Tal
como le venían pidiendo últimamente los partidos de la oposición (PP,
Ciudadanos y Vox), así como las CCAA más afectadas por el coronavirus, como
Madrid, Pedro Sánchez decide finalmente decretar el “estado de alarma” en
España con el fin de afrontar la crisis del Covid-19 con mayor eficacia y
unificación de criterios, centralizando la gestión en el Gobierno de España
para evitar la descoordinación actual, pues con una Sanidad transferida entre
las diecisiete autonomías es casi inevitable que cada una de ellas vaya por su
lado y, pendientes de las recomendaciones del Gobierno central, adopte o no sus
propias soluciones para atajar la expansión del virus en medio de una confusión
competencial con limitaciones y dificultades manifiestas. Y lo grave es que el
coronavirus no espera y se sigue expandiendo de forma alarmante por casi todos
los territorios españoles. Acertada decisión pues por parte del Gobierno
(aunque para algunos tardía) que, a partir de ahora, y durante 15 días (si
fuera necesaria una prórroga del estado de alarma habría de ser avalada por al
Congreso de los Diputados), permite al Ejecutivo detentar las competencias,
entre otras, de Sanidad, Seguridad y Transportes, las cuales, mientras dure la
alarma, quedarán recentralizadas (vocablo maldito para el secesionismo) para
una mejor gestión de la emergencia a lo largo y ancho de todo el territorio
español. Los líderes de la oposición, tanto Casado como Abascal y Arrimadas, se
han apresurado a apoyar la decisión del Ejecutivo aunque censuran que haya ido
a la zaga de los acontecimientos y que haya cometido irresponsabilidades, como
la de alentar las multitudinarias manifestaciones del 8-M (la UE desaconsejó
permitir “multitudes” seis días antes) o haber actuado tarde contra lo que
ellos le pedían. Asimismo critican que Sánchez anunciara previamente la
decisión de decretar el estado de alarma con antelación, dando tiempo, como
sucedió en Italia, a que muchas personas se movieran de forma irresponsable
desde el interior a las zonas de playa como si de unas vacaciones se tratara.
No obstante, como dice Casado, ya habrá tiempo para críticas, y ahora toca
apoyar las medidas concretas de la alarma y la más que probable prolongación
temporal de la misma, ofreciéndole apoyarlo en el Congreso con sus votos si
fuera necesario. Esperemos pues que con el estado de alarma, la medida más
suave en circunstancias de excepcionalidad, ya que no suprime derechos
ciudadanos fundamentales sino que, a lo sumo, limita algunos de ellos como la
movilidad, sea suficiente para reordenar y unificar el actual variopinto
panorama en el que cada autonomía o ayuntamiento ha ido tomando decisiones
unilaterales, algunas excepcionales, con confinamientos incluidos. Así las
cosas Comunidades como Madrid, que pidió durante diez días medidas
excepcionales y el Ejecutivo se negó, o Galicia, entre otras, ya han decretado
su propia alarma con el cierre de todo tipo de establecimientos salvo aquellos
de primera necesidad (farmacias, supermercados, gasolineras y quioscos),
Urkullu en el País Vasco ya ha declarado la suya propia o alerta sanitaria,
Torra pide ayuda al Ejecutivo para confinar todo el territorio de Cataluña dado
que puertos, aeropuertos y ferrocarriles siguen siendo competencias del Estado,
etc etc. Además, progresivamente, las diferentes CCAA han ido cerrando
unilateralmente colegios, institutos y universidades, dejando a diez millones
de alumnos sin clase, mientras van extendiendo las restricciones a actos
públicos, se van cerrando lugares de ocio, como bares y restaurantes,
aconsejando a los ciudadanos que permanezcan en sus casas, que eviten
aglomeraciones y que guarden siempre la distancia de seguridad. En muchos casos
apelaciones a la responsabilidad individual y colectiva que seguramente habrán
de ser impuestas ahora, sí o sí, con medidas coercitivas ya que no todo el
mundo es lo suficientemente responsable como para evitar su propio contagio o
para evitar el contagio de los demás. Y ello sólo es posible en un Estado tan
descentralizado como el nuestro con la unificación del mando en manos del
Gobierno que le habilita el anunciado estado de alarma en todo el territorio
español.
En
efecto, hablando de responsabilidades, territorios y municipios de Galicia,
Comunidad Valenciana o Murcia, entre otros, ya han tenido que salir al paso y
decretar el confinamiento en sus casas dada la avalancha de madrileños hacia
las zonas de playa como si de vacaciones de verano se tratara. Todo ello cuando
los contagiados ya rebasan en España los 6.400 y los fallecidos pasan de 190 personas,
variables que siguen creciendo de forma alarmante; cuando el Ejército suspende
todos sus ejercicios y maniobras; cuando las ciudades y pueblos van clausurando
progresivamente la Semana Santa y otras festividades; cuando los hospitales
apenas disponen de camas libres en las UVIs y Sanidad admite ya la falta de
material en una crisis que puede durar varios meses; cuando Madrid se dispone a
convertir determinados hoteles en hospitales para afrontar la demanda de hospitalizaciones;
cuando las CCAA han ido cerrando progresivamente las actividades educativas en
sus territorios, pese a la opinión de Sanidad que acabó aceptándolo; cuando
España ya es el segundo país de la UE con más contagiados; y, en definitiva,
cuando se iba consolidando un mapa rocambolesco de situaciones variopintas para
afrontar un problemón que no puede depender de intereses territoriales,
político-ideológicos o de cualquier otra índole, sino de un interés supremo, en
el que todos estén implicados, bajo el mando único del Gobierno de España pues
lo que está en juego es la vida y la salud de todos los españoles.
Una
situación a la que hay que añadir el deterioro progresivo de la Economía, no
sólo española sino también europea e internacional, que dibuja un siniestro
futuro panorama sin lugar a dudas. El Ibex pierde unos 235.000 millones desde
el comienzo de la crisis, la mayor caída de la Bolsa de toda su historia; el
sector turístico, motor de la economía española, paralizado con el necesario
cierre de bares, restaurantes y lugares de ocio, en el que los hoteleros ya
manifiestan que “nunca hemos tenido tantas cancelaciones como ahora”; y el
conjunto de pequeñas y medianas empresas, mayoritarias en el país, así como los
trabajadores autónomos que se ven incapacitados para afrontar este obligado
cierre económico, en tanto que miles de trabajadores ven peligrar sus puestos
de trabajo. Una situación para la que Hacienda plantea suspender el pago de las
hipotecas (medida que beneficiaría sólo a los afectados por la epidemia y con
condiciones estrictas, al estilo de la moratoria ya implantada en Italia, y que
duraría entre 6 y 18 meses); para la que el Ejecutivo inyecta 14.000 millones
en la Economía y 3.800 a la Sanidad, proponiendo Sánchez un Presupuesto
“extrasocial” y Arrimadas ofrece su voto, mientras Casado, que lo califica de
insuficiente, también lo apoyará; y para la que Sánchez adelanta 2.800 millones
a las CCAA y aplaza los impuestos a las Pymes.
No
obstante lo esencial es que, tras anunciar Sánchez su decisión de decretar el
estado de alarma en vez de decretarlo directamente en un Consejo de Ministros,
éste se celebra un día después para concretar las medidas concretas y, tras siete
horas de deliberaciones, que demuestran las discrepancias internas del
Ejecutivo de coalición y las reticencias de sus socios avalistas
nacional-independentistas, decide concentrar en Sanidad plenos poderes,
mientras Interior, Transporte y Defensa (ministerios todos ellos gestionados
por ministros socialistas y no podemitas), refuerzan en todo el territorio
español sus competencias. Un Ejecutivo dividido además por las medidas
económicas, mientras Sánchez aplaza al martes las ayudas concretas a empresas y
trabajadores. Al final un tenso y prolongado Consejo de Ministros para activar
en todo el país un estado de alarma con condiciones muy restrictivas para salir
a la calle y circular, mientras la pugna Sánchez-Iglesias y las tensiones con
sus socios nacional-secesionistas entorpecen el mando único imprescindible para
gestionar la crisis. Por su parte, Casado, como líder de la oposición, asegura
que “Sánchez encontrará más lealtad en el PP que en sus socios”, pero afea al
Presidente el retraso para tomar tan necesaria decisión y que pida unidad a la
oposición cuando el Gobierno está “dividido”; asimismo ha criticado la
actuación del lehendakari Urkukku y del president Torra, llegando a hablar de
“deslealtad”, tras informar Pedro Sánchez de que con el estado de alarma la autoridad
competente en todo el Estado será el Gobierno de España y apelar a la unidad de
todas las fuerzas políticas porque vienen “semanas difíciles de sacrificios”;
y, tras recalcar que Sánchez en estos momentos difíciles, “está encontrando más
lealtad en el PP que en sus socios de investidura” afirma que el Gobierno “ha mostrado
una profunda división interna en un momento en el que lo que se demandaba era
unidad y responsabilidad” ya que “ha tenido que celebrar tres Consejos de Ministros
en cuatro días para tomar medidas que le habíamos reclamado hace semanas” por
lo que “no se puede exigir unidad a la oposición cuando el Gobierno está
dividido”, añadiendo que, ante una crisis de esta envergadura, no pueden estar
al “albur de los retrasos que impone Podemos o los socios independentistas” del
Ejecutivo. Además ha reprobado al Gobierno de coalición que pida “disciplina
social” a los ciudadanos mientras el Vicepresidente Iglesias “se salta la
cuarentena ante toda España”, después de que su mujer y ministra Irene Montero,
haya dado positivo en coronavirus, pues “todos tenemos que dar ejemplo y las
personas a las que las autoridades sanitarias hayan impuesto cuarentena, deben
cumplirlo”, para terminar cargando contra la “deslealtad” del President Torra y
el lehendakari Urkullu por cuestionar el estado de alarma alegando la posible
vulneración de sus competencias autonómicas, mientras señala que él ya le ha
trasladado a Sánchez que el PP y los presidentes de las CCAA que gobierna “actuarán
con lealtad” y “sentido de Estado”, aunque le solicita que comparezca “cuanto
antes” en el Congreso para explicar, como procede, las medias concretas anunciadas.
Entretanto,
mientras la OMS declara como pandemia global el coronavirus, el BCE reclama a
Europa una respuesta contundente al virus, añadiendo Lagarde que la inacción
puede derivar en una crisis como la de 2008; Italia crea un fondo de 25.000
millones y Reino Unido de 34.000; Francia pide una actuación fiscal coordinada
que divide a los 27; Italia cierra todo el comercio salvo alimentación y
farmacias, mientras el representante de la OMS para Italia califica de “locura”
que el Gobierno español no prohibiera la manifestación del 8-M en Madrid, que
duplicará el número de camas en los hospitales; Bruselas autoriza a los
gobierno a gastar “lo que sea necesario”; se desata una polémica en Reino Unido
tras renunciar Johnson a contener el virus; cuatro países de la UE prohíben la
entrada de extranjeros y hacen tambalearse Schengen; y, mientras la OMS sitúa a
Europa como epicentro actual de la pandemia ya que avanza el virus con más
rapidez que en China, Lagarde decepciona con su plan de estímulos ante la
crisis percibiéndose el plan del BCE como insuficiente. Por otro lado el “paciente
1” de Italia, que ingresó el 20 de febrero en condiciones gravísimas, vuelve a
respirar; EEUU decreta la emergencia nacional con lo que Trump se toma al fin
en serio la crisis, mientras Biden camina con firmeza hacia la nominación demócrata
al ganar claramente a Sanders otras cuatro primarias…..y, ¡ah!, el todopoderoso
Harvey Weinstein es condenado 23 años de
cárcel por agresión sexual.
Jorge Cremades Sena
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