martes, 20 de agosto de 2013

INFIERNO CONGELADO

                        No me refiero al infierno egipcio, que ojalá pudiera congelarse para que el pueblo no siga abrasándose entre las llamas de unos y de otros, quienes, ebrios de ira endemoniada, condenan a muerte a demasiados inocentes, víctimas de un fuego cruzado indiscriminadamente, cuando debieran ser ellos los condenados al fuego eterno, si es que éste existe. Mientras los jefes de la Hermandad, pareciéndoles poco su convocatoria del “viernes de la ira”, anuncian una ampliación, convocando la “semana de la ira”, el jefe militar golpista responde con el anuncio de más represión. Mientras es detenido el líder espiritual de los Hermanos Musulmanes, las autoridades judiciales ordenan la liberación de Mubarak, el anterior dictador (apoyado internacionalmente, como otros tantos en otros tantos países, mientras convino) que, tras su derrocamiento en la tan ansiada “primavera árabe”, es el origen de este infierno después de una breve estancia en un purgatorio “democrático” de corte occidental, siempre mal entendido en los países de civilización islámica. Mientras un ataque islamista siembra la muerte en Sinaí, el jefe militar egipcio advierte que la violencia “no doblegará al Estado”, olvidando que ha sido secuestrado precisamente por la violencia. Y así, un despropósito detrás de otro que, si no se remedia urgentemente, está a punto de incendiar la mecha de una guerra civil que, al igual que la de Siria (olvidada por cierto últimamente) sólo puede acarrear más alarma e inestabilidad en el polvorín en que, desde hace demasiado tiempo, se ha convertido el Próximo Oriente. Menos mal que la Junta Militar ha decidido al menos redoblar la seguridad para garantizar el tráfico comercial por el Canal de Suez, que de momento sigue abierto, pues hay que recordar que por él transitan diariamente unos dos millones y medio de barriles de petróleo y, aproximadamente, el 8% del comercio mundial, lo que haría inasumible para la comunidad internacional un hipotético cierre del mismo.
            Pues bien, como he dicho, no me refiero al infierno egipcio, que, desgraciadamente, en vez de estar congelado sigue avivando el fuego cada día que pasa, me refiero a la última chulería de Picardo, el ministro principal gibraltareño, que, ante la exigencia de Rajoy para retomar el diálogo con Cameron, que no con él, de que retiren los bloques de hormigón con pinchos de acero que lanzaron al mar los gibraltareños, ha contestado literalmente que “el infierno se congelará antes de que retire los bloques”. Una buena respuesta para los amantes del diálogo, como el portavoz de ERC en el Congreso, siempre que previamente se garanticen las ilegalidades cometidas, a las que tan acostumbrados están. El mismo diálogo al que apelan los independentistas catalanes bajo el slogan “dialoguemos para que se me garanticen y consoliden todas mis ilegalidades”. De no hacerlo, te conviertes en un intransigente. Además, el “dialogante” Picardo, no conforme con semejante chulería (¡qué dirían los ingleses y, lamentablemente, demasiados españoles, si fuese Rajoy quien las dijera!), mientras los pescadores españoles protestaban pacíficamente con sus barcas, gritando “dejad de jugar con el pan de nuestros hijos”, les lanzaba a la policía gibraltareña, provocando momentos de bastante tensión, y les advertía “si os acercáis será peor para vosotros”. Me pregunto “¿les iba a disparar?”. Menos mal que, al parecer, la UE está dispuesta a enviar los observadores que, solicitados por Cameron sólo para el asunto de los controles, acepta y solicita Rajoy siempre que su misión sea una investigación “global” de la situación del Peñón. Se me ocurre que, mientras llegan los observadores, no estaría nada mal que Picardo siguiera haciendo de las suyas, pues, si no nos hemos vuelto todos locos, imagino que sus chulerías al primero que enojarán será a Cameron que sabe de sobra que, antes o después, la solución pasa por una negociación bilateral entre el gobierno británico y español. Y también sabe que lo peor que pudiera suceder, tanto para los llanitos como para los ingleses, aunque afecte a algunos españoles de la zona, es que, amparándose en la legalidad nacional e internacional, en el propio Tratado de Utrecht y en la evolución histórica de la descolonización España ponga en serios aprietos la viabilidad del alto nivel de vida que gozan los habitantes del Peñón, que no ciudadanos gibraltareños, y las buenas relaciones entre dos países, Gran Bretaña y España, socios de la UE. Atentos pues a lo que, en principio, diga Bruselas. Entretanto España sólo tiene que seguir manteniendo su firmeza respetuosa con la legalidad, mientras recopila un dossier que pruebe las agresiones e ilegalidades cometidas por las autoridades gibraltareñas. Pruebas hay de sobra (blanqueo, contrabando, evasión fiscal, erosión medioambiental…) y sólo hay que demostrar la gravedad de las mismas (no es lo mismo, por ejemplo, el contrabando de tabaco que el de armas) como, por ejemplo, las últimas mentiras de Picardo al sostener que la arena para el relleno de Gibraltar procede de una cantera y no de una playa, cuando, al parecer, hay pruebas de que procede de las dunas de Valdevaqueros, lo que supondría un verdadero tráfico de arena protegida de Tarifa que está investigando Fiscalía.
            Y entre el resto de noticias que destacan los principales diarios españoles, desde mi punto de vista, cabe destacar, o, al menos, mencionar la investigación por parte de Fiscalía del uso fraudulento por parte de UGT de fondos europeos destinados a los parados, al utilizarlos para apoyar huelgas y actividades propagandísticas; el rifirrafe entre los dirigentes populares y socialistas que, ante la afirmación de éstos de una financiación ilegal del PP, aquellos amenazan con acabar en los tribunales; la imputación de responsables de seguridad de Adif en el caso del accidente de ferrocarril de Santiago, junto a la más que probada imprudencia del maquinista; y, especialmente, el éxodo a otros territorios españoles de más de mil empresas de Cataluña, de donde casi 600.000 personas han salido desde el inicio de la crisis, mientras que un centenar de cargos de Artur Mas cobran más que el propio presidente del gobierno Mariano Rajoy. En fin, como para el independentismo catalán, la culpa de todo la tiene España, supongo que del derroche que hace gala el gobierno de CiU, con el imprescindible apoyo de ERC, el culpable será el gobierno central. Estamos ya tan acostumbrados a conductas tan indeseables por parte de algunos de nuestros políticos que casi nada nos sorprende.
            Por cierto, en el artículo “Desvaríos o majaderías políticas”, que acabo de colgar en mi blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/ recojo las últimas que, al menos a mí, sí me han sorprendido. ¿Y a vosotros? Supongo que también.



Jorge Cremades Sena

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