Es obvio que para que
funcione una Sociedad en libertad y un Estado democrático de Derecho se
requiere el respeto profundo y la defensa de la legalidad democrática vigente,
especialmente por parte de las diferentes instituciones del Estado, así como
sus procedimientos y normas de funcionamiento establecidos. En caso contrario,
como viene sucediendo últimamente en España, no estaríamos hablando de
Democracia ni de Estado Democrático de Derecho sino de otra cosa muy distinta y
peligrosa para la convivencia de progreso en paz y en libertad. Y, obviamente,
así no podemos seguir durante mucho más tiempo salvo que queramos tirar por la
borda todos los logros, que no son pocos, conseguidos durante este periodo
democrático que llevamos disfrutando desde hace más de cuarenta años,
obviamente con sus luces y sus sombras. O los españoles entendemos muy
mayoritariamente estos básicos principios democráticos y lo corregimos en las
urnas o estamos abocados, una vez más en la Historia, al enfrentamiento
ciudadano, al revanchismo y a la intolerancia más absoluta que sólo aporta
miseria, violencia y ausencia de libertades. El último de los episodios, el
veto a la Jefatura del Estado por parte del Gobierno a que presida la entrega
de despachos a los nuevos jueces en Barcelona, como se viene haciendo
tradicionalmente todos los años, es el paradigma de lo que no se debe ni puede
hacerse en democracia, pues atenta directamente contra la normalidad del
funcionamiento de las instituciones. La ausencia de razones por parte del
Ejecutivo sobre los motivos de tan insólito veto, atenta directamente contra la
transparencia debida a los ciudadanos que tienen todo el derecho de conocer las
causas de semejante desencuentro del Ejecutivo con la Jefatura del Estado. Las
acusaciones públicas del Vicepresidente del Gobierno, Iglesias, y su partido,
UPodemos, cogobernante con el PSOE, contra Felipe VI por haber manifestado al
Presidente del Poder Judicial que estaba dispuesto a asistir al acto, como
todos los años, atenta directamente y de forma torticera contra la Primera
institución y autoridad, la Jefatura del Estado, que, guste o no, merece la
protección y no el vapuleo permanente por parte del resto de instituciones,
máxime cuando sus competencias, establecidas constitucionalmente, son esencialmente
de carácter representativo, que no ejecutivo, y de nexo común de la unidad de
España dentro de su pluralidad. Y el silencio cómplice por parte del Presidente
del Gobierno ante hechos tan graves, que él mismo ha provocado, sin llamar al
orden (como en otros tantos casos) a su Vicepresidente ni a sus ministros
comunistas, como Garzón, por salir en tromba contra la Jefatura del Estado
acusando públicamente al Rey de falta de “neutralidad política” y diciendo que
su situación es “insostenible”, consintiendo por tanto tan aberrantes formas de
actuar, atenta directamente contra la autoridad debida de la Presidencia del
Gobierno (el Presidente está dotado de la potestad para poner orden en su
Ejecutivo y evitar que sea un gallinero), contra la uniformidad de criterios
del Ejecutivo (no puede haber dos gobiernos en uno o, peor aún, un Gobierno
cuyo presidente está secuestrado por una parte de sus ministros) y contra el
prestigio de España, interno y exterior, dando la imagen de que la gobernabilidad
en nuestro país se asemeja más bien al Ejército de Pancho Villa que a un
Gobierno serio, coherente, moderado y transparente al uso de los instituidos en
los diversos países que conforman la UE, en los que semejantes espectáculos
jamás se dan. Así no podemos seguir, está claro; salvo que los españoles nos
hayamos vuelto masoquistas y nos guste sufrir y complicarnos la existencia. No
en vano, las injerencias del Ejecutivo, han provocado una revuelta judicial,
sin precedentes por la ausencia del Rey en Barcelona y, además, cuando los fiscales
andan divididos por la investigación del informe de Navajas, arremetiendo
públicamente contra dos colegas suyos por haberle pedido que no solicitara
archivar las causas interpuestas para investigar la gestión de la pandemia por
el Ejecutivo, mientras la Asociación de Fiscales culpa a Delgado del mayor
descrédito “en 40 años”.
Los hechos son elocuentes.
Convocado, como todos los años, el acto de entrega de despachos a los nuevos
jueces en Barcelona, y ya cursadas las invitaciones por parte del CGPJ con la
normal presencia del Jefe del Estado para presidirlo, el Gobierno decide a
última hora no refrendar la presencia de Felipe VI sin dar explicaciones
concretas de tamaña insólita decisión, provocando una lógica “respuesta” del
Presidente del CGPJ, Lesmes, que en su discurso manifiesta el malestar de los
Jueces, diciendo “sentimos un enorme pesar” por la ausencia del Jefe del Estado
en el acto y desvelando que el Rey le había telefoneado diciéndole que le
habría “gustado estar” en el acto (como venía sucediendo siempre), lo que
propicia encima las improcedentes críticas de los ministros de Unidas Podemos
acusando, entre otras cosas, al Monarca de falta de “neutralidad política” y de
que “maniobra” contra el Ejecutivo, mientras la Casa del Rey restaba
importancia al asunto y calificaba la llamada a Lesmes de “gesto de cortesía”
sin “consideraciones institucionales” y mientras el Presidente del Gobierno y
el PSOE guardaban silencio al respecto. El Gobierno, mediante algunos de sus
miembros y ante las peticiones públicas de explicaciones, había justificado por
boca del Ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que el veto al Rey obedecía a
que “hay que proteger a las instituciones”, entre ellas “a la Monarquía”, sin
dar más explicaciones, mientras buena parte de la oposición lo consideraba como
una cesión más al secesionismo, con quien el Gobierno negocia el apoyo a los
Presupuestos. En todo caso, peor este difuso remedio que la enfermedad, peor la
improvisada explicación que el silencio: ¿acaso está el Gobierno admitiendo que
es incapaz de garantizar la asistencia del Jefe del Estado a un acto cuando una
de sus obligaciones es precisamente garantizar la seguridad del mismo? ¿acaso
se protegen las instituciones manteniendo secuestrados a sus titulares y
alejados de aquellos lugares en que algunos, como los secesionistas o incluso
Podemos, los rechazan, no los reconocen como tales o los consideran personas
non gratas?. En fin, sin comentarios. La triste realidad es que, bien a
instancias de Podemos, bien “motu proprio”, Sánchez ha cambiado los habituales
despachos semanales con el Rey por llamadas y SMS, rompiendo la tradición de
reunirse con él en Zarzuela, y que Iglesias, el Vicepresidente, desata desde el
Ejecutivo una clara ofensiva, ahondando en la crisis abierta entre Moncloa y
Zarzuela por el trato al Monarca.
En definitiva, un insólito veto al
Rey que, con toda razón, indigna al Poder Judicial y que Iceta vincula con la
inminente sentencia a Torra. Lesmes, durante su discurso, dijo bien claro que
“nuestro lamento obedece sobre todo a que la presencia del Jefe del Estado en
la entrega de despachos a los nuevos jueces responde al especial vínculo
constitucional de la Corona con el Poder Judicial” que va más allá de lo
estrictamente “protocolario” (no en vano, el art. 117 dice que “la Justicia
emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados…..”).
Llama la atención la ausencia al acto del Presidente del Tribunal
Constitucional alegando problemas de agenda cuando ya había confirmado su
asistencia y que, al finalizar el discurso de Lesmes, un vocal del CGPJ, puesto
de pie, dijera “antes de concluir el acto querría pediros que, con toda
moderación, pero también con toda convicción, gritéis conmigo ¡Viva el Rey!” y
sorprende que, mientras los presentes refrendaban su petición, el Ministro
Campo fuese pillado por un micro abierto diciendo “se han pasado tres montañas”
aunque fuentes del Ministerio dicen que el Ministro “no se reconoce en esa
frase”. En fin, sin más comentarios. Por su parte Casado avisa de la “crisis
institucional” y Garamendi, el Presidente de la CEOE, muestra su “rechazo
absoluto” y sostiene que “los españoles no se merecen los vaivenes de este
gobierno” ya que las críticas a la Corona, es decir, a la Jefatura del Estado,
lastran la recuperación económica y persiguen enfrentar a la sociedad, mientras
en Zarzuela hay una verdadera preocupación pues “la deriva republicana del PSOE
pone fecha de caducidad a la Corona”…… Lo cierto es que, mientras Zapatero reaparece
diciendo que “la Monarquía forma parte del pacto constitucional y como otras
instituciones es perfeccionable” (lo cual es cierto siempre que se haga
mediante los procedimientos legales establecidos democráticamente), en el PSOE
hay una corriente en ascenso dispuesta a transigir con Podemos y con los
nacionalistas para lograr un cambio de modelo constitucional sobre el modelo de
Estado…..y no le hacen asco alguno a conseguirlo incluso mediante atajos. Así
no podemos seguir; es obvio. Y mientras la mayoría del Congreso de los
Diputados reprocha al PP el bloqueo del Poder Judicial, en el CGPJ vocales progresistas
bloquean la renovación del Supremo de Lesmes, cuando ya están perfilados cinco
de los seis nombramientos clave del Pleno del mismo, teniendo previsto elegir
esta semana tres plazas de Penal y otras tres presidencias de Sala del Supremo.
El bloqueo institucional por parte de unos y otros parece ser que es la norma
cuando debiera ser que las instituciones funcionen con absoluta normalidad. Es
obvio, así no podemos seguir por mucho más tiempo.
Y, obviamente, tampoco podemos
seguir con el enfrentamiento entre Gobierno y la Comunidad de Madrid respecto
al control de la segunda oleada de contagios por coronavirus. Mientras Europa
urge a actuar ahora para evitar otro confinamiento y avisa de que la pandemia
se acerca a niveles de marzo (un estudio científico dice que España precipitó
la desescalada sin estar lista para afrontar la situación) salta por los aires
el simulacro de tregua entre Ayuso y Sánchez, que apenas ha durado dos días. En
efecto, el Ministro Illa pasa en menos de 48 horas de felicitar a Ayuso por las
medidas restrictivas adoptadas en la Comunidad de Madrid a pedir un cerrojazo total,
que Ayuso no está dispuesta a poner en marcha y sólo se presta a ampliar los
territorios afectados por las medidas restrictivas adoptadas, dejando claro que
sólo cerrará Madrid, como pretende el Gobierno, si la medida se toma en toda
España y se hacen PCR en Barajas. Ayuso cierra pues más barrios madrileños y Fuenlabrada
para frenar los contagios, mientras Illa improvisa un baremo de “500 contagios
por cada 100.000 habitantes”, que según los expertos no es un “indicador correcto”
y que perjudica claramente a Madrid donde el 70% de las áreas de salud supera
este límite. No obstante, cuando las UCIs en España están tan saturadas como al
inicio del estado de alarma, Sanidad y el Gobierno de Madrid (léase Illa y
Aguado) negocian contra reloj para evitar una intervención inminente, mientras
Ayuso se resiste a medidas más duras alegando que “Madrid no se puede cerrar
sin más”, mientras Moreno en Andalucía y Mañueco en Castilla y León apoyan que,
en todo caso, se fijen “criterios objetivos de confinamiento”. El fracaso de la
nueva normalidad es un hecho y los expertos señalan que ha habido falta de medios,
de planificación y de criterios claros para afrontar la pandemia. Y mientras
Ayuso asume que Moncloa intervendrá Madrid inmediatamente y defiende sus medidas,
creyendo que el Gobierno sólo busca desgastarla políticamente, Enrique López,
consejero de Justicia de la Comunidad Madrileña, advierte de que “un estado de
alarma para intervenir Madrid sería un despropósito” y que “si el Gobierno
comete alguna acción fuera de la legalidad la impugnaremos ante los tribunales”,
pues “no es leal ahora criticar los criterios establecidos en los medios”.
Entretanto, según GAD3, el respaldo de los españoles a la gestión del Gobierno
frente a la pandemia cae al mínimo (también suspende a los ejecutivos autonómicos
con la valoración más baja desde marzo). Y mientras las CCAA reclaman a Illa
una reunión urgente y los expertos coinciden en que para confinar la única vía
es el estado de alarma, el Gobierno ofrece a Madrid 7.500 soldados, en tanto
que esta segunda ola de contagios se lleva ya 8.600 vidas, aunque Sanidad sólo
reconoce 2.800 fallecidos desde julio pese al exceso de mortalidad que registra
el INE. ¿Podemos seguir así para atajar la pandemia y la crisis económica? Yo
realmente creo que tampoco podemos seguir así por mucho tiempo.
Y todo ello cuando arranca un octubre
negro, con 320.000 autónomos que no llegarán a Navidad, mientras otros 500.000
preparan recortes en sus plantillas; cuando patronal y sindicatos se plantan en
los ERTEs intuyendo que “al Gobierno sólo le preocupa hacerse la foto”; cuando
el consumo corta en seco la recuperación económica y se hunde un 15% en una
semana; cuando el turismo intenta evitar otro colapso en Semana Santa, mientras
el Ejecutivo asume que la recuperación no llegará antes de seis meses y negocia
“corredores seguros” para suavizar las pérdidas de la temporada en Canarias; y
cuando la deuda externa de España supera ya el 188% del PIB. En fin, si alguien
considera que en esta trágica situación podemos seguir por mucho más tiempo es
porque cree realmente en los milagros.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que Aragonés asumirá el poder en Cataluña tras la inhabilitación de
Torra; que Educación simplifica los currículum y aceptará profesores sin el
master; que la policía vincula pagos de los papeles de Bárcenas con
adjudicaciones; que Moncloa releva al embajador en Caracas para abrir vías con
el chavismo (¿estará detrás Podemos?); que un concejal de Compromís de Valencia
se pone la mascarilla para simular que habla en inglés mientras un doble pone
la voz (el concejal Carlos Galiana tenía la misión de defender la candidatura
de su ciudad para hacerse con la Capitalidad Europea de la Innovación y se le
ocurrió hacer este teatro….ya ven, para algunos, la política es puro teatro);
que el administrador de Neurona, la empresa “fantasma” investigada, se
desvincula de Podemos (Elías Castejón, relacionado con los papeles de Panamá,
administra 65 sociedades desde un pueblo de Sevilla); y que Idoia Mendía, la
secretaria general del PSE y vicelehendakari, dice que “es un hito el
compromiso de Bildu con la gobernabilidad de España” y que “si gobiernas con
otro partido tienes que compartir una visión de país y unos principios éticos;
otra cosa es pactar leyes concretas, como los Presupuestos” (al final, ya ven,
Otegi y los suyos, los filoetarras, pasarán a la historia como héroes de la
gobernabilidad en España…..eso sí, sin pedir perdón por los asesinatos etarras
en pleno periodo democrático).
Y del exterior, destacar que la
riqueza en América Latina retrocede once años por la covid-19; que Macron sufre
una nueva derrota en las elecciones al Senado; que Trump no pagó el impuesto
sobre la renta en 10 de los 15 últimos años
y sólo tributó 750 dólares el año en que llegó a Presidente; que Francia revive
la pesadilla terrorista con un ataque con cuchillo en París; que Alemania
alerta del riesgo de que descarrile el fondo de reconstrucción, pues el choque
entre Consejo y Parlamento amenaza con bloquear los fondos; y que la negativa
de Trump a aceptar una derrota electoral desata las alarmas ya que es posible que
el resultado acabe en el Supremo, donde se dispone a nominar precipitadamente y
en plena campaña a una nueva juez de su cuerda para sustituir a la fallecida
Ginsburg.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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