Cuando las cosas van mal, y
en España van muy mal, no valen excusas para justificar la situación pues lo
que hay que hacer es concitar amplios acuerdos políticos que avalen unas
políticas, por impopulares que sean, encaminadas a sacarnos de situación tan
preocupante en vez de intentar vender los pequeños logros que intencionadamente
se pueden destacar entre tanto desastre. Valga como último ejemplo el dato de
que el paro baja en 3.000 personas y de que un 30% de los nuevos empleos son
indefinidos, buena noticia, sin duda, si la analizamos aisladamente y no
tenemos en cuenta que los transportistas y la guerra han frenado el empleo en
el peor marzo (época de cierta bonanza laboral por la inminente Semana Santa)
en ocho años pues la realidad es que el paro se reduce doce veces menos que la
media del último decenio y crece el desempleo entre los jóvenes en 7.365 más.
Por tanto, en vez de andar polemizando sobre los efectos de la reforma laboral
(aprobada en el Congreso gracias al error de un diputado del PP), tanto
Gobierno como Oposición lo que deben de hacer es sentarse de una vez por todas
para consensuar políticas que en este y otros tantos asuntos cambie
definitivamente la perversa tendencia actual. No en vano el Banco de España
prevé un 7´5% de inflación en 2022 y rebaja el crecimiento del PIB un punto, a
un 4´5%, mientras el Gobierno ignora esta alerta de recesión y se escuda en la
guerra para minimizar las previsiones del Gobernador (una inflación del 10%
hasta el verano y menos crecimiento hasta 2024), cuando sólo el aumento de la
inflación se come 85.000 millones de crecimiento en dos años. Es obvio que un
disparatado IPC, que encarece la cesta de la compra; un menor crecimiento del
PIB, que dificulta el crecimiento del empleo; y una imposible subida de
salarios y pensiones en consonancia con el IPC, que nos hace cada vez más pobres,
nos lleva directamente a la ruina, se mire como se mire. Por tanto se requiere
una “voluntad de pacto” que, al menos de boca para fuera, ya han manifestado
tanto el Presidente del Gobierno como el Jefe de la Oposición. Sin embargo,
según SigmaDos, conociendo el percal, ni siquiera los votantes del PSOE, creen
que Sánchez pacte con Feijóo, y la mayoría de ciudadanos no confía en que ambos
líderes lleguen a grandes acuerdos, aunque los populares ven a su líder más
dispuesto a negociar que los socialistas al suyo. Así las cosas, Feijóo reclama
a Sánchez un pacto fiscal y se abre a negociar el Poder Judicial (quiere que
los equipos se reúnan antes para avanzar contenidos de la negociación) y el
PSOE sale con que “el PP siempre pide bajar los impuestos cuando está en la
oposición, que digan de dónde recortarían”. Por su parte Sánchez propone a
Feijóo un pacto de Estado con once puntos y dice que ofrecerá al líder del PP
acuerdos sobre órganos institucionales, el impacto en España de la guerra o la
lucha contra la violencia machista…..lo que dejaría fuera cualquier acuerdo en
política económica, fundamental en estos momentos para enderezar una situación
cada vez más insostenible. Me temo pues que empezamos mal de cara a ese
imprescindible acuerdo global entre populares y socialistas, mientras,
seguramente, Vox y Podemos se frotan las manos por el presumible desencuentro.
Entretanto el líder del PP, que
supedita el CGPJ a negociar el plan de choque mientras el Gobierno ve “fácil”
desbloquearlo en la reunión con él, traslada a Felipe VI, que le recibe en La
Zarzuela, su “perplejidad” por el cambio de posición con el Sáhara y manifiesta
“es un honor despachar con el Rey y le he comunicado que tendrá en el PP un
aliado”, asunto interesante en un país, el nuestro, en que no pocos cuestionan,
incluso desde el Gobierno, la Jefatura del Estado. Y mientras Hacienda dispara
un 80% los avisos a caseros para que declaren los alquileres, tres de cada
cuatro españoles, según GAD3, piden a Sánchez que baje impuestos, casi el 70%
de los votantes socialistas y el 57% de los de Podemos apoyan una rebaja fiscal
y el 80% de los ciudadanos critica la lentitud del Gobierno en reaccionar ante
la inflación que nos está arruinando a todos, mientras el líder del PP avanza
al Rey que pedirá rebajar ya el IRPF y la necesidad de rebajar otros impuestos
para salir de la crisis. Un asunto peliagudo ya que el Gobierno de coalición se
emperra en gastar y gastar más en vez de gastar mejor y, por ejemplo, eliminar
gastos superfluos que, en el mejor de los casos, sólo sirven para contentar a
sus clientelas y mantener un macrogobierno (el más numeroso en ministros, altos
cargos y asesores), que, en plena crisis económica, es incapaz de apretarse el
cinturón y bajar a una preocupante realidad, pues ya vendrán otros y arreglarán
este desaguisado.
Y en medio de este panorama deplorable
Zelenski comparece por videoconferencia en el Congreso de los Diputados, tal
como ya ha hecho en muchos otros Parlamentos, y pide a España “que no tenga miedo” a Putin y
envíe armas, reprocha a empresas españolas que sigan negociando con Moscú y
compara los bombardeos que sus ciudades están sufriendo con las sufridas en
Guernika en 1937 por la aviación nazi al servicio de Franco, avisando de que
Putin pretende destruir que en Europa se pueda “vivir sin dictadura, en
democracia y en paz” por lo que “Europa debe dejar de tener miedo y ser
fuerte”. Y mientras Sánchez le promete respaldo y asegura que “España está y
estará siempre con Ucrania”, la nota negra en tan histórica sesión del Congreso
la ponen sus aliados y algún cargo de su Gobierno como el Secretario de Estado,
Enrique Santiago, que, junto a la CUP y el BNG boicotean la ovación
generalizada de todos los grupos al Presidente de Ucrania. Y es que dos
diputados de Unidas Podemos, cogobernante con el PSOE, se negaron a participar
en el acto por “conciencia antifascista”, el Secretario de Estado citado le
negó el aplauso y el ministro Garzón censuró después la limitación de partidos
políticos en Ucrania, pero ni la más mínima referencia al invasor régimen de
Putin. En fin, sin más comentarios.
Mientras tanto la guerra en Ucrania
continúa. España expulsa a 27 diplomáticos rusos al juzgarlos “una amenaza para
la seguridad” y Bruselas lanza las primeras sanciones contra la energía rusa,
planteando la Comisión el veto a la importación de carbón tras la matanza de
Bucha, en tanto que la OTAN envía más armamento letal a Ucrania, pierde el
miedo a Rusia y entrega blindados, tanques y drones “kamikazes” a Kiev, que los
pedía desde el principio de la invasión. La conmoción mundial por los atroces
testimonios recogidos en Bucha presiona a la UE para el endurecimiento de las
sanciones, aunque Alemania se resiste a cortar ya el gas y el petróleo ruso
como le piden otros países por su manifiesta dependencia energética; y mientras
Zelenski espera la reacción de la UE ante el “genocidio”, Bruselas presiona a
Hungría y Alemania para consensuar nuevas sanciones a Putin y busca que Berlín
deje de inyectar 200 millones de euros diarios a Moscú por el gas, mientras
Orban rompe la unidad de la UE frente a Putin con las sanciones. Biden por su
parte pide que se juzgue a Putin por “crímenes de guerra”, condena la matanza
de Bucha y señala claramente al mandatario ruso mientras Zelenski recorre
estremecido las calles de Bucha y Alemania, al borde de sus posibilidades,
interviene la filial germana del gigante ruso Gazprom, justificando su decisión
por la falta de reserva de gas y “para proteger el orden público”. Zelenski
advierte entretanto de que Bucha aleja las conversaciones de paz y en la ciudad
denuncia un “genocidio” mientras Rusia niega las acusaciones y asegura que se
trata de una operación de falsa bandera, en tanto que París y Berlín, al igual
que Madrid, ordenan una expulsión masiva de diplomáticos rusos. Por su parte
Putin no afloja la ofensiva militar, concentrada ahora en el Donbás, donde se
produce una huida masiva del terror ruso que utiliza grupos armados de
ultraderecha para combatir en el Este mientras justifica la guerra por “desnazificar”
Ucrania y entre estos grupos cuenta con los mercenarios de Wagner.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que Le Pen acorta distancias en Francia con Macron en la recta final
de campaña; que el PP andaluz anticipará las elecciones autonómicas si hay “efecto
Feijóo”; que la inflación obligará a Sánchez a pagar 10.000 millones más en
pensiones y este gasto desbocado alarma a Bruselas, que le presiona para que
vuelva a desligar la revalorización de las jubilaciones del IPC; que el
Gobierno retrasa hasta después de Semana Santa la retirada de las mascarillas
en interiores y anuncia que será a partir del 20 de abril; que La Moncloa busca
sellar un compromiso con Rabat contra la inmigración irregular; que los
controles han fallado en los dos últimos asesinatos machistas; que las
empleadas de hogar están más cerca de cobrar la ayuda por desempleo; que
Montero retrasa la subida de los funcionarios pero desbloquea su teletrabajo;
que la auditoría de los obispos por los abusos contará con expertos internacionales;
que el goteo de las gasolineras cerradas por la ayuda supera ya las doscientas;
que es detenido un hombre de 32 años en Oviedo por matar a puñaladas a su
vecina de 14 y se sabe que ya acosó a otras tres adolescentes en un parque; que
el Tribunal de la UE examina el “procés” y pone en juego la euroorden; que la
ONU da el ultimátum de que las emisiones deben caer ya en 2025 y uno de los
autores del informe asegura que “es ahora o nunca”; y que Anticorrupción acusa
a los empresarios Luis Medina y Alberto Luceño de usar a un primo de Almeida
para lucrarse con el covid ya que ganaron seis millones de euros por vender
material sanitario al Ayuntamiento de Madrid y el fiscal afirma que se
sirvieron de su “amistad con un familiar del alcalde”, quien admite que su primo les dio un correo oficial…..no estaría
de más que si, al final, se produce ese ansiado acuerdo entre Sánchez y Feijóo,
pusieran como asunto prioritario acabar de una vez por todas con la repugnante
corrupción en España que es una de las lacras abominables que inciden
negativamente sobre nuestra economía, nuestra pérdida de confianza en los políticos
y nuestra convivencia en paz y libertad.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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