Al
final, tal como se veía venir, las prisas del Gobierno de Sánchez por iniciar
el decisivo último año electoral de la Legislatura sin fisuras con sus socios
secesionistas y con el objetivo primordial de darle la vuelta a las encuestas
ha desencadenado un vértigo legislativo sin precedentes que, a falta de tiempo,
ha propiciado una especie de atajo indeseable para aprobar determinadas
reformas sin atenerse a los procedimientos establecidos lo que, obviamente,
supone un “déficit democrático” grave y peligroso de cara al futuro que puede
traer muy malas consecuencias. Y prueba de ello es la celebración del último
tormentoso y vergonzoso Pleno del Congreso para aprobar la reforma penal de
Sánchez que debería pasar a los anales del Constitucionalismo como ejemplo de
lo que nuestros legisladores jamás deben hacer. En efecto, el Gobierno arrolla
la división de poderes y con el mantra de tener a su favor una variopinta
mayoría, como si la Democracia sólo fuese pura matemática, saca adelante en la
Cámara Baja derogar la sedición, rebajar la malversación y asaltar por la puerta trasera el Poder Judicial y el
Tribunal Constitucional, mientras la Oposición, haciendo uso de su legítimo
derecho, denuncia al Alto Tribunal la presunta inconstitucionalidad y el fraude
a la democracia por no atenerse a lo establecido, provocando con ello que, insólitamente,
el PSOE, en sintonía con los socios del Gobierno, tache al PP y al resto de
partidos de la derecha de pretender dar un Golpe de Estado llegando a comparar
la situación con la de Tejero. Ante semejante panorama, el Constitucional se ve
obligado a retrasar al lunes su decisión sobre la suspensión de la tramitación
parlamentaria mientras el paquete legislativo queda pendiente de ser validado
en el Senado el día 22 y Sánchez, desde Bruselas, manifiesta que “la derecha ha
intentado atropellar la democracia”, avalando las barbaridades de sus
portavoces con Felipe Sicilia a la cabeza que llama golpista al PP en el
Congreso acusándole de que el golpe “hace 41 años lo hizo con tricornios, hoy
con togas”, mientras la portavoz popular, Gamarra, le recuerda que cuando se
produjo el fallido golpe de Tejero en 1981 gobernaba el centroderecha y Feijóo
añade que “llamar fachas con toga a los jueces de España es incompatible con la
democracia”, en tanto que en amplios sectores del PSOE hay cierto enfado con su
compañero Sicilia por sus ataques desmesurados a jueces y al PP ya que “no
podemos comportarnos como nuestros socios”. Y es que este es el problema pues
el PSOE de Sánchez, acuciado incluso por el PSC, que no es una Federación del
PSOE sino un partido diferente asociado, emula el discurso del “procés” de
“jueces o democracia”, olvidando que ambos términos jamás pueden ser
incompatibles sino todo lo contrario, pues en democracia son complementarios ya
que no existe democracia sin magistrados y jueces independientes, quienes deben
dedicarse a impartir justicia en los tribunales con arreglo a las leyes aportadas
por el Legislativo en sus diversos ámbitos territoriales. Entretanto, con este
turbulento escenario parlamentario, mientras magistrados progresistas logran
aplazar el Pleno sobre el plan de Moncloa tras amenazar con marcharse si había
votación, dirigentes del PSOE y ministros advierten al TC de que si no da la
razón al Gobierno será “un atropello institucional sin precedentes”. Y es que
la prioridad acuciante de Moncloa es un TC que, por las buenas o por las malas,
avale su pacto con ERC y la exigida consulta de los republicanos ya que el
control del Alto Tribunal es el mejor seguro ante las polémicas decisiones ya
adoptadas y las futuras.
Así
las cosas, el Gobierno salva de momento su reforma penal a la espera de lo que
hoy decida un TC presionado (ya saben, si no apoya al Ejecutivo será un
“atropello institucional” al igual que si no apoyaba el procés, pues los
totalitarismos sólo aceptan la Justicia si les es favorable) y Sánchez con
total temeridad denuncia un “complot” de la derecha política y judicial (son
los malos de la película), mientras el PP le acusa de “falta de valentía” y de
plegarse a la hoja de ruta de ERC, desde donde Aragonés, eufórico por la
situación, ya exige una reforma constitucional para el referéndum de
independencia y avisa a Sánchez que con total formalidad planteará la
“consulta” (eufemismo de referéndum ilegal pactado) en la patética mesa de
diálogo y negociación sobre asuntos innegociables sencillamente por ser
inconstitucionales. Así un TC, presionado por el Ejecutivo, tras verse
amenazado por el sector progresista, que amenazaba con boicotear su Pleno si se
debatía el recurso del PP, se ve obligado a aplazar la decisión escudándose en
la “complejidad” y “trascendencia” que tiene suspender la tramitación
parlamentaria de una ley, accediendo su presidente al aplazamiento únicamente
si por escrito se responsabilizaban de su decisión, y hoy tendrá que decidir al
respecto, sabiendo que, si no lo hiciera, el Ejecutivo le tachará de “atropello
institucional”. Sencillamente nos hemos cargado la imprescindible separación de
poderes que requiere la democracia, provocando que las asociaciones de jueces,
no en vano, alerten ya de que con este asalto a la Justicia nos estamos
acercando a países como Polonia u otros países expedientados por la UE, lo que
“nos aleja de las democracias liberales y de la constitucionalidad”.
Al
final, como en la vieja España dividida entre malos y buenos, nos estamos
cargando la concordia ciudadana y el Tribunal Constitucional, la mayor garantía
de que las cosas se hacen bien y conforme a la Constitución, pues no vale
actuar al margen de la Ley creyendo que basta con tener una mayoría en el
Congreso para imponer lo que ésta considere oportuno en cada momento. La
Democracia es mucho más que eso y, además de esa mayoría parlamentaria,
obviamente imprescindible para tomar decisiones, debe tomar dichas decisiones
con arreglo a los procedimientos y garantías establecidas; y el TC ve
claramente un “déficit democrático” en algunas maniobras como la del PSOE y sus
socios gubernamentales que consideran que basta conformar una mayoría
parlamentaria como sea para imponer lo que consideren oportuno al margen de lo
establecido; en efecto, varias sentencias del Alto Tribunal establecen, por
ejemplo, que cambiar leyes relevantes por vía enmienda, como es el caso, socava
el “pluralismo político” pues secuestra el derecho a un debate parlamentario en
toda regla con sus plazos y periodos de enmiendas pertinentes y los preceptivos
informes judiciales previos, entre otras cosas… Y cuando esto no se hace,
prefiriendo colar por la puerta trasera asuntos de relevancia, lo peor que se
puede hacer es tachar encima de golpista a la oposición por pedir amparo al TC
y decir que si éste no apoya la tesis del Gobierno está haciendo un “atropello
institucional” cuando el verdadero atropello lo comete el Ejecutivo por no
ajustarse a lo establecido a la hora de consolidar sus reformas; es intolerable
por tanto que Bolaños reincida y advierta de “consecuencias impredecibles” si
los magistrados paralizan hoy el plan del Gobierno, mientras Feijóo manifiesta
que Sánchez “sabe que se está legislando de forma ilegal y ayer los socialistas
abandonaron la Constitución”. Así las cosas, el TC tendrá que decidir sobre la
suspensión “con el proceso legislativo abierto”, lo que ni es normal ni
saludable, pero es a lo que le aboca la situación creada; de momento, el
informe del letrado principal dice que “la doctrina del Constitucional es no
conceder la suspensión cautelar”, rechazando la petición del PP, mientras el
texto que encargó el magistrado Arnaldo avala en cambio esa medida y otros
documentos señalan el peligro de interferir en el trabajo de los diputados,
quienes, ya ven, afectados de una especie de locura colectiva, protagonizaban
el peor de los espectáculos en el último Pleno del Congreso.
A
todo este patético embrollo se añade que la falta de precedentes deja al TC al
borde del abismo, mientras expertos constitucionalistas destacan la relevancia
de decidir si se ha vulnerado el derecho de los diputados; y entretanto, a nivel
político, Sánchez logra de momento enterrar la polémica de la malversación
gracias a este choque con el Constitucional, cuando vocales del CGPJ creen
irresponsable el discurso del Presidente, y cuando el PSOE se ha visto obligado
a aplacar a diputados críticos al extremo de que Patxi López reunió al Grupo
Parlamentario para intentar controlar un creciente malestar por los cambios
legales (habrá que explicar muy bien a los ciudadanos por qué se rebaja la
malversación a instancias de un Gobierno que consiguió acceder al poder
mediante una moción de censura basada en la supuesta corrupción del gobierno
anterior), en tanto que ocho vocales del CGPJ tachan de “irresponsable” al Jefe
del Ejecutivo por sus críticas a “la derecha política y judicial”, pero
Sánchez, desnortado y olvidando que es el Presidente del Gobierno, insiste en
arremeter contra el PP diciendo que “bloquea el CGPJ, el Constitucional y, si
es necesario, el Parlamento” cuando es él con sus irregularidades legislativas
quien pone al borde del abismo a las instituciones. A la espera pues de lo que
decida el TC, la Fiscalía del Constitucional parece estar en contra de
suspender la reforma y rechaza las medidas cautelares que pide el PP, mientras
el PSOE pelea con dos nuevos escritos al Alto Tribunal para frenar la petición
de amparo de los populares y solicita que se aparte a los magistrados
Gónzález-Treviño y Narváez por verse “afectados en su imparcialidad”, y el
bloque progresista intenta apartar al Presidente del Tribunal en un pleno
trascendental de un TC partido en dos (los cinco magistrados afines al Gobierno
maniobran para que hoy ni siquiera se pueda debatir y votar la reforma legal),
mientras el bloque conservador rechaza las presiones pues “la mayoría
parlamentaria no puede apisonar derechos fundamentales”, y, mientras tanto, el PSOE
de Sánchez ofrece ahora a los secesionistas (sus aliados indiscutibles y, ya
saben, constitucionalistas de toda la vida) rebajar el artículo que permitió
retirar sus escaños a líderes procesados por el 1-O. Ya ven, sin duda alguna,
en esto de consolidar y fortalecer la democracia en España vamos de derrota en
derrota hasta la victoria final, la de Sánchez y la de los que quieren cargarse
el actual Estado de Derecho, al que llaman Régimen del 78. ¡Qué pena!.
Mientras
tanto una segunda sentencia del Supremo avala rebajas de penas por el “sí es
sí” de Montero al reducir a la mitad una condena por un delito de abuso sexual,
batiéndose records de revisión de condenas (22 penas reducidas en un solo día)
mientras feministas del PSOE aplauden al PP por su lucha tenaz contra la
“monstruosa Ley Trans”, próximo bodrio que tendremos que aguantar los
españoles. En fin, esperemos enderezar todo esto para evitar parecernos o ya a
Polonia, sino a ese Perú ingobernable en que las veleidades autoritarias del
Presidente Castillo provocan decenas de muertos, turistas atrapados,
aeropuertos cerrados y una revuelta que se extiende por el sur del país,
después de que el sexto presidente en cuatro años acabe condenado a 18 meses de
prisión preventiva por dar un autogolpe de Estado….estamos en la UE, esperemos
no llegar a tanto. En fin, y por si alguien quiere saber por dónde van los
tiros demoscópicos en medio de este vértigo legislativo y déficit democrático,
según NCReport, PP y Vox lograrían, en caso de elecciones, entre 183-187
escaños por las cesiones a ERC, mientras el PSOE se mantendría en los 92-94
diputados sin que la reforma penal agudice su caída y ERC, PNV y Bildu se
alimentan de la confrontación (son los grandes beneficiados del desmadre) y
pueden subir un escaño….los resultados serían: PP 33´6% de votos y entre
141-143 escaños, PSOE 23´6% y 92-94, Vox 13´1% y 42-44, y UPodemos 9´9% y
25-27. Es lo que hay.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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