, seguramente, la acogerán con alegría. Si además del asunto reciente del cierre de la ruinosa e insostenible RTVV, Fabra ha desactivado la bomba que suponía el apoyo a un corrupto condenado por parte de un buen número de diputados autonómicos, parece que el presidente tiene el mérito de intentar cambiar el rumbo de lo que hicieron sus antecesores en el cargo.
            Para terminar este repaso a la actualidad más reciente, es obligado referirse al varapalo que las encuestas dan a Artur Mas y a CíU que seguiría perdiendo apoyos electorales, en favor de ERC, que ganaría las elecciones, mientras que Ciutadans se alzaría como el tercer partido en Cataluña, relegando al PSC, salvo que, tras su vuelta a la cordura, comience a recuperar parte del terreno perdido. Mientras se estabiliza en un 54% el apoyo ciudadano catalán a la independencia (el de toda España sería infinitamente mayor), a pesar de la agresividad de la Generalitat contra el resto de España y de tantos años de educación parcializada y engañosa, se demuestra que, en el mejor de los casos para el soberanismo, sólo se ha conseguido una división paritaria de la sociedad catalana que echa por tierra el esperpéntico proyecto independentista. Y eso que lo intentan vender con objetivos proselitistas como si al día después de conseguir la supuesta independencia tanto la UE como España (que en ese supuesto nada tendría que ver con Cataluña) le siguieran dando un trato idílico de favor solidario como premio a su demostrada insolidaridad. Sólo cabe recordar a quienes puedan haber sido engañados por esta especie de futuro edén que, incluso en casos con verdadera posibilidad legal de independizarse, como es, por ejemplo, el caso de Escocia, son advertidos de las consecuencias de su decisión. Aun estando ya en proceso avanzado de que los escoceses se pronuncien por su independencia legalmente (porque así lo contempla su estatus como antiguo reino independiente históricamente que decidió formar parte del Reino Unido, caso totalmente contrario al de los catalanes), el Gobierno de Londres, por si los independentistas escoceses deciden vender milongas para conseguir adeptos, acaba de sentenciar de forma tajante a Escocia: “si se convierte en un país extranjero lo trataremos como tal”. Un verdadero aviso a navegantes.


Jorge Cremades Sena

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