Sánchez
cuenta en los Presupuestos con más votos que en su investidura pues con 188
votos a favor saca adelante las cuentas de 2021 con el mayor gasto social de la
historia para afrontar la peor crisis sanitaria y económica que estamos
soportando. Un éxito del Gobierno, sin lugar a dudas, al concitar más respaldos
que los obtenidos cuando le auparon al poder, al margen de si estos
Presupuestos son realistas o irreales, como sostienen algunos, ya que, de
entrada, en una situación de crisis económica con un desorbitado incremento de
gastos cuando se presume una disminución de ingresos (no cuadran las cuentas),
cualquier economía se resiente pues no es cuestión de gastar más lo que no se
tiene, sino de gastar mejor lo que se tiene y de acuerdo con las posibilidades
reales de recaudación ya que cargar el peso en un incremento de impuestos a las
empresas, mayoritariamente arruinadas ya, no es la solución obviamente. Por ello no se entiende la euforia del
Gobierno en el Congreso de los Diputados tras la aprobación de las Cuentas, ni
la amenaza a la oposición, que las votó en contra, de que deberá tener
paciencia y esperar mucho tiempo para materializar una alternancia en el poder,
salvo que el objetivo sea configurar una sociedad subvencionada y clientelar,
secuestrada por el poder y temerosa de que si se derribara el populismo en las
urnas se acabarían los subsidios. Un modelo ya practicado lamentablemente en
algunos países arruinados. En definitiva, unos Presupuestos en los que el gran
protagonista es el populista Vicepresidente Iglesias, tal como se evidenció en
el Hemiciclo, pues es el verdadero muñidor de buena parte de los acuerdos con
las fuerzas más radicales, como Bildu y ERC, que, para sumarse al apoyo, han
obligado al PSOE a ceder irresponsablemente en cuestiones básicas para sacar
adelante unas cuentas nefastas para el país por su irrealismo manifiesto, con
las que Sánchez encarrila la Legislatura atado inevitablemente a Podemos, el
gran protagonista, y a los insaciables separatistas que no sólo arrancan un
buen puñado de varios miles de millones de euros para satisfacer sus proyectos
territoriales al margen del interés general, sino que además, lo más grave aún,
arrancan una serie de compromisos políticos que en la mayoría de casos atentan
contra la Constitución y la convivencia en paz, progreso y libertad de que
gozamos los ciudadanos españoles. Mal asunto cuando unos Presupuestos, que se
venden como progresistas, salen adelante con el variopinto apoyo, no ya de
socialistas y populistas, que conforman el gobierno de coalición, sino además
con el de todo tipo de radicales y separatistas tanto de izquierdas como de
derechas, rompiendo así el eje ideológico izquierdas-derechas para sustituirlo
por el de constitucionalistas-anticonstitucionalistas, mientras en el debate
presupuestario se evidencia una profunda división del centroderecha español,
roto no ya sólo por razones ideológicas de moderación-radicalización sino
también por el egoísta paso de las derechas nacionalistas, como PNV o PdeCat, a
las filas del izquierdismo radical nacionalista, priorizando el
nacionalismo-separatismo sobre la ideología con lo que el tradicional
equilibrio, casi al 50%, entre la izquierda y la derecha española, que ha
venido alternándose en el poder a lo largo de estos años de democracia, queda
roto para siempre al sumarse las derechas nacionalistas al bloque de izquierdas.
¿Se basa en esto la euforia del gobierno social-comunista cuando dice a la
derecha española que pasará mucho tiempo para que se produzca una posible
alternancia gubernamental? El problema no es ya el tiempo que pueda pasar para
que se pueda producir dicha alternancia, el problema es que quienes se jactan
de ello apuestan por un sistema sin alternativa de gobierno y, en definitiva,
por un sistema antidemocrático. No en vano, tanto Bildu como ERC, socios del
Gobierno sanchista, advierten al Ejecutivo por boca de Rufián, convertido ahora
en un verdadero hombre de Estado, de que “arranca una nueva era”, asegurando
que el Gobierno “debe pactar obligadamente con el independentismo de izquierdas
vasco y con el independentismo de izquierdas catalán”, es decir con Bildu y
ERC, mientras exigen, entre otras cosas, desterrar el castellano de las
instituciones públicas, pactar un ilegal referéndum sobre la independencia o
liberar como sea a los líderes secesionistas condenados por sedición a largas
penas de cárcel. Por su parte Oskar Matute, portavoz de Bildu, se jacta de que
el respaldo a los Presupuestos es sólo la primera “prueba de fuego” sobre la
urgencia de un “cambio de rumbo” en la “deriva autoritaria y centralizadora del
Estado” (cuando España es probablemente el Estado más descentralizado del
mundo), calificando como “tiempos interesantes” los que acaban de abrirse,
mientras Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu, que forma parte de la
coalición abertzale, tiene bien claro que su formación va “a Madrid a tumbar definitivamente el régimen
en beneficio de las mayorías y los pueblos”. La “nueva era” de Rufián y
compañía, todos ellos amantes de España, como es sabido, está servida…..sin
duda se avecinan tiempos difíciles.
Y
en esta nueva era de Rufián y compañía, donde sobra la Constitución y el
régimen democrático que de ella se deriva, tras 42 años de vigencia, se celebra
un penoso aniversario de nuestra Carta Magna puesta en cuestión por primera vez
desde el propio gobierno de coalición que amenaza 14 artículos de la misma en
su primer año de gobernanza, con lo que, a diferencia del resto de aniversarios
anteriores, el propio Poder Ejecutivo cuestiona desde el papel del Rey al uso
del castellano, pasando por la independencia de la justicia o la unidad de
España. Es obvio que en esta nueva era rufianista el plan de los socios de
Sánchez, que él asume, es una “mutación de la Constitución” sin tener la
mayoría necesaria, en todo caso, para reformarla; en definitiva, el inicio de
un escabroso itinerario antidemocrático en el que Podemos y los secesionistas
van abriendo vías desde el propio Ejecutivo para finiquitar lo que ellos llaman
“el régimen del 78”. No en vano se respira en el ambiente una frialdad absoluta
durante la atípica celebración del 42º aniversario de la Carta Magna,
trasladada a la Carrera San Jerónimo, en la que a la distancia social
preceptiva por la pandemia por parte de nuestros representantes políticos se
añade una preocupante distancia política por la que Sánchez, líder del PSOE y
presidente del Gobierno, evita en todo momento saludar a Casado, líder del PP y
jefe de la oposición, cuando ambos partidos, por encima de sus amplias
discrepancias siempre han sido los valedores del mantenimiento del sistema
democrático que nos dimos libremente los españoles hace ya más de cuatro
décadas. Preocupante pues esta “nueva era” cuando, hoy por hoy (ya veremos,
mañana), el 80% del Congreso, según los sondeos, apoya la Monarquía y la unidad
territorial, más del 60% opina que los socios de Sánchez pretenden derribar la
Constitución y siete de cada diez rechazan un referéndum secesionista en Cataluña.
Entretanto el independentismo comienza a organizarse también en Baleares para
perseguir el castellano en los patios, exigiendo la plataforma educativa separatista
que se hable en catalán “siempre y con todo el mundo”, mientras Podemos y los
nacionalistas instan al Gobierno, siendo parte del mismo en España, a poner fin
a la “imposición legal” del español e Interior ya ha acercado a más de un
centenar de etarras al País Vasco. Por su parte Pablo Casado, ante semejantes
circunstancias, manifiesta: “el PP representa ahora mejor a los
socialdemócratas moderados que Sánchez”, “o preservamos la Constitución que nos
dimos hace 42 años o podemos ir a un sistema político en el que la libertad y
la democracia sean conculcadas”, “este gobierno del partido sanchista con
Podemos quiere dejar un país distinto, no mejor, sólo les preocupa la
ingeniería social”.
No
obstante, como esta nueva era de Rufián y compañía no ha hecho más que empezar,
todavía el régimen del 78 goza de cierta buena salud relativa, pues el Tribunal
Supremo revoca por “prematuro” el tercer grado, concedido graciosamente por la
Generalitat, que disfrutaban los presos del “procés”, mientras el Gobierno
enfría las expectativas de que haya indultos antes del 14-F. Así el Supremo
complica el plan de Sánchez para indultar a los presos del 1-O, revocando la
semi-libertad de los nueve condenados por sedición y recordando que están en
prisión por sus delitos y “no por su ideología independentista”, mientras ERC
planea sacarlos como sea de prisión antes de las catalanas, pretendiendo ahora
el Govern otorgar a Junqueras permisos de dos días sin aval judicial el próximo
30 de enero, cuando cumpla la cuarta parte de la condena, para impulsar a su
candidato Pere Aragonés, mientras el Supremo advierte de que la Generalitat no
puede ser una “extravagante tercera instancia” y ERC exige una “amnistía
urgente” a Moncloa. El caso es que el gravísimo delito de sedición, puesto
ahora en cuestión por el Gobierno sanchista, contra el Estado salga lo más
barato posible. Y mientras ERC y JxCat aplauden que se exija al Rey Felipe
rectificar su discurso del 3-O, espléndido desde el punto de vista democrático,
el entorno del Monarca pide no “politizar” la institución con el debate
soberanista, pues, como cualquier otro Jefe de Estado, “el Rey ya es de todos”,
tal como establece la Constitución.
Y,
mientras Bruselas urge a España a la reforma laboral y de las pensiones, el
optimismo del Ejecutivo español sobre el crecimiento económico choca con las
estimaciones de todos los organismos, comenzando por Bruselas que lo estima en
un 5´4% cuando los Presupuestos recogen que España crecerá al 9´4%. Entretanto,
el 20% de los españoles ya paga con dificultad su hipoteca o alquiler, pues,
según un estudio de Funcas, cuatro de cada diez españoles han visto caer sus
ingresos durante la crisis del coronavirus, mientras el corto alcance del
ingreso mínimo vital, proclamado a bombo y platillo por el Vicepresidente del
Gobierno, fuerza su reforma en solo seis meses, diciendo el ministro Escrivá
que necesita una revisión porque no llegará a los 850.000 hogares prometidos…..
y es que Iglesias, que subleva ahora a los empresarios con una jornada laboral
de 32 horas semanales, debiera saber que, desde el Gobierno, las medidas
económicas requieren una previa dotación presupuestaria ya que no se trata de
demagógicas proclamas electoralistas que luego no se cumplen, pues, como es el caso, generan al final una frustración
añadida innecesaria. Frustración como la de miles de jóvenes poco cualificados
que se lanzan a buscar en Europa un futuro que no encuentran en España, con lo
que la emigración de los años sesenta vuelve a seducir tristemente a los
españoles.
Entretanto
Dolores Delgado, catapultada directamente por Sánchez desde el Gobierno a la
Fiscalía General del Estado, pide ahora reforzar “la autonomía” del fiscal
general frente al Gobierno, reconociendo así (a buenas horas, mangas verdes)
que el sistema por el que ella fue elegida debe reformarse con nuevos
“contrapesos”. Por su parte, algunos vocales del CGPJ sostienen que “es
lamentable la imagen que damos”, mientras el Poder Judicial, que no se pliega a
Sánchez, se dispone a hacer nuevos nombramientos este mes ya que un amplio
sector de vocales apuesta por hacer más designaciones de jueces en el próximo
Pleno a pesar de estar en funciones, asunto que en su día defendió el ministro
Campo con el argumento de que “desempeñaremos con plena legalidad las misiones
encomendadas por el ordenamiento jurídico en garantía de la independencia del
Poder Judicial”. En todo caso, al margen de la prudencia que requiere obrar
cuando se está en funciones, lo incongruente es que el Ejecutivo de Sánchez se
rasgue las vestiduras porque el CGPJ actúe como si no estuviera en funciones
cuando el propio Sánchez, estando su Gobierno en funciones, usó y abusó
actuando como si no lo estuviera con aquellos memorables viernes electorales en
los que, a base de decretos, actuó como le vino en gana.
Así
las cosas, España, no obstante, sale del riesgo extremo en esta segunda ola de
la pandemia por primera vez desde septiembre, pues la incidencia baja de 250 y
se sitúa ahora entre las menores de Europa, aunque haya residencias de mayores,
como una de Lleida que registra 22 muertes en dos semanas y tiene un solo
anciano libre del contagio. Y mientras el Ministro de Sanidad es incapaz de
definir que es un “allegado” con quien se pueda compartir las cenas de
Nochebuena o Nochevieja, se especula con que los expertos que oculta Illa
puedan ser tres externos y diecisiete funcionarios. Y mientras la vacuna de Moderna
muestra una inmunidad duradera, pues los voluntarios que han probado el fármaco
desarrollan más anticuerpos que los infectados de forma natural por el
coronavirus, veinte millones de españoles, según Sánchez, estarán vacunados en junio,
aunque los médicos cuestionan que la red de Salud pueda asumir semejante cifra
de vacunados, temiendo que los 13.000 centros sanitarios se colapsen si tienen
que cumplir el plan de Sanidad en solo seis meses, en tanto que más de la mitad
de los ciudadanos se resiste de momento a ser vacunado.
Por
lo que respecta a otros asuntos cabe citar que Calviño blinda al País Vasco y
Navarra de una futura revisión de la financiación; que, según el Defensor del
Pueblo, el socialista Fernández Marugán, “confinar a los inmigrantes en
Canarias no es solución”; que el ex ministro Fernández Díaz acusa a su “ex dos”
de aliarse con el notario para inculparle en Kitchen; que Defensa despojará de
privilegios a los militares retirados protagonistas de un chat golpista y
Fiscalía pide que se les identifique; que el precio de la vivienda puede caer
hasta un 10% en dos años; y que el Rey Juan Carlos presenta una regularización
fiscal, presentando su abogado su declaración ante la Agencia Tributaria, un
escrito que se refiere al uso de las tarjetas bancarias con fondos opacos al
que Hacienda debe responder si lo acepta o pide aclaraciones y cuál sería el
importe a pagar, al afectar a ingresos por encima del medio millón, viendo la
investigación inicial indicios de delito en dos ejercicios…… un polémico caso,
que Casado califica de “asunto privado”, el del Rey Emérito, quien quiere
volver en Navidad para pasar unos días en Madrid, aunque Zarzuela es reticente,
mientras Juan Carlos no quiere provocar a su hijo una crisis institucional, por
lo que, según su entorno, “no vendrá sin el visto bueno del Gobierno y la Casa
del Rey” pues “sólo lo haría de manera ordenada”.
Y
del exterior cabe destacar que la negociación final del Brexit encalla por la
pesca y las ayudas públicas; y que Frontex, la agencia europea, admite
devoluciones irregulares de migrante, al reconocer que conoce más de una
treintena de supuestas devoluciones en caliente de inmigrantes de Grecia a
Turquía. Pero la noticia está en Venezuela, donde Maduro compra votos con bonos
de cuatro euros, comida y gasolina, para unas elecciones “Maduro SA” en que
desde su hijo “Nicolasito” a su esposa Cilia son candidatos, tirando del “voto
del hambre” para blanquear sus elecciones ya que necesita asegurar un mínimo de
participación para que el chavismo populista afiance su poder en unos comicios
con alta abstención en tanto que la mayoría de partidos opositores boicotean la
votación por fraudulenta…..en definitiva, un rechazo sin paliativos, a la farsa
de Maduro, sin oposición ni reconocimiento internacional, con que Venezuela
intenta dar apariencia de democracia con una ínfima participación ciudadana,
mientras el expresidente español Zapatero pide votar en dicha elecciones que la
UE considera fraudulentas, mientras Guaidó, presidente encargado del país, dice
que “el régimen se quedará solo en su farsa electoral como lo está a nivel
internacional” y mientras Biden se compromete a no reconocer los comicios
venezolanos.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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