El patetismo político que
estamos viviendo en España es difícil de asumir al margen de la ideología que
cada uno de los españoles tengamos, ya sea de izquierda radical, de izquierda
progresista, de centro, de derecha o de extrema derecha. Ante la que nos está
cayendo con la mayor crisis social, política y económica desde casi la época de
la Transición, soportamos un variopinto gobierno minoritario, el peor de todos
los gobiernos democráticos que hemos tenido, que, incapaz de coger el timón
para llevar a nuestro país a buen puerto, anda a la deriva en medio del
temporal mientras el barco, nuestro país, se hunde inevitablemente en una
agónica travesía que no puede controlar, lo que supone que, salvo que Sánchez
entienda que vamos de derrota en derrota hasta la victoria final, nos conduce
inevitablemente a la ruina más absoluta y al caos. Ruina que ya estamos
viviendo los españoles con una inflación que roza el 10% (el IPC en marzo se ha
disparado al 9´8%), la tasa más elevada desde 1985, y que Economía calcula
frívolamente que tres cuartos del alza se debe al impacto de la guerra, sin
tener en cuenta, que, mucho antes de que comenzara la invasión de Ucrania por
parte de Rusia, la subida de precios ya estaba desbocada y superaba ampliamente
cualquier incremento de los salarios y las pensiones. ¡Ahora ya, ni te digo!.
No vale pues escudarse en la guerra de Ucrania, aunque tenga su incidencia como
en el resto de países, para maquillar la evidente incompetencia de este
Gobierno minoritario a la hora de afrontar los retos que se le presentan,
optando siempre por parchearlos coyunturalmente con medidas, siempre populistas
y demagógicas, que sólo pretenden salir del trance con el único propósito de
alargar lo que se pueda la patética gobernabilidad cada vez más difícil de
sostener. Los expertos suspenden esta estrategia de parcheo de Sánchez para
controlar la escalada de los precios y avisan de que, en el mejor de los casos,
apenas logrará reducir un punto el IPC, cuando los precios ya suben cuatro
veces más que los sueldos o las pensiones, llevando a España a la crisis de los
80 y, obviamente, a un preocupante empobrecimiento de las familias que cada vez
tienen más difícil llegar a final de mes. Un gobierno a la deriva,
patológicamente optimista y triunfalista, que se ve obligado a asumir (la
realidad se impone a la demagogia) que la inflación récord desborda su plan en
24 horas, tirando por tierra todas sus previsiones: la promesa de Sánchez a los
jubilados engorda 10.000 millones la factura de las pensiones, la pérdida de
poder adquisitivo en las familias asciende ya a 16.700 millones, el alza de
precios del gasóleo se come en una semana la mitad de la bonificación del
Ejecutivo y el repunte del Euribor encarece ya 187 euros al año las hipotecas
variables, mientras cada vez hay menos dinero, que no es nuestro, si no
prestado, para sostener una política de una sociedad subvencionada, tan del
gusto de este gobierno social-comunista, en vez de buscar un consenso con el
resto de fuerzas políticas para cambiar radicalmente de estrategia, comenzando
por basarla en el realismo y no en deseos y elucubraciones mentales alejados de
la triste realidad que soportamos.
Un gobierno a la deriva que
cínicamente reclama un pacto político, cuando lo que realmente exige es la
adhesión del resto de partidos a sus arbitrarias decisiones, encontrando, como
es lógico, reticencias tanto a la izquierda como a la derecha, mientras tira de
subvenciones y esquiva la rebaja de impuestos que le pide la derecha,
presentando un plan de choque contra las consecuencias de la guerra en el que,
entre otras cosas, topa la subida de alquileres, prohíbe el despido, bonifica
20 céntimos los carburantes y permite a los supermercados racionar las compras
a los clientes si hay desabastecimiento. Un plan anticrisis, cerrado “in
extremis” con Podemos, su socio de gobierno, que discrepaba sobre los
alquileres, los despidos y el ingreso mínimo, y que ni siquiera es previamente
tratado con la oposición a la que le exige ahora adhesión ciega en el Congreso.
Un plan que, no obstante, Feijóo apoyará a pesar de todo si Sánchez baja
impuestos, exigiéndole, como es lógico, que la bajada de tributos acordada en
La Palma quede “reflejada” y mostrando su “máxima disposición” al pacto y a
avalar las medidas de urgencia pese al “engaño” de Sánchez y la falta de
información, dos variables que caracterizan a este Gobierno: el incumplimiento
de lo acordado cuando le interesa y la desinformación más absoluta. Así las
cosas y en medio de la hojarasca demagógica, además el Gobierno, tras semanas
de inmovilismo, pretende tramitar las medidas por medio de decreto-ley y no
tocará ni impuestos ni el plan de choque anticrisis, diseñado arbitrariamente a
su antojo, por lo que destinará 16.000 millones para reducir el impacto de la
guerra, bonificará con 20 céntimos el litro de gasolina a todos los usuarios,
los alquileres sólo podrán incrementarse un 2% hasta junio y las empresas
ayudadas no podrán despedir empleados….. evidentemente, con el consiguiente
cabreo de los dueños de gasolineras, que, de entrada, tienen que apechugar con
los 20 céntimos de subvención hasta que el Gobierno se lo abone después y sin
tener los recursos informáticos para descontarlo; de los dueños de pisos y
viviendas que ven limitado el tope de sus alquileres y lo califican de
“intervencionista”; y de los empresarios, especialmente autónomos y pequeñas
empresas, que no entienden que antes de que se ponga en marcha la reforma
laboral, sacada adelante por el error de un diputado del PP, Sánchez la
incumpla y permita ahora la imposibilidad de despedir, por lo que Garamendi
dice a Díaz que, en tales condiciones, “monte ella una empresa”, mientras los
ERTE se disparan de nuevo por la huelga del transporte, la guerra y la falta de
suministros.
Ya ven, hasta la medida de
subvencionar, que no rebajar, el precio de los carburantes, genera descontento
generalizado a pesar de que finalmente va a ser para todos los usuarios y no
sólo para los profesionales del transporte, una medida que, de momento, habrán
de afrontar las gasolineras, obligadas a adelantar la subvención a su costa y a
la espera de que luego se les reembolse, pues el Gobierno no pone ni un euro
por adelantado, cuando si se hubiera rebajado el precio mediante bajada de
impuestos todo hubiese sido más claro, fácil y transparente. Así las cosas,
cientos de gasolineras suben el precio más de cinco céntimos tras esta
bonificación de Sánchez, cuando el coste del gasóleo registra su nivel máximo
desde el inicio de la guerra en Ucrania hace un mes y mientras los huelguistas
pierden apoyo y se preparan para intensificar la “recta final” de la protesta del transporte.
Y por si todo lo expuesto no fuera
poco, el PSOE además se queda solo en el Congreso con el giro sobre el Sáhara,
mientras Sánchez, coincidiendo con las políticas de Trump de entregar el
territorio a Marruecos, a lo que se acaba de sumar Biden, defiende, ante la
incomprensión y rechazo de todos los grupos parlamentarios menos el socialista,
la autonomía del Sáhara ante un problema enquistado, cuando fue su gobierno,
hace un año, quien avivó el problema con el gesto inamistoso hacia Marruecos de
traer al líder del Frente Polisario, con nocturnidad y alevosía, para ser
tratado en España de su enfermedad.
Ahora, mientras Biden, al igual que Sánchez, imita a Trump y enfurece a
los demócratas y envía de gira por el Mediterráneo, pero sin pasar por España,
al Secretario de Estado, Podemos, el socio de gobierno de Sánchez, y sus socios
boicotean la pretendida foto de unidad, torpedeando la decisión de Sánchez
porque “es la posición de Trump”. Todo un espectáculo digno de inmortalizarse
en los anales de la diplomacia como paradigma de lo que no se debe hacer.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que el Gobierno gravará más los beneficios extra de las eléctricas y
se plantea además elevar el canon para la energía hídrica; que Del Pozo deja
por sorpresa el Corte Inglés y una comisión ejecutiva asume la gestión; que Vox
selecciona a consejeros de perfil técnico en Castilla y León; que la cúpula
fiscal frena el intento europeo de quedarse toda la investigación al hermano de
Ayuso y la Fiscalía de la UE se revuelve contra Delgado e investigará el caso;
que la nueva ESO excluye la Conquista de América e incorpora el animalismo,
también desaparecen Filosofía y cualquier mención a la Revolución Francesa,
aunque sí recoge el estudio de la justicia universal o la “memoria
democrática”; que el PSOE cuela de tapadillo ascender a Dolores Delgado cuando
esta cese como Fiscal General del Estado y en una ley propone su ascenso a
Fiscal de Sala del Supremo; que la defensa de Juan Carlos I no logra parar el
proceso por el acoso a Larssen, pues el juez inglés rechaza el recurso y le
aproxima al banquillo, aunque el Emérito recurrirá la decisión al apreciar
irregularidades; y que Feijóo reducirá la estructura de Génova, mientras Báñez
se cae de las quinielas, pues pondrá políticos en activo, y Aznar manifiesta
que “Feijóo tiene la experiencia suficiente para sacar al PP de su crisis
existencial” y añade que el partido “no está para nostalgias ni para homenajes”
y que “la dirección de Pablo Casado tuvo su oportunidad y no la supo
aprovechar”.
Y del exterior, destacar que China
confina a los 26 millones de vecinos de Shanghai por el covid; que Biden sube
impuestos a los ricos para financiar el gasto militar, por lo que los hogares
con más e 100 millones de dólares pagarán un 20% extra; y que, en la entrega de
los Oscars, el actor Will Smith agrede al cómico Chris Rock, que presentaba el
acto, como respuesta a una gracieta de éste de mal gusto sobre la alopecia de
la mujer de Will.
Entretanto prosigue la guerra en
Ucrania mientras la UE prevé recibir hasta diez millones de refugiados y
Zelenski se abre a una Ucrania neutral si Rusia se retira y renunciar a la OTAN
a cambio de garantías a su seguridad y ofrece dialogar sobre Donbás y darse 15
años para el caso de Crimea, siempre que varios países se encarguen de la
seguridad del Estado ucraniano, mientras se sigue negociando en Turquía y el
desgaste sufrido por las tropas rusas obliga a Moscú a reducir el cerco sobre
Kiev y Chernigov. Putin por su parte reconoce “avances” tras ofrecer el líder
ucraniano la neutralidad y promete frenar la ofensiva en el norte y exige un
régimen especial para Crimea y el Donbás, pero Occidente recela de estas
promesas de Putin, que tanto ha mentido a la comunidad internacional, y Biden
dice “no me creeré nada hasta que compruebe sus acciones” creyendo que más que
una retirada se trata de una estrategia para ganar tiempo y reorganizar las
tropas invasoras. No en vano los ataque continúan y mueren doce personas en
Mykolaiv en el ataque a la sede de la administración regional, pues la realidad
es que Rusia incumple su promesa en la negociación e insiste en ataques a las
grandes ciudades, que sufren nuevos bombardeos, mientras Ucrania frena a Rusia
con inteligencia de EEUU y voladuras de puentes y emboscadas, en tanto que
Rusia no da tregua y destruye un centro de Cruz Roja en Mariúpol…… y es que
Putin está comprobando que una cosa es invadir un territorio, bombardearlo y
destruir sus ciudades e infraestructuras y otra bien distinta es ocuparlo territorialmente
y convertir a sus ciudadanos en sus vasallos.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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