jueves, 5 de octubre de 2023

REALIDAD DISTORSIONADA

 

                        Cuando la mentira y el enredo se instalan de forma sistemática en el proceder de los gobernantes para justificar lo injustificable, avalando al efecto cualquier cosa y la opuesta si les conviene a ellos y a sus intereses personales, se llega a distorsionar la realidad al extremo de hacerla irreconocible, y, lamentablemente, es lo que sucede últimamente en España, donde una democracia avanzada y homologada con las del resto de la UE es tratada por el propio Gobierno casi como una república bananera en la que cabe cualquier cosa y la contraria a gusto del consumidor totalitario que se lo exija. Una peligrosa realidad distorsionada, inadmisible e inaceptable, que los ciudadanos, si queremos seguir siendo ciudadanos y no súbditos, debiéramos desenmascarar y rechazar con todos los medios democráticos a nuestro alcance, exigiendo como mínimo, que, al menos, no se nos trate como imbéciles en un asunto tan delicado e importante como es la “amnistía”, de dudosísimo encaje constitucional, tal como el propio Presidente Sánchez afirmaba en la campaña electoral para pedir el voto pero que ahora, por exigencias de sus posibles socios totalitarios de gobierno, pretende conceder a pesar de ello mientras Moncloa busca al efecto el aval del TC con el pretexto de que ya hay hasta 22 sentencias del mismo que avalarían la validez de la amnistía y más de 30 tratados internacionales que validan genéricamente la medida de gracia. Cabe preguntar pues: ¿Desconocía estos términos el Presidente hace dos meses o, conociéndolos, los ocultaba para conseguir votos? Grave en ambos supuestos y más aún si ahora Moncloa, para justificar su ignorancia o su engaño anterior busca otra manipulación de la verdad para distorsionar la realidad, pues no hay nada más engañoso que tratar como iguales asuntos o situaciones desiguales ya que, en todo caso, no es comparable aplicar amnistías en supuestos de menor rango (como, por ejemplo, las de tipo económico o fiscal) que en supuestos que atentan directamente a la propia esencia del Estado de Derecho, como es el caso de España que ahora nos ocupa; ni es lo mismo equipararla con las amnistías aplicadas a países no democráticos o de dudosa consolidación democrática, incluida la que se dictó en la Transición. Una amnistía de esta envergadura no sería tolerada en ningún país de la UE ya que supondría reconocer que en dicho país no hay división de poderes y, por tanto, no hay democracia, así como aceptar que los tribunales actúan de forma arbitraria sin las garantías procesales adecuadas en una situación de absoluta normalidad democrática, como es el caso actual de España, por más que algunos, incluido ahora insólitamente el Gobierno de Sánchez, distorsionen la realidad diciendo en sintonía con los secesionistas que la amnistía es para resolver un conflicto político inexistente en vez de decir que es para borrar sin que quede huella alguna los graves delitos contra el Estado de Derecho, como la sedición, que cometieron los líderes secesionistas y que, por ello, fueron juzgados y condenados, como cualquier otro ciudadano, con todas las garantías procesales, esperando todavía de algunos de ellos que comparezcan ante la Justicia ya que para evitar las condenas, como las de sus compañeros de aventuras totalitarias, se fugaron de España con nocturnidad y alevosía. Y todo este embrollo sólo a cambio de que los catorce votos secesionistas de derecha e izquierda apoyen la investidura de Sánchez para formar lo que él llama “gobierno de izquierdas progresista”. ¿Alguien lo entiende? Creo que no, salvo que ponga a mayor nivel sus interese personales que los generales del Estado y de sus ciudadanos.

La realidad no distorsionada es que en España, contra lo que defiende el secesionismo totalitario con el que Sánchez pacta para ser investido, no hay presos ni exiliados políticos, ni persecución alguna contra el secesionismo o cualquier otra opción o ideología política, cuyos promotores, con absoluta libertad, lo difunden sin problema alguno, pues en la España real y no en la distorsionada, simplemente lo que hay es la aplicación de la Justicia con todas las garantías procesales a unos delincuentes por haber actuado al margen de la Ley y que, a pesar de que los ya juzgados y condenados ya han sido incluso indultados por el Presidente del Gobierno, siguen diciendo que volverán a cometer los citados delitos (por sedición ya no, pues Sánchez ya se encargó de borrar esta figura delictiva del Código Penal) en sintonía con lo que dicen también los fugados de dicha Justicia que por arte de magia han pasado con Sánchez de ser delincuentes en busca y captura a convertirse todos ellos en sus presuntos socios del futuro Gobierno democrático que, gracias a ellos, Sánchez pretende formar y con ello convertirlos en salvadores de la gobernabilidad del Estado Español, diseñado en la Constitución, que, paradójicamente, quieren destruir. Y como ahora los secesionistas, vista la debilidad de Sánchez y su ambición personal, le exigen además de la amnistía un referéndum de autodeterminación, sobre el que el Presidente se manifiesta contrario diciendo sin ruborizarse que no lo concede “no sólo porque no lo contempla la Constitución sino porque es contrario a lo que siempre he defendido con mi palabra y mi acción” (es decir, lo que decía y reiteraba sobre la amnistía antes de las elecciones) y añade que “Moncloa quiere que la salida permita derivar la discusión sobre el referéndum a una mesa de diálogo que funcionaría toda la legislatura y de la que se dirá que en ella se puede hablar de todo” (es decir, la actual inútil y eterna mesa de diálogo con ERC, pero ahora ampliada con Junts, para seguir engañando y dando falsas esperanzas a los ciudadanos de que cabe una solución pactada para atropellar derechos de todos los españoles), el problemón está en que ya casi nadie cree tantas mentiras de Sánchez, que él llama cambios de opinión, pues se ha convertido lamentablemente en un mentiroso compulsivo que llega a creerse sus propias mentiras, instalado en esa realidad paralela distorsionada en la que gobernar supone aplicar aquello de “estos son mis principios pero si no le gustan (y a mí me conviene) tengo otros”, incluyendo en el apartado de esos “principios” incluso los democráticos, lo que es altamente peligroso.    

            Una realidad tan distorsionada en la que cabe deslegitimar la aceptación como candidato a la investidura del candidato más votado en las elecciones porque no confirmaba previamente al Rey que tenía una mayoría suficiente para conseguirla (sólo acreditaba tener 172 votos y le faltaban cuatro), pero sí cabe legitimar la del perdedor de los comicios aunque acredita al Rey que sólo tiene asegurados 121 apoyos en el Congreso, los del PSOE, pero, por lo visto, la legitimidad consiste en prometer que conseguirá 179 (palabra de honor), mientras la realidad es que en estos momento nadie, salvo los socialistas, confirma apostar por Sánchez, bien por no haber comparecido ante el Jefe del Estado como es preceptivo, bien porque los comparecientes ya le han dicho “no” pues están a la espera de lo que le puedan sacar en las negociaciones en curso, incluido en esta no confirmación de apoyo hasta Sumar, el mismísimo socio del Gobierno de coalición, pues, Díaz por un lado da por hecho que habrá pacto con el PSOE (lo que sumaría, 152), pero por otro lado, confirma que nada hay cerrado todavía y se da un plazo con Sánchez hasta fin de mes para cerrarlo, mientras Podemos reclama interlocución al Presidente al margen de Sumar y le advierte que quiere estar en el Gobierno. No en vano Feijóo, cuyo intento de investidura fue tachado de ilegítimo y de hacer perder el tiempo a los españoles, critica ahora que la investidura dependa de alguien en busca y captura (insólito en toda la UE), reprocha al líder socialista que ahora no tenga prisa para la investidura y exige a Armengol que fije una fecha ya para el debate, en tanto que Sánchez y Yolanda alargan la negociación de dicha investidura para poder atar el pacto con los independentistas, mientras el PNV, otro socio imprescindible para Sánchez, le avisa de que no apoyarán el programa de Yolanda Díaz, su actual y probable Vicepresidenta. Pero Sánchez, habiendo perdido las elecciones, teniendo asegurados sólo los 121 votos socialistas a la hora de comparecer ante el Rey y lejos todavía de acuerdo alguno de investidura tiene la desfachatez de pedirle paso al Jefe de Estado para una “investidura auténtica”, y obviamente legítima, y asegurar que en breve habrá Gobierno. ¿Tan seguro está de que podrá seguir engañando a sus presuntos apoyadores de investidura, que son muchos y variopintos? ¿Tan convencido anda de que va a ceder a todos los chantajes que le hagan con tal de ser investido? En fin, él sabrá, pues, según él, este es su intento legítimo de conseguir la investidura, frente al intento ilegítimo de Feijóo…..misterios sin resolver. 

            Y mientras tanto Sánchez, aceptado el legítimo encargo del Rey (supongo que tan legítimo como el que le encargó a Feijóo), busca encaje legal a la amnistía, que le exigen los secesionistas totalitarios, con casos de otros países, que nada tienen que ver con el nuestro, y se dispone a justificar el texto pactado con el prófugo Puigdemont con sentencias europeas, con fallos del TC sobre la Transición (época que nada tiene que ver con la España de hoy) o en la amnistía fiscal de Rajoy (una amnistía sobre delitos económicos que nada tienen que ver con ésta que se pretende ahora para delitos políticos muy graves contra el Estado de Derecho), mientras la higiene democrática española se sigue deteriorando, dando la impresión al final de que quienes delinquieron fueron los jueces, que condenaron la sedición, y los héroes eran los secesionistas, con Puigdemont a la cabeza, sobre quien Sánchez prometió a la hora de pedir el voto a los españoles que lo traería para ponerlo a disposición de la Justicia y ahora pretende traerlo para amnistiarlo y borrar así su conducta delictiva cuando era President de la Generalitat y se fugó, mientras el prófugo mete en escena a su ilegal Consell de la República Catalana inexistente para que se posicione sobre la investidura de Sánchez, quien planea utilizar a las bases militantes socialistas para que avalen la amnistía consultándoles al respecto, cuando, en todo caso, lo que debiera hacer es un referéndum para que todos los españoles se pronuncien al respecto, dado que en campaña electoral les engaño diciéndoles que ni la amnistía ni el referéndum que le exigen los secesionistas cabían en la Constitución. Pero es que Sánchez además, para salir del berenjenal en el que él solito se ha metido, apela a la “generosidad” para superar el “procés” sin atreverse a pronunciar la palabra “amnistía” pero dispuesto a concederla y justificarla por su “generosidad y liderazgo”, cuando todos sabemos que su generosidad consiste en la necesidad que tiene de someterse al chantaje del secesionismo si quiere ser investido Presidente del Gobierno.

Así las cosas, en esta realidad distorsionada de España, la Casa del Rey justifica en una nota el encargo a Sánchez como una previsión constitucional y el Presidente reconoce que, en todo caso, el TC “se tendrá que pronunciar” sobre los pactos que suscriba con Junts y ERC, y que las negociaciones “van a ser complejas”, mientras el Senado, con mayoría absoluta del PP, reprueba la cesión al secesionismo porque, en caso de darse, “vulneraría la independencia judicial y la igualdad entre ciudadanos”. Por su parte Feijóo, confirma que irá a la manifestación contra la amnistía en Barcelona, asegura que “nos esperan semanas de mentiras” (¡qué novedad!), dice que prefiere nuevas elecciones y avisa de las “negociaciones oscuras” del Presidente, cuyos socios enfrían la investidura para subir el precio a pagar por ella. Y mientras Feijóo renueva la cúpula del PP vasco para captar “votos moderados” de un PNV a la baja y el PSOE paga su apoyo a Bildu con el compromiso de reformar el Amejoramiento navarro, Sánchez arrastra a los socialistas a apoyar la amnistía en todos los territorios de España, incluida la Castilla La Mancha de Page, uno de los más críticos con él, mientras su nuevo vocero radical e insultón, Oscar Puente, entra en el núcleo duro que negociará la investidura tras ser elegido por el Presidente junto a Bolaños, Alegría, Montero y Cerdán…… Ya ven, en esta realidad distorsionada de nuestro país, apenas caben ya otras noticias de interés mediático, que se siguen dando, pues la mayor preocupación de la ciudadanía está en estos momentos en conocer qué va a pasar con nuestro Estado de Derecho, diseñado en la vigente Constitución de 1978, y cada vez más vulnerable y amenazado, incluso desde sus propias instituciones. ¿Es que los españoles no somos capaces de aprender de nuestra propia Historia para no repetir los errores pasados? Esta es la cuestión.

Fdo. Jorge Cremades Sena

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario, gracias