Sánchez,
que recurre para ocultar su uso del Falcon alegando ante la Audiencia Nacional
que es el “líder de la Seguridad Nacional” para no cumplir la sentencia sobre
sus viajes privados, quiere, sin duda, seguir disfrutando de semejante estatus
y, para ello, liga su futuro a Cataluña sabiendo que su estabilidad depende de
que su ministro Illa, que dejará el Ministerio de Sanidad a finales de mes, sea
la llave para la gobernabilidad de la Generalitat. Al efecto, el todavía
ministro y candidato a las autonómicas catalanas por el PSC inaugura con
premura su precampaña electoral con un acto en el que llama a terminar con las
“cómodas trincheras” del “procés” y reivindica el “diálogo con todos” para
superar una “década perdida”. Por su parte el líder del PP catalán, Alejandro
Fernández, afirma que “Illa ha convertido la mentira en un elemento fundamental
de su trayectoria” y cree que el ministro ahora “va a Cataluña a pactar con los
independentistas” y no, como afirma, de que “su aspiración es derrotar al
independentismo” ya que los pasos que están dando es “para pactar con ellos”.
En definitiva, en sintonía con lo que Sánchez hace a nivel nacional. Entretanto
Puigdemont, en la antesala de la precampaña electoral catalana, se queda solo
en la reivindicación de la independencia unilateral ya que de las diez
principales candidaturas catalanas la CUP desea forzar al Estado a aceptar un referéndum
pactado; ERC a que admita el derecho de autodeterminación pero con “diálogo”;
el PDeCat defiende también que el Gobierno español consienta el referéndum; el
PNC de Marta Pascal plantea que la independencia no es prioritaria; En Comú
Podem busca una república plurinacional federal; Vox reivindica “la libertad de
millones de catalanes oprimidos por el separatismo”; y PSC, Ciudadanos y PP
coinciden en que hay que superar la etapa de gobierno independentista, aunque
con notables matices entre ellos. Ya ven, un variopinto mosaico de propuestas,
todas pivotando sobre la política territorial (el resto de políticas, como la
económica y social, pueden esperar mientras duermen el sueño de los justos y
Cataluña se arruina), que, al final, apuntan a que, si se dan los números para
reeditar el nefasto tripartito de Maragall y Montilla, que trajo estas
consecuencias a base de cesiones indecentes al separatismo, será lo que
finalmente hagan ERC, PSC y En Comú Podem, lo que obviamente afianzaría el
gobierno de coalición Sánchez-Iglesias con el respaldo de los secesionistas de
Esquerra ahora camuflados pero sin dejar sus exigencias secesionistas al
Gobierno de que admita un “derecho de autodeterminación” pero con “diálogo”, lo
que, a todas luces sería una manifiesta ilegalidad salvo que se reformara la
Constitución radicalmente al efecto, para lo que los partidos proponentes
carecen de mayoría suficiente. Más de lo mismo pues en Cataluña, si no lo
remedian los catalanes en las urnas, y más de lo mismo en España, si no lo
remedian los españoles. En efecto, según SigmaDos, aunque Casado se sitúa a
menos de tres puntos de Sánchez con Podemos en retroceso, los resultados
electorales serían PSOE 27´9%, PP 25´2%, Vox 13´5%, UP 10´8% y Cs 7´7%; y,
según NCReport, serían PSOE 26´2% y entre 110-112 escaños, PP 24´3% y 102-104,
Vox 15´2% y 51-52, UP 11´7% y 30-31, Ciudadanos 6´7% y 10-11, y ERC 3´5% y 13-14
(nótese el desequilibrio entre escaños y porcentaje de votos de ERC con respecto
a Cs). Así las cosas, aunque el bloque de derechas se acerca a la mayoría
absoluta y Casado recupera por primera
vez desde el verano los 100 escaños, y aunque la coalición Sánchez-Iglesias se
deja hasta 15 diputados en un año, la izquierda seguiría en Moncloa gracias a
los secesionistas catalanes y vascos, más aun si Illa consigue ser la clave de
la gobernabilidad en Cataluña y propiciar el citado tripartito con ERC a la
cabeza. Cataluña es pues el objetivo de Sánchez para su propia estabilidad como
gobernante y a ello se debe la operación Illa, cuando, según SigmaDos, dos de
cada tres votantes del PSOE se oponen a Bildu y los indultos, pues el 67% de
los electores socialistas rechaza el pacto con los abertzales, sólo los
seguidores de Podemos apoyan el perdón a los presos del “procés” y la mayoría
se opone al acercamiento de etarras, mientras el años 2020 acaba con un
centenar de ellos más cerca del País Vasco. Estas son las expectativas
políticas más inmediatas, nada más iniciado el año 2021, tras despedir el
insólito 2020, con una Puerta del Sol cerrada y vacía durante las campanadas y
con los contagios del virus ascendiendo mientras Illa, el Ministro de Sanidad,
abandona el barco en pleno temporal para ocuparse de otros menesteres más
interesantes, aunque deja claro que hasta el inicio de la campaña electoral
catalana a finales de este mes no dejará el barco sanitario definitivamente y
entretanto lo compaginará con sus nuevas ocupaciones, ya que, según él, como
“un servidor público” asume la nominación, que negaba hace unos días, como un
acto para “ayudar a resolver problemas” si se lo pedía el partido.
Mientras
tanto el Gobierno, al que todavía pertenece Illa, cede ante Madrid y las
farmacias venderán test de antígenos y el Ministro arranca su campaña catalana
sin bajarse del coche oficial de Sanidad para lanzar su primer “spot” electoral
y hacer ostentación de ministro cuando España está en el “top 10” negro de la
pandemia con cifras de contagios y muertos muy elevadas en plena tercera ola.
El ahora dialogante Illa como candidato del PSC se despide como Ministro de
Sanidad con el veto a todas las medidas de la oposición incumpliendo el acuerdo
al que llegó en el Congreso de admitir cambios en la ley de la nueva
normalidad, mientras el personal sanitario, subido a la tercera ola de la
pandemia y convertido en la vanguardia de la lucha contra la Covid, afronta el
aumento de casos tras las Navidades con el miedo de que la esperanza de las
vacunaciones nos haga bajar la guardia, en tanto que los “mossos” desalojan una
“rave” de fin de año tras cuarenta horas de fiesta ilegal, de las muchas que se
vienen realizando a lo largo de toda la geografía española. Y mientras los
festivos ocultan la magnitud de la tercera ola de contagios, pues el número de
pruebas ha caído un 13% en la semana de Navidad aunque se acumulan señales de
que los contagios se aceleran, la nueva cepa británica se descontrola y, de
momento, obliga a confinar Gibraltar por decreto de Picardo en tanto que la
Junta de Andalucía pide un cortafuegos para evitar convertirse en la “puerta
trasera” por la que se cuele esta tercera ola de forma imparable.
Y
es que, tras el Brexit, Gibraltar se ha convertido en otro verdadero problema
para España y no sólo en el asunto de la pandemia. En efecto, España y Reino Unido
acuerdan el derribo de la Verja de Gibraltar con lo que Madrid y Londres evitan
un Brexit duro tras acordar que el Peñón quede dentro del área Schengen, por lo
que al final, gracias a que España ha ido suavizando su posición histórica
sobre el Peñón en favor de un pragmatismo, que ha hecho posible este pacto “in
extremis” en Nochevieja, se pasa de un “Gibraltar español” a un “Gibraltar
europeo” pues Exteriores evita la reclamación de soberanía aunque dice que no
renuncia, pues, según el Ministerio, la negociación se hace “sin perjuicio de
la pretensión irrenunciable sobre la soberanía”. Lo cierto es que, con el acuerdo que evita el
Brexit duro en Gibraltar, los alcaldes de la zona respiran aliviados tras
garantizarse la movilidad de más de 15.000 trabajadores, pero España aparca la
reclamación sobre el paraíso fiscal de Gibraltar y el Ejecutivo ve difícil por
ahora evitar la competencia tributaria en la zona mientras España pierde cualquier
control sobre el asunto al incluir la eliminación de la frontera física del
Peñón que se convierte en nuevo territorio Schengen, generando la alerta
diplomática por las concesiones del Gobierno español a la colonia, creyendo que
Exteriores, sencillamente, ha dado a Picardo todo lo que ha pedido en la
negociación para el post-Brexit, mientras el mandatario gibraltareño asegura tajante
que “Gibraltar y el Reino Unido no han cedido soberanía, jurisdicción o control”
y que “debemos trabajar para que el pacto dure más de cuatro años” con el
arranque de seis meses que se dan las partes para cerrar flecos. Entretanto España
negocia un acuerdo militar con el Reino Unido, pretendiendo el Gobierno incluir
“medidas de confianza” sobre Gibraltar.
Por
lo que respecta a otros asuntos cabe citar que el Ibex cierra 2020 con la mayor
caída de las grandes economías; que Abengoa pide al Gobierno el rescate
mientras le demanda por 1.500 millones; que Villarejo apunta que Francisco
Martínez “coordinó” la Kitchen y le aconsejó que amenazara con contar la
verdad; que el torero Manzanares, en nombre de todos los que viven del toro,
eleva su voz ya que el sector no ha recibido ayuda alguna ante la pandemia, y
manifiesta que “sufrimos el abandono total del Gobierno”; y que la renovación
territorial del PP amenaza a dirigentes históricos pues Casado promoverá
cambios, entre otros, con el extremeño Monago, la valenciana Bonig, la cántabra
Buruaga o el riojano Ceniceros, mientras Martínez-Almeida, el alcalde de
Madrid, dice “no me planteo presidir el PP de Madrid, pero estaré a disposición
de lo que me pidan los afiliados y Casado”.
Y
del exterior, citar que la UE acelera el despliegue de la vacuna ante la ola de
contagios; que, según Margaritis Schinas, Vicepresidente para Asuntos
Migratorios de la Comisión Europea, “hay que lograr un control férreo de las
fronteras, como EEUU”; y que se desata una calma tensa en la frontera
franco-británica del Brexit, donde empresas y transportistas esperan un caos
aduanero tras la tregua navideña mientras Boris Johnson celebra que el Reino
Unido ya es “libre para hacer mejor las cosas que los amigos de la UE” y activa
el sistema migratorio por puntos con lo que, según el Ministro de Interior
británico, “a partir de ahora vendrán sólo los inmigrantes más brillantes y
mejor preparados”, en tanto que la ruptura con Europa continental no desgasta
para nada a la Reina Isabel II, que mantiene su popularidad intacta sin
desvelar su posición sobre el Brexit.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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