miércoles, 6 de febrero de 2019

SÁNCHEZ, ¿SUPERVIVIENTE O SUPERVIVIDOR?


                        Nadie puede negar a Pedro Sánchez su capacidad, incluso temeraria y visionaria, de resistir todo tipo de contrariedades, que él mismo relata en su reciente libro autobiográfico, “Manual de resistencia” (primero publicado por un presidente en activo), donde presume de su trayectoria para hacerse con el liderazgo del PSOE contra viento y marea, pretendiendo inmortalizarse con sólo siete meses de Gobierno; y, dada su manifiesta demagogia y su descarado cinismo, genera incluso dudas sobre si cobrará o no por ello (Planeta y Moncloa no lo aclaran) a pesar de que el código ético del PSOE prohíbe expresamente cobrar a los diputados, pues los códigos éticos para los supervivientes o supervividores, como ustedes prefieran, son moldeables y adaptables a las necesidades del protagonista en cada momento con tal de que le sirvan para resistir en su trinchera o alcanzar el objetivo fijado. En efecto, Sánchez, que, imitando el modelo populista de Podemos, había hecho bandera de las primarias frente al anterior aparato del PSOE para ser elegido líder del partido por todos los militantes, una vez asentado en el liderazgo, impone ahora a éstos, desde su aparato, a los candidatos a las instituciones gubernamentales (el caso más llamativo es el de Pepu Hernández a la alcaldía de Madrid) y ni siquiera repara en disimular su “dedazo” intolerable defendiendo ahora su derecho como militante a apoyar a quien él mismo propone, cuando era esto lo que demonizaba del aparato anterior del PSOE por ser parcial y dejar en inferioridad de condiciones al resto de candidatos (en este caso, incluso a candidatos-militantes frente al no militante elegido por él mismo). Es más, entra en campaña de defensa de Pepu en tan prostituidas primarias (como ven, exquisitamente democráticas e imparciales) asegurando que la dirección socialista (es decir, él mismo) no puede desentenderse de buscar “proyectos ganadores” (la dirección anterior debía desentenderse en aras a la neutralidad), añadiendo en el acto de presentación de Pepu, donde recibe el respaldo de todo su aparato, que “puede ganar las elecciones y por eso le atacan”, mientras que, con semejante descarado “dedazo”, desata el malestar generalizado en las bases militantes al viciar así las primarias, que tanto defendía cuando aspiraba a liderar el partido, justificando ahora, incoherente y cínicamente, que puede “posicionarse” (antes era intolerable y antidemocrático), mientras reconoce que “pocos quieren dar el salto” (cualquiera lo da si quiere permanecer en política en semejantes circunstancias), en tanto que los militantes se quejan de que “parece que en el partido no hay gente que pueda ganar las elecciones” y por ello hay que buscar candidatos fuera de la organización. Y mientras el superviviente o supervividor Sánchez, como ustedes prefieran, marca todos los hitos democráticos imaginables (primer Presidente surgido de una moción de censura en vez de unas elecciones generales, primer gobierno sustentado en una manifiesta minoría parlamentaria, primer líder socialista que asalta el poder de su partido mediante una rebelión de las bases, primer gobernante que negocia con totalitarios secesionistas, que escribe y publica un libro autobiográfico estando en el poder, que descaradamente defiende una cosa y la contraria con sus permanentes y famosos bandazos etc etc), sigue coleando su asignatura pendiente, el presunto plagio de su famosa tesis doctoral, que el PP intenta desenmascarar en una comisión de investigación con cuarenta testigos que el Senado (con mayoría absoluta popular) prolongará durante toda la legislatura.
            Pero hay asuntos incluso más preocupantes todavía, protagonizados por el superviviente o supervividor (como prefieran) Presidente del Gobierno ya que afectan directamente a la solidez del Estado de Derecho y de la propia Democracia y, por tanto, trascienden la dimensión de un partido político. En efecto, precisamente cuando los secesionistas de ERC y PDeCat amenazan con tumbar los Presupuestos de Sánchez con sendas enmiendas a la totalidad y, con ello, provocar un adelanto electoral, el Presidente Sánchez acepta un “relator” en la mesa de partidos sobre Cataluña (en la que ni siquiera participa el partido que ganó las autonómicas), provocando las críticas lógicas de PP y Ciudadanos que lo tachan de “puñalada” y “humillación intolerable”. El Gobierno, indecentemente, asume así una figura neutral que coordine el “diálogo”, una especie de mediador que asista a sus reuniones con la Generalitat, mientras el totalitario Torra traiciona la reunión con el Presidente y revela sus 21 exigencias, entre las que figuran, el derecho de autodeterminación, convocar un referéndum, cerrar la vía judicial, desterrar el 155, aislar a los neofascistas (a ellos, evidentemente, no), investigar abusos policiales contra Cataluña, debate sobre la Monarquía para abolirla y mediación internacional; como ven, la mayoría de ellas inasumibles en un Estado de Derecho, cuyo Gobierno, si es decente, se levantaría de la mesa en cualquier país democrático y no se prestaría a alimentar el chantaje de quienes pretenden precisamente destruirlo. La aceptación de este “relator”, eufemismo del “mediador internacional” que piden los secesionistas catalanes, humilla al Estado cuando su Gobierno estatal se rebaja participando en mesas especiales para negociar de igual a igual con gobiernos regionales, supeditados obviamente al rango institucional democráticamente establecido, ya que son los Parlamentos, tanto el estatal como los regionales, donde se han de dirimir, con luz y taquígrafos, los diálogos y las negociaciones para las pertinentes modificaciones legislativas en vez de los atajos secretos y escabrosos al margen de los mismos. Que además los secesionistas le pasen al Presidente del Gobierno una lista de “personalidades internacionales”, como si se tratara de una democracia tutelada, entre las que elegir al “relator” es el colmo de la indecencia, por más que Sánchez ponga como única condición que dicho mediador no tenga perfil internacional, cuando lo que procede es romper definitivamente con semejantes chantajes. El Estado de Derecho, como la mujer del César, no sólo ha de ser honrado e íntegro sino parecerlo….con lo que ni la aprobación de unos Presupuestos, ni la permanencia del superviviente o supervividor Sánchez en el poder justifica semejante mala imagen del mismo, lo que ningún Gobierno democrático del mundo que se precie permitiría.
            Y mientras los independentistas anuncian las enmiendas para vetar el Presupuesto de Sánchez y piden “gestos” al Gobierno, que los acusa de alinearse con la derecha (como si PDeCat, por ejemplo, fuera de izquierdas de toda la vida) mientras les va concediendo con cuentagotas sus antidemocráticas peticiones, el mercado laboral sufre en enero su peor inicio de año desde 2013, pues la Seguridad Social pierde 204.864 afiliados y el paro sube en 83.646 personas más, mientras el Gobierno desoye a los expertos y agrava el frenazo de la Economía al aumentar el SMI y los impuestos, lo que, según algunos, ya lastra inevitablemente la creación progresiva de empleo que se venía dando en los últimos tiempos. Entretanto, mientras la Comisión Europea alerta a España y seis países más por la deuda (aunque prevé que la deuda se reduzca en la UE, teme que, sin cambios en política fiscal, la deuda española supere el 107% del PIB en 2019), Carlos Solchaga, ex ministro con Felipe González y crítico con las políticas de Sánchez, sostiene que “subir el salario mínimo un 22% es un disparate”, preludiando las nefastas decisiones económicas de ZP que abocaron a España al borde del abismo.
            Por otro lado, mientras Carmena se reinventa para sobrevivir a Podemos e IU, diciendo sobre la “operación Chamartín” que “los que quieran un mundo en el que no haya empresas no pueden gobernar”, según NCReport, la alcaldesa madrileña perdería el Ayuntamiento ya que, aunque ganaría las locales, perdería cuatro escaños y no sumaría, como ahora, con los socialistas que pasarían a la cuarta posición, pues, aunque el PP sufre el ascenso de Ciudadanos y la irrupción de Vox, podría gobernar a la andaluza; los resultados serían: Más Madrid el 26´9% de votos y 16 concejales de los 57 que integran la corporación municipal, el PP obtendría el 22´4% y 14 concejales, Ciudadanos el 20´7% y 13, el PSOE el 13´2% y 8, y Vox el 10´9% y 6. Y, entretanto, los taxistas de Madrid desconvocan la huelga tras dieciséis días sin lograr ni uno solo de los objetivos que pretendían, incluido el que les ofertó Garrido el primer día de huelga, como era que la precontratación de los VTC la fijase el Ayuntamiento tal como ellos mismos pedían y que incomprensiblemente rechazaron.
            Por lo que respecta a otros asuntos cabe citar que J. Katainen, Vicepresidente de la Comisión Europea, sostiene que “el sistema judicial español es de los más independientes del mundo”; que Vinicius marca en la victoria del Real Madrid, 3-0, ante el Alavés, mientras el Atlético pierde, 1-0, ante el Betis en Sevilla y el Valencia le empata, 0-0, al Barça en el Camp Nou; que Rafael Bardají, ideólogo de Vox, manifiesta “no somos un hijo pródigo ni un apéndice del PP”; que el fiasco del concurso de RTVE perpetúa a Rosa María Mateo, ya que más de 30 participantes, incluida la candidata que logró mayor puntuación, han recurrido el proceso; que Moncloa lanza una ofensiva ideológica contra la educación concertada mediante un “sablazo” fiscal y menos subvenciones, revisando las deducciones del IRPF a los padres; que Celaá rechaza la reforma de Trabajo para que coticen los becarios; que la Fiscalía ve delitos en la cúpula de Interior del PP por el robo a Bárcenas, afirmando Anticorrupción que “abusaron de sus funciones y de los fondos reservados” para asaltar el “zulo” donde ocultaba sus papeles; que un magnate ruso busca una ganga en Día, intentando la compañía LetterOne adquirir los supermercados con una opa de bajo coste; y que, mientras el Papa defiende la libertad religiosa en la Península Arábiga, en España la Justicia reclama información a la Fiscalía sobre la pederastia en la Iglesia, ordenando abrir una investigación contra la Iglesia por los casos de pederastia.     
            Y en el exterior, mientras Macron retoma la iniciativa con el impulso de su gran debate ciudadano, remontando en los sondeos tras la crisis de los “chalecos amarillos”, prosigue la inquietud por Venezuela, donde Guaidó dice “ruego a las tropas que dejen pasar la ayuda humanitaria” mientras Maduro se niega a ello. Entretanto Bruselas espera que los países de la UE reconozcan en cascada a Guaidó, tras reconocerlo la propia Unión, mientras Maduro moviliza sus milicias armadas y España se dispone a legitimar de manera “clara y expresa” al presidente interino y EEUU se presta a enviar “ayuda humanitaria”. En efecto, finalizado el ultimátum, el Gobierno de Sánchez reconoce al fin a Guaidó como presidente para convocar elecciones, mientras Trump aumenta la presión y deja abierta la puerta a una intervención militar y una veintena de países de la UE, que se suman al reconocimiento de Guaidó, marcan distancia con EEUU y abren la  puerta a un diálogo que permita la salida de Maduro, asunto harto difícil ya que los dictadores no suelen abandonar el poder pacíficamente, por más que el espaldarazo internacional a Guaidó, en este caso, deje a Maduro en un limbo diplomático descomunal (por ejemplo, el “embajador” de Guaidó en España no tendrá rango diplomático y el nombrado pos Maduro no tiene sentido desde que éste no es reconocido por España). En definitiva, España y las principales potencias europeas, salvo Italia, rompen con el régimen venezolano e impulsan un plan de ayuda humanitaria, mientras la Asamblea Legislativa venezolana se dispone a nombrar a una red de “embajadores” en dichos países y Maduro la emprende contra Sánchez diciéndole “la historia te recordará como un pelele de Donald Trump” o “el Gobierno cobarde de España ha tomado una decisión nefasta”, dándose la paradoja de que una serie de analistas y políticos españoles, supuestamente progresistas y demócratas de toda la vida, sostienen en los medios que el reconocimiento de Guaidó supone apostar por la violencia en Venezuela, prefiriendo alinearse con Rusia (paradigma de democracia, donde la haya) en la defensa de Maduro, frente al resto de solventes democracias occidentales de contrastada libertad y respeto a los derechos humanos en sus regímenes políticos, dando la callada por respuesta a las bravuconadas del dictador Maduro presumiendo de que las milicias populares venezolanas, ya movilizadas, están armadas y dispuestas a un enfrentamiento violento. En fin, son los amantes de los diálogos imposibles con recalcitrantes dictadores como argucia para sostener a los totalitarismos indecentes, como es el caso, mediante la disyuntiva de dejarlos actuar mientras se dialoga inútilmente con ellos (que le pregunten al mediador Zapatero), ya que caso contrario se está a favor de la violencia, lo que ningún demócrata de verdad desea, pero el sometimiento de los pueblos a los caprichos de los dictadores tampoco.
                                    Jorge Cremades Sena

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