El
inédito e insólito brevísimo gobierno de Pedro Sánchez da paso a un periodo de
inseguridad e incertidumbre política, social y económica de consecuencias
incalculables que difícilmente se resolverán con las elecciones generales del
28-A, salvo que, cosa improbable, los españoles apostemos mayoritariamente y de
forma clara por una de las cinco formaciones políticas de ámbito nacional que
se presentan a las mismas. En efecto, el anuncio de convocar las elecciones,
que no la disolución de las Cortes, para dentro de casi dos meses y medio (¿es
que no había otra fecha anterior diferente al 28-A?) nos mete de lleno en una
larguísima precampaña electoral, campaña “de facto”, para desembocar en una
campaña electoral “de iure” que habrá de desarrollarse en buena medida en plena
Semana Santa, lo que, obviamente no parece lo más razonable, salvo que dicha
circunstancia se haya elegido adrede por cualquier razón que se nos escapa. Y,
como al mes siguiente, el 26-M, se celebrarán elecciones europeas, autonómicas
y municipales, es más que probable que, salvo que algún partido haya obtenido
una contundente mayoría de escaños (lo que, a día de hoy, es casi imposible),
no tengamos nuevo gobierno hasta el próximo otoño, allá por el mes de octubre, pues,
dados los antecedentes (Rajoy necesitó cuatro meses para pactar en 2016), a ver
quién es el guapo que, antes de los comicios territoriales y autonómicos, pone
sus cartas boca arriba y desvela fehacientemente sus ambigüedades calculadas y
sus intereses, con lo que las distintas formaciones partidarias, a la gresca
unas con otras, consideran que “negociar antes del 26-M es un suicidio
político”….y, obviamente, nadie quiere suicidarse políticamente de forma
consciente. Por tanto, los partidos políticos ya trabajan en un indeseable
escenario de bloqueo tras el 28-A hasta tener los resultados del 26-M, para
asumir pactos largos y a “tres bandas” tanto en Moncloa, como en las CCAA y
principales ayuntamientos, lo que supone, de momento, que vamos a tener un
gobierno interino para rato, mientras Sánchez recurre a un plan para
catástrofes con el fin de poder aprobar sus decretos cuando las Cortes estén
disueltas, sin tener en cuenta que gobernar por decreto-ley sólo tiene sentido,
democráticamente hablando, en circunstancias muy excepcionales y puntuales, ya
que hacerlo sistemáticamente burlaría el imprescindible debate parlamentario.
No sin razón, Antonio Garamendi, Presidente de la CEOE, insta a Sánchez,
durante su interinidad, a no modificar
la reforma laboral ni tomar más medidas de gasto antes de celebrarse las elecciones
con fecha ya fijada, alegando que “el Gobierno debería tener la decencia de no
legislar de aquí al 28-A” hasta que hablen las urnas. Y, según los datos
demoscópicos, la mayoría de las encuestas (salvo las del CIS de Tezanos que dan
una holgada mayoría a Sánchez) avalan la tendencia de que Sánchez ganará las
próximas elecciones a no demasiada distancia de Casado, pero que, escaños
arriba o abajo, ninguno de los dos gobernaría salvo pactos a tres bandas, bien
de PP-CS-Vox, bien de PSOE-IUPodemos-nacionalistas-independentistas; es decir,
reeditando para toda España el gobierno
de Andalucía o el Gobierno de Sánchez. Según NCReport, que es una de las que mayor
estabilidad concede, PP-Cs-Vox obtendrían, en el mejor de los casos para ellos,
188 escaños con los siguientes resultados: PSOE el 24´1% de votos y entre 96-99
escaños, seguido de PP con el 23´6% y 97-100, de Ciudadanos con el 18´9% y
65-66, de IU-Podemos con el 16% y 43-46, de Vox con el 10% y 19-22, de ERC con
el 2´8% y 12, de PDeCat con el 1´3% y 5, de PNV con el 1´1% y 5, y de EHBildu
con el 0´6% y 2 escaños. Pero, en fin, sólo se tata de encuestas….y las hay
para todos los gustos.
Con
semejante incertidumbre incluso sobre los resultados electorales (que probablemente
no serán sustancialmente diferentes de las elecciones de 2016 en términos izquierda-derecha,
ya que la bajada de PP se compensa con la subida de Ciudadanos y la irrupción de
Vox, mientras la subida del PSOE se basa en el desplome de Podemos, en tanto
que los partidos nacionalista-independentistas repiten la foto fija en blanco y
negro con los mismos escaños globales, aunque con el llamativo hundimiento del
PDeCat, cuyos escaños recoge ERC con milimétrica exactitud), los líderes de los
partidos buscan rabiosamente el voto, conscientes de que cualquier fallo de
estrategia puede dar al traste con sus expectativas. Sánchez, tirando de los
subsidios y agitando el miedo a “las derechas”, busca una masiva movilización
de la izquierda para frenar a la derecha y desequilibrar la balanza, mientras
Casado sostiene que “hemos detenido la venta de España a los independentistas”
enarbolando la unidad de España y la revolución fiscal como armas electorales.
Sánchez, que, antes de la convocatoria electoral, dijo a sus ministros que “resistir
hasta octubre es una locura”, al quedar tocado por el debate del “relator” y la
manifestación de la derecha en Colón, pidiendo elecciones, arranca la precampaña
en Sevilla sin hacer alusión al soberanismo y denunciando el “cordón sanitario”
de PP, Cs y Vox, abandonando su “plasma” y multiplicando ahora sus apariciones
públicas, especulándose con que usará las listas para consolidar e imponer un
PSOE a su medida, colocando a más de 50 personas de su entorno en las candidaturas
del Congreso, Senado y Parlamento Europeo, entre ministros, secretarios de Estado
y miembros de su Ejecutiva, que sustituirán a los críticos de la época de
Zapatero y Rubalcaba. Casado promete al PP olvidarse del aborto y moderar su
discurso, mientras recupera a Pizarro para su equipo económico y llevará en el
programa la unificación de competencias, alertando de que si el PP pierde la
mayoría absoluta en el Senado no podrá aplicar el 155 en Cataluña. Por su parte
Rivera, apuesta por un pacto a la andaluza y cierra la puerta a cualquier pacto
con el PSOE tras el 28-A, vetando a Sánchez para gobernar y esperando arrancar
los votos de los socialistas contrarios a las cesiones del Presidente al
independentismo, mientras Inés Arrimadas, líder de Cs en Cataluña, sostiene que
“somos de centro y pactaremos a izquierda y derecha” pero que “con Sánchez no
hay nada que hacer, se ha salido del constitucionalismo”, en tanto que el
partido de Macron marca distancias con el de Rivera por su proximidad a Vox.
Por
su lado los partidos populistas y más extremistas a la derecha y a la
izquierda, es decir, Vox y Podemos, afrontan el inicio de esta precampaña con
ánimos diferentes. Abascal, el Presidente de Vox, eufórico por el éxito en
Andalucía, agitará la campaña con un “Vistalegre en Cataluña” y se ve ya como “el
gran ganador de las generales por doblegar a Sánchez”, asegurando que “el
cordón sanitario” a su partido se está convirtiendo en una “soga” para Ciudadanos,
mientras se pregunta: “¿por qué nos ven cómo radicales?” contestándose que “quizá
porque cuando nos escucharon estábamos muy enfadados” y añadiendo “hemos
logrado que se escuche a la España silenciada por la dictadura progre”. Por su
parte Iglesias, anda desaparecido en combate con su permiso de paternidad,
mientras su partido, Podemos, se carga el Pacto de Toledo, frustrando sus
expectativas después de tres años de debate y, ante la inminente cita con las
urnas y malas expectativas demoscópicas para sus intereses, dinamita y pone en
riesgo la viabilidad de las pensiones, impidiendo un acuerdo sobre ellas, por
lo que todos los partidos le acusan de ello y reprochan su incomprensible
actitud.
En
definitiva, un incierto tablero político pentapartidista (además de los
nacionalistas e independentistas), abocado, si los españoles no lo impedimos, a
que no haya un gobierno hasta el verano, en el mejor de los casos, adobado
además por el “juicio al procés” y el 26-M que, sin duda, marcarán las alianzas
para Moncloa. Entretanto, los partidos trasladan su pugna electoral al
Congreso, donde PP, Cs, Podemos y ERC presionarán en las Cortes durante las dos
semanas que seguirán abiertas, mientras el Presidente Sánchez utiliza TVE de
altavoz antes del 28-A concediendo su primera entrevista tras el adelanto electoral,
y tras el veto de Ciudadanos, cuya Ejecutiva decide por unanimidad no negociar
con el PSOE sanchista (veremos si le sale bien la jugada), aunque sí contempla
apoyar a barones socialistas tras las autonómicas, “no se cierra” a hablar de
nuevo con las formaciones independentistas tras las generales, ya que el
centro-derecha, más dividido que nunca, podría no llegar a la mayoría de escaños
aunque la sumara en votos. Y mientras Casado desconfía del no de Rivera al
PSOE, esgrimiendo que ya dijo que no apoyaría a Rajoy y luego lo apoyó,
Sánchez, cuya osadía y resistencia nadie puede poner en duda, lanza en plena
precampaña electoral la biografía que le han escrito, titulada “Manual de
Resistencia”, en la que, además de poner a caldo a algunos compañeros
socialistas no sanchistas, usa conversaciones con el Rey para enaltecerse, sosteniendo
que “se fraguó entre Felipe VI y yo una relación de complicidad que superó y
sigue superando, a día de hoy, lo institucional”, que “enseguida nos
reconocimos mutuamente como las personas que íbamos a sacar el país del riesgo
de bloqueo” o que “la Reina Letizia se acercó a saludarme; estudió como yo en
el Ramiro de Maeztu, y quería conocerme personalmente”. En fin, sin
comentarios; genio y figura hasta la sepultura.
Entretanto
prosigue el juicio del “procés”, mientras una marcha masiva en Barcelona
presiona al Tribunal Supremo, congregando el independentismo en la Gran Vía de
la capital catalana a una multitud, encabezada por Torra y otros altos cargos
institucionales, bajo el lema “la autodeterminación no es delito”, en tanto que
gestos como el “no” en Bruselas a Puigdemont refuerzan el victimismo demagógico
del secesionismo totalitarista, y, por primera vez, Interior prohibía que Torra
viajara con escolta para celebrar la polémica conferencia con el ex President,
que se desarrolló finalmente en un hotel de Bruselas, en la que se atacó
incluso al Presidente del Parlamento Europeo. Y mientras prosiguen las
declaraciones en el Supremo de los encausados por el secesionismo, quienes continúan
con sus pintorescos comportamientos y argumentos. Turull, poniendo el mandato
del referéndum por encima de la ley, declara que siguió más el “mandato
ciudadano” que el judicial y, en tono soberbio y retador, justifica el golpe en
ese presunto mandato del pueblo catalán; Romeva, siguiendo la estrategia de
Junqueras, opta por un alegato político y declara que le “va a costar olvidar”
la violencia ejercida por la Guardia Civil y la Policía, y que “manifestarse no
es alzarse”. Sendos mítines, en vez de declaraciones con argumentos jurídicos,
en la Sala del Supremo, que, con buen criterio, adelanta a la próxima semana la
declaración como testigos de Rajoy y otros políticos para que no interfiera en
la campaña electoral y además habilita los lunes para acabar, si es posible,
antes de que comience la campaña. Y, mientras Jaime Mayor Oreja, ex ministro
del PP, sostiene que “el proyecto político
de ETA está más vivo que nunca en Cataluña….no la hemos derrotado” y que “parece
que mis principios están en minoría en el Partido Popular”, el PSOE de Sánchez
no ve delito en los referéndums ilegales, pues, en pleno juicio contra el golpe
del 1-O, los sanchistas vuelven a votar con los independentistas en contra de
que se penalice celebrar consultas fuera de la ley.
Por
lo que se refiere a otros asuntos cabe citar que el Barça gana al Real Madrid
la final de la Copa del Rey de Baloncesto por 93-94 en la prórroga y con dos
últimas jugadas polémicas en plena cólera del Madrid por el arbitraje; que el
fiscal investiga contratos irregulares en el Imserso, centrándose Anticorrupción
en un presunta trama vinculada a la gestión informática del organismo ente 2010
y 2018; que el Real Madrid es derrotado sorprendentemente en el Bernabeu, 1-2, ante
el Girona y se queda a nueve puntos del Barça en la Liga de Fútbol; que el
precio de la vivienda subió un 8% en 2018, el mayor aumento en diez años; que
el megacontrato de Renfe y el fin de los peajes se libran del parón electoral;
que las muchachas de Balthus llegan al Thysen, donde se expone 47 pinturas del
pintor, incluidos sus sutiles cuadros de adolescentes; que el juez investiga si
se espió a los Bárcenas con un móvil de la Policía; que Borja Prado deja la presidencia
de Endesa tras diez años en el cargo; que el Gobierno cierra la vía de los
vientres de alquiler en España; que Villacís, aunque ella lo niega, habría
incumplido el código ético de Ciudadanos con su sociedad al ocultar tres años
una patrimonial; que Bruselas teme que España se contagie de la inestabilidad
política de Italia; que el español Campa liderará la Autoridad Bancaria
Europea; que un grupo islamista mata a un misionero español en Burkina Faso; y que
el prior del Valle de los Caídos denuncia una campaña de acoso por parte del Gobierno,
advirtiendo de que acudirán a Estrasburgo si es necesario y que “no se llevarán
a Franco, el templo es inviolable”, mientras los Franco advierten de “consecuencias
criminales” a Moncloa.
En
cuanto se refiere al exterior destacar que El Vaticano expulsa por primera vez
a un cardenal por abusos sexuales; que cincuenta familias españolas están
atrapadas en Ucrania desde diciembre en una especie de limbo de la gestación
subrogada; que EEUU dejara en libertad a 800 terroristas del IS si Europa no
los repatría; que los Estados demócratas de EEUU se rebelan contra Trump por el
muro, mientras la oposición recurre ante los jueces la declaración de
emergencia nacional; que Macron se planta ante el antisemitismo creciente en
Francia y visita un cementerio judío en el que se profanaron ochenta tumbas,
diciendo que “los que han hecho esto no son dignos de la República y serán
castigados”; que Maduro expulsa a
eurodiputados invitados por la Asamblea venezolana y Borrell lo minimiza; y que
EEUU despliega a sus soldados en la frontera venezolana, pues 300 militares
estadounidenses están ya preparados en Cúcuta para garantizar el reparto de las
180 toneladas de comida y medicamentos transportados en tres aviones de su Fuerza
aérea, mientras el preso opositor Leopoldo López cumple cinco años arrestado
por la dictadura de Maduro y sueña con la libertad con toda la esperanza puesta
en la “revolución Guaidó”.
Jorge Cremades Sena
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