Cuando la mentira y el
enredo se instalan de forma sistemática en el proceder de los gobernantes para
justificar lo injustificable, avalando al efecto cualquier cosa y la opuesta si
les conviene a ellos y a sus intereses personales, se llega a distorsionar la
realidad al extremo de hacerla irreconocible, y, lamentablemente, es lo que
sucede últimamente en España, donde una democracia avanzada y homologada con
las del resto de la UE es tratada por el propio Gobierno casi como una
república bananera en la que cabe cualquier cosa y la contraria a gusto del
consumidor totalitario que se lo exija. Una peligrosa realidad distorsionada,
inadmisible e inaceptable, que los ciudadanos, si queremos seguir siendo ciudadanos
y no súbditos, debiéramos desenmascarar y rechazar con todos los medios
democráticos a nuestro alcance, exigiendo como mínimo, que, al menos, no se nos
trate como imbéciles en un asunto tan delicado e importante como es la
“amnistía”, de dudosísimo encaje constitucional, tal como el propio Presidente
Sánchez afirmaba en la campaña electoral para pedir el voto pero que ahora, por
exigencias de sus posibles socios totalitarios de gobierno, pretende conceder a
pesar de ello mientras Moncloa busca al efecto el aval del TC con el pretexto
de que ya hay hasta 22 sentencias del mismo que avalarían la validez de la
amnistía y más de 30 tratados internacionales que validan genéricamente la
medida de gracia. Cabe preguntar pues: ¿Desconocía estos términos el Presidente
hace dos meses o, conociéndolos, los ocultaba para conseguir votos? Grave en
ambos supuestos y más aún si ahora Moncloa, para justificar su ignorancia o su
engaño anterior busca otra manipulación de la verdad para distorsionar la
realidad, pues no hay nada más engañoso que tratar como iguales asuntos o
situaciones desiguales ya que, en todo caso, no es comparable aplicar amnistías
en supuestos de menor rango (como, por ejemplo, las de tipo económico o fiscal)
que en supuestos que atentan directamente a la propia esencia del Estado de
Derecho, como es el caso de España que ahora nos ocupa; ni es lo mismo
equipararla con las amnistías aplicadas a países no democráticos o de dudosa
consolidación democrática, incluida la que se dictó en la Transición. Una
amnistía de esta envergadura no sería tolerada en ningún país de la UE ya que
supondría reconocer que en dicho país no hay división de poderes y, por tanto,
no hay democracia, así como aceptar que los tribunales actúan de forma
arbitraria sin las garantías procesales adecuadas en una situación de absoluta
normalidad democrática, como es el caso actual de España, por más que algunos,
incluido ahora insólitamente el Gobierno de Sánchez, distorsionen la realidad
diciendo en sintonía con los secesionistas que la amnistía es para resolver un conflicto
político inexistente en vez de decir que es para borrar sin que quede huella
alguna los graves delitos contra el Estado de Derecho, como la sedición, que
cometieron los líderes secesionistas y que, por ello, fueron juzgados y condenados,
como cualquier otro ciudadano, con todas las garantías procesales, esperando
todavía de algunos de ellos que comparezcan ante la Justicia ya que para evitar
las condenas, como las de sus compañeros de aventuras totalitarias, se fugaron
de España con nocturnidad y alevosía. Y todo este embrollo sólo a cambio de que
los catorce votos secesionistas de derecha e izquierda apoyen la investidura de
Sánchez para formar lo que él llama “gobierno de izquierdas progresista”. ¿Alguien
lo entiende? Creo que no, salvo que ponga a mayor nivel sus interese personales
que los generales del Estado y de sus ciudadanos.
La realidad no distorsionada es que en España, contra lo que defiende el
secesionismo totalitario con el que Sánchez pacta para ser investido, no hay
presos ni exiliados políticos, ni persecución alguna contra el secesionismo o
cualquier otra opción o ideología política, cuyos promotores, con absoluta
libertad, lo difunden sin problema alguno, pues en la España real y no en la
distorsionada, simplemente lo que hay es la aplicación de la Justicia con todas
las garantías procesales a unos delincuentes por haber actuado al margen de la
Ley y que, a pesar de que los ya juzgados y condenados ya han sido incluso
indultados por el Presidente del Gobierno, siguen diciendo que volverán a
cometer los citados delitos (por sedición ya no, pues Sánchez ya se encargó de
borrar esta figura delictiva del Código Penal) en sintonía con lo que dicen
también los fugados de dicha Justicia que por arte de magia han pasado con
Sánchez de ser delincuentes en busca y captura a convertirse todos ellos en sus
presuntos socios del futuro Gobierno democrático que, gracias a ellos, Sánchez
pretende formar y con ello convertirlos en salvadores de la gobernabilidad del
Estado Español, diseñado en la Constitución, que, paradójicamente, quieren
destruir. Y como ahora los secesionistas, vista la debilidad de Sánchez y su
ambición personal, le exigen además de la amnistía un referéndum de
autodeterminación, sobre el que el Presidente se manifiesta contrario diciendo
sin ruborizarse que no lo concede “no sólo porque no lo contempla la
Constitución sino porque es contrario a lo que siempre he defendido con mi
palabra y mi acción” (es decir, lo que decía y reiteraba sobre la amnistía antes
de las elecciones) y añade que “Moncloa quiere que la salida permita derivar la
discusión sobre el referéndum a una mesa de diálogo que funcionaría toda la
legislatura y de la que se dirá que en ella se puede hablar de todo” (es decir,
la actual inútil y eterna mesa de diálogo con ERC, pero ahora ampliada con
Junts, para seguir engañando y dando falsas esperanzas a los ciudadanos de que
cabe una solución pactada para atropellar derechos de todos los españoles), el
problemón está en que ya casi nadie cree tantas mentiras de Sánchez, que él
llama cambios de opinión, pues se ha convertido lamentablemente en un mentiroso
compulsivo que llega a creerse sus propias mentiras, instalado en esa realidad
paralela distorsionada en la que gobernar supone aplicar aquello de “estos son
mis principios pero si no le gustan (y a mí me conviene) tengo otros”,
incluyendo en el apartado de esos “principios” incluso los democráticos, lo que
es altamente peligroso.
Una realidad tan distorsionada en la
que cabe deslegitimar la aceptación como candidato a la investidura del
candidato más votado en las elecciones porque no confirmaba previamente al Rey
que tenía una mayoría suficiente para conseguirla (sólo acreditaba tener 172
votos y le faltaban cuatro), pero sí cabe legitimar la del perdedor de los
comicios aunque acredita al Rey que sólo tiene asegurados 121 apoyos en el
Congreso, los del PSOE, pero, por lo visto, la legitimidad consiste en prometer
que conseguirá 179 (palabra de honor), mientras la realidad es que en estos
momento nadie, salvo los socialistas, confirma apostar por Sánchez, bien por no
haber comparecido ante el Jefe del Estado como es preceptivo, bien porque los
comparecientes ya le han dicho “no” pues están a la espera de lo que le puedan
sacar en las negociaciones en curso, incluido en esta no confirmación de apoyo
hasta Sumar, el mismísimo socio del Gobierno de coalición, pues, Díaz por un
lado da por hecho que habrá pacto con el PSOE (lo que sumaría, 152), pero por
otro lado, confirma que nada hay cerrado todavía y se da un plazo con Sánchez
hasta fin de mes para cerrarlo, mientras Podemos reclama interlocución al
Presidente al margen de Sumar y le advierte que quiere estar en el Gobierno. No
en vano Feijóo, cuyo intento de investidura fue tachado de ilegítimo y de hacer
perder el tiempo a los españoles, critica ahora que la investidura dependa de
alguien en busca y captura (insólito en toda la UE), reprocha al líder
socialista que ahora no tenga prisa para la investidura y exige a Armengol que
fije una fecha ya para el debate, en tanto que Sánchez y Yolanda alargan la
negociación de dicha investidura para poder atar el pacto con los
independentistas, mientras el PNV, otro socio imprescindible para Sánchez, le
avisa de que no apoyarán el programa de Yolanda Díaz, su actual y probable
Vicepresidenta. Pero Sánchez, habiendo perdido las elecciones, teniendo
asegurados sólo los 121 votos socialistas a la hora de comparecer ante el Rey y
lejos todavía de acuerdo alguno de investidura tiene la desfachatez de pedirle
paso al Jefe de Estado para una “investidura auténtica”, y obviamente legítima,
y asegurar que en breve habrá Gobierno. ¿Tan seguro está de que podrá seguir
engañando a sus presuntos apoyadores de investidura, que son muchos y
variopintos? ¿Tan convencido anda de que va a ceder a todos los chantajes que
le hagan con tal de ser investido? En fin, él sabrá, pues, según él, este es su
intento legítimo de conseguir la investidura, frente al intento ilegítimo de
Feijóo…..misterios sin resolver.
Y mientras tanto Sánchez, aceptado
el legítimo encargo del Rey (supongo que tan legítimo como el que le encargó a
Feijóo), busca encaje legal a la amnistía, que le exigen los secesionistas
totalitarios, con casos de otros países, que nada tienen que ver con el nuestro,
y se dispone a justificar el texto pactado con el prófugo Puigdemont con
sentencias europeas, con fallos del TC sobre la Transición (época que nada
tiene que ver con la España de hoy) o en la amnistía fiscal de Rajoy (una amnistía
sobre delitos económicos que nada tienen que ver con ésta que se pretende ahora
para delitos políticos muy graves contra el Estado de Derecho), mientras la
higiene democrática española se sigue deteriorando, dando la impresión al final
de que quienes delinquieron fueron los jueces, que condenaron la sedición, y
los héroes eran los secesionistas, con Puigdemont a la cabeza, sobre quien
Sánchez prometió a la hora de pedir el voto a los españoles que lo traería para
ponerlo a disposición de la Justicia y ahora pretende traerlo para amnistiarlo
y borrar así su conducta delictiva cuando era President de la Generalitat y se
fugó, mientras el prófugo mete en escena a su ilegal Consell de la República
Catalana inexistente para que se posicione sobre la investidura de Sánchez,
quien planea utilizar a las bases militantes socialistas para que avalen la
amnistía consultándoles al respecto, cuando, en todo caso, lo que debiera hacer
es un referéndum para que todos los españoles se pronuncien al respecto, dado
que en campaña electoral les engaño diciéndoles que ni la amnistía ni el
referéndum que le exigen los secesionistas cabían en la Constitución. Pero es
que Sánchez además, para salir del berenjenal en el que él solito se ha metido,
apela a la “generosidad” para superar el “procés” sin atreverse a pronunciar la
palabra “amnistía” pero dispuesto a concederla y justificarla por su “generosidad
y liderazgo”, cuando todos sabemos que su generosidad consiste en la necesidad
que tiene de someterse al chantaje del secesionismo si quiere ser investido Presidente
del Gobierno.
Así las cosas, en esta realidad distorsionada de España, la Casa del Rey
justifica en una nota el encargo a Sánchez como una previsión constitucional y
el Presidente reconoce que, en todo caso, el TC “se tendrá que pronunciar”
sobre los pactos que suscriba con Junts y ERC, y que las negociaciones “van a
ser complejas”, mientras el Senado, con mayoría absoluta del PP, reprueba la
cesión al secesionismo porque, en caso de darse, “vulneraría la independencia
judicial y la igualdad entre ciudadanos”. Por su parte Feijóo, confirma que irá
a la manifestación contra la amnistía en Barcelona, asegura que “nos esperan
semanas de mentiras” (¡qué novedad!), dice que prefiere nuevas elecciones y
avisa de las “negociaciones oscuras” del Presidente, cuyos socios enfrían la
investidura para subir el precio a pagar por ella. Y mientras Feijóo renueva la
cúpula del PP vasco para captar “votos moderados” de un PNV a la baja y el PSOE
paga su apoyo a Bildu con el compromiso de reformar el Amejoramiento navarro,
Sánchez arrastra a los socialistas a apoyar la amnistía en todos los territorios
de España, incluida la Castilla La Mancha de Page, uno de los más críticos con
él, mientras su nuevo vocero radical e insultón, Oscar Puente, entra en el
núcleo duro que negociará la investidura tras ser elegido por el Presidente junto
a Bolaños, Alegría, Montero y Cerdán…… Ya ven, en esta realidad distorsionada
de nuestro país, apenas caben ya otras noticias de interés mediático, que se
siguen dando, pues la mayor preocupación de la ciudadanía está en estos
momentos en conocer qué va a pasar con nuestro Estado de Derecho, diseñado en
la vigente Constitución de 1978, y cada vez más vulnerable y amenazado, incluso
desde sus propias instituciones. ¿Es que los españoles no somos capaces de aprender
de nuestra propia Historia para no repetir los errores pasados? Esta es la cuestión.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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