Por
si en España no tuviéramos suficientes catástrofes económicas, sanitarias,
laborales, políticas y sociales viene “Filomena”, una devastadora borrasca, a
ponernos la puntilla dejando más de media España incomunicada, especialmente
Madrid y todo el centro peninsular, con nevadas históricas que han sembrado el
caos por doquier y, por si fuera poco, tras su paulatino alejamiento de la
Península deja tras de sí una oleada de frío descomunal que hace más difícil
todavía el auxilio a los principales damnificados y la reparación de los daños
causados. En definitiva, en pleno auge de la pandemia, España se congela bajo
la nieve, batiendo el record de temperatura más baja, hasta 35´8º grados bajo
cero, y dejando miles y miles de vehículos tirados en las carreteras, muchas
ciudades y pueblos aislados e incomunicados, convirtiendo en un gélido infierno
gran parte de nuestro territorio, colapsando Madrid y poniendo en alerta a
media España, con lo que ya se considera como la nevada del siglo. Con más de
cuarenta provincias en alerta por la borrasca y con Madrid bloqueada (decenas
de carreteras cortadas, Barajas cerrado y servicios ferroviarios suspendidos),
Toledo se ve obligado a pedir ayuda al Ejército mientras cada vez se hace más
factible acumulaciones de nieve superiores a los veinte centímetros de espesor
y las cadenas se iban haciendo obligatorias para intentar desplazarse por las
carreteras, repletas de coches y camiones en las cunetas. El temporal más
intenso en más de medio siglo, que se ceba en el centro y este peninsular y que
nos deja varios muertos y considerables destrozos, teniendo que ser rescatadas
más de 1.500 personas, desbordando los planes de emergencia, con un Gobierno
minimizando los efectos y escudándose en la cogobernanza, cajón de sastre dónde
cabe todo para eludir unos y otros las responsabilidades, y delegar en las
CCAA, que piden ayuda para afrontar de la mejor forma posible semejante
desastre. Al efecto, Madrid, que va recuperando el pulso y reabre vías para los
servicios esenciales, mientras una red de voluntarios se afana en el rescate de
enfermos y personas vulnerables, estudia, según su alcalde, pedir el estado de
“zona catastrófica” para salir del caos, en tanto que el Gobierno, que minimiza
el impacto de la borrasca y relativiza el daño, lo descarta, según Marlaska,
sin ni siquiera haber evaluado los daños causados. El Gobierno, que garantiza
el reparto de suministros y de la vacuna del Covid para continuar con el ya
retrasado proceso de vacunación, rechaza de entrada declarar Madrid “zona
catastrófica”, cuando, si globalizamos todas las catástrofes que padece España
últimamente y en todos los terrenos, lo que se debería hacer es declarar todo
el país como “zona catastrófica” con la exigencia de que, por encima de
diferencias ideológicas y territoriales, todas las instituciones del Estado se
pusieran a trabajar al unísono para salir de esta caótica situación en que
estamos inmersos en vez de tirarse los trastos a la cabeza unos a otros según
su conveniencia particular. Pero ya ven, aquí, en nuestro país, este consenso
necesario es inútil y cada uno busca dejar ciego al contrario aunque él se
quede tuerto, pues el compromiso colectivo y la altura de miras es algo ajeno a
nuestros políticos en general, más preocupados por sus intereses particulares
de corto recorrido que de los intereses generales de largo alcance. Y en medio
de esta catástrofe colectiva el Presidente Sánchez, tras dos días de colapso,
reaparece públicamente para informarse mientras el PP le acusa, una vez más, de
lavarse las manos y su líder, Casado, Jefe de la oposición, declara: “Sánchez
llega tarde pero le apoyaré ante la ola de frío”, añadiendo “no voy a permitir
nunca un Poder Judicial Frankenstein, ya se lo he dicho al presidente”, “Vox
siempre ha defendido a Trump, los extremismos cometen los mismos excesos”, “me
enteré por la prensa de la intención del Gobierno de regular la Corona por
ley”. Y es que son tantas las discrepancias insalvables en temas esenciales
entre Gobierno y oposición que, hoy por hoy, se hace impensable e imposible
llegar al imprescindible mínimo consenso que requiere al menos la solución de
asuntos esenciales de Estado……imaginen lo que sucede para aquellos otros
asuntos de menor envergadura, pero no menos importantes para la mayoría de los
ciudadanos, hartos ya de tanta incompetencia y demagogia que sólo sirve para
empeorar la situación. Es más, hasta la subida del precio de la luz por el
temporal desata una batalla política, pues el Gobierno dice que es algo
coyuntural y la oposición le reclama medidas mientras critica su doble rasero
ya que tanto PSOE como Podemos, cuando estaban en la oposición culparon al
Gobierno de Rajoy de subidas de las tarifas cuando eran incluso menores que las
de ahora…..entretanto, el precio de la luz y el gas se dispara y bate record,
mientras Sánchez e Iglesias callan tras haber acusado al gobierno del PP de ser
cómplices de la “pobreza energética”, cuando lo sustancial para la ciudadanía,
al margen de críticas y reproches, por legítimos y fundamentados que sean, es
que encender los electrodomésticos y las calefacciones les costará a los españoles
el doble ahora que al empezar el año.
Mientras
tanto España registra 51.675 muertos por Covid y supera ya los dos millones de
contagiados cuando, según SigmaDos, dos tercios de los españoles creen ineficaz
la gestión de la crisis sanitaria y Carmen Calvo, a pesar de tan malos datos,
sostiene que “no tenemos previsto permitir otro confinamiento” que algunas CCAA
solicitan, en tanto que los sanitarios alertan de que “hemos perdido el
control” e Illa, el ministro candidato a presidir Cataluña, pronostica que
llegarán “semanas duras” pero descarta más medidas. La cruda realidad es que
las hospitalizaciones por Covid suben un 39% desde Navidad y los ingresos en
UCI aumentan un 20%, mientras los expertos temen más alzas y el colapso del
sistema sanitario. Y mientras se espera que la vacuna de Moderna comenzará a
inyectarse antes de diez días, cuando se está siendo incapaz de consolidar el
proceso de vacunación de la de Pfizer por cuestiones logísticas, Illa prevé la
inmunización de un millón de personas a la semana, cuando, hasta la fecha se
está bien lejos de suministrar la totalidad de las dosis que hay disponibles.
Por
otro lado, cuando Trabajo y los agentes sociales prorrogarán los ERTEs (todavía
hay quienes ni los han cobrado) hasta el 31 de mayo, hasta los asesores de
Calviño rebajan el optimismo económico fiando el rebote del PIB a la vacuna y a
los fondos europeos, que Moncloa ve difícil inyectar más allá del 50%, mientras
el Ministerio de Hacienda asume el mando del comité técnico para agilizar los
trámites. No obstante Sánchez usará la UE como coartada electoral ya que España
ostentará en 2023 la presidencia europea y podrá adelantar o retrasar las urnas
según le convenga, ya que el acuerdo de coalición de Gobierno aguanta pese a la
guerra pública y notoria entre PSOE y Podemos (léase Sánchez e Iglesias)
mientras la recesión y el paro con la deuda se toman como bandera de la gestión.
Un acuerdo de gobierno curioso en el que cabe todo tipo de discrepancias entre
sus miembros incluso en asuntos de Estado fundamentales como el caso de la
Jefatura de Estado, al extremo de que todo apunta a que el Vicepresidente Iglesias
no apoyará la Ley de la Corona que prepara el Presidente Sánchez con Zarzuela,
aunque Podemos, como socio minoritario del Gobierno de coalición, no torpedeará
la futura norma, que habrá de ser aprobada sin el respaldo de medio gobierno, y
se conformará con seguir forzando el debate sobre las urnas.
Por
lo que respecta a otros asuntos cabe citar que detienen en Barcelona a un
comando de excombatientes yihadistas; que la Justicia belga aleja una posible extradición
de Puigdemont al no recurrir la fiscalía el rechazo a entregar a España a Lluís
Puig, lo que marca el camino para el resto de casos; y que el pacto España-Reino Unido prevé demoler la verja de Gibraltar,
dando el principio de acuerdo al Gobierno español el control sobre las entradas
al Peñón y la competencia de expedir visados.
Y
del exterior cabe destacar que Londres pide ayuda urgente al saturarse los
hospitales, mientras parece ser que la vacuna Pfizer si es eficaz contra las
nuevas cepas. Pero el asunto que acapara el interés mundial es la conmoción que
sufre EEUU tras la toma del Capitolio, mientras confirma a Biden y empieza a
aislar a Trump, con los demócratas movilizados para que el presidente salga de
la Casa Blanca de inmediato, al extremo de que Pelosi insta a Pence a que
promueva su cese y amenaza con abrir un proceso de destitución, mientras la
Secretaria de Transportes y otros altos cargos del Ejecutivo actual dimiten
después de la insólita revuelta que ha demostrado que la seguridad del
Capitolio, uno de los edificios más seguros del mundo, queda cuestionada por no
resistir el asalto golpista; Trump, que mantiene el pulso pese a que el
Capitolio certifica su derrota, promete al final una “transición ordenada” pero
sin renunciar a la “lucha” tras validar su vicepresidente la victoria de Biden,
que lo acusa de instigar a los “terroristas domésticos” mientras el partido
republicano se divide y Pence toma el control de la situación tras el asedio
que no se pudo parar y que deja cuatro fallecidos; y mientras Facebook e Instagram
castigan a Trump, cerrando sus cuentas en redes sociales porque “presenta
riesgos demasiado grandes”, se presiona para que su salida exprés sea
inmediata, amenazando los demócratas con el “impeachment” si no dimite,
mientras él anuncia, rompiendo la tradición, que no asistirá al relevo por
Biden y mientras Pelosi quiere quitarle de inmediato el control nuclear; por su
parte el FBI distribuye fotos para localizar a los líderes de la revuelta y que
están en busca y captura.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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