España votó; y votó
masivamente (el 70´4% del censo), a pesar del calor infernal de la jornada
electoral, que se desarrolló con absoluta normalidad. España votó y el PP de
Feijóo ganó las elecciones, tal como vaticinaban todas las encuestas, salvo la
del CIS, que le consideraba perdedor, y el PSOE de Sánchez, contra el vaticinio
de Tezanos, perdió, pero no por la diferencia que apuntaban todos los sondeos,
por lo que cabe concluir que, en definitiva, Feijóo gana las elecciones y
Sánchez resiste, y que, con ello, se dibuja un panorama político de inestabilidad
gubernamental, pues a derecha e izquierda de sendos partidos, respectivamente,
Vox y Sumar pierden fuerza y son incapaces de garantizarles una mayoría sólida
en el Congreso de los Diputados. La realidad es que estos cuatro partidos de
ámbito nacional ven frustradas las expectativas, por más que sus respectivos
líderes quieran vender la burra de la mejor manera posible para salvar sus
personales responsabilidades: Feijóo no logra, ni sumando con Vox, la mayoría
absoluta que pretendía y que la mayoría de encuestas le daban; Sánchez no logra
la remontada que buscaba y auguraba tras el fiasco del 28-M, pero tampoco se
hunde contra el vaticinio de muchos sondeos; Abascal no consigue ser decisivo para gobernar
y Yolanda Díaz no logra mejorar los resultados que obtuvo UPodemos ni ser la
tercera fuerza política relegando a Vox. Frustración generalizada pues a causa
de los resultados que, comparados con los de 2019, han sido los siguientes: PP,
8´09 millones de votos, el 33%, y 136 diputados (47 más que en 2019); PSOE,
7´76 millones, el 31´7% y 122 (2 más); Vox, 3´03 millones, el 12´4%, y 33 (19
menos); Sumar, 3´01 millones, el 12´3%, y 31 (7 menos que UPodemos, a la que
sustituye); y Otros, 7´2% y 28 (23 menos). ¿Y quiénes son esos Otros que con el
7´2% de votos y 28 diputados serán quienes al fin decidan la Gobernabilidad de
España? Pues son los siguientes y tienen el siguiente respaldo: ERC, 462.883
votos, el 1´9% y 7 diputados (6 menos que en 2019); JxCat, 392.634, el 1´6%, y
7 (1 menos); EHBildu, 333.362, el 1´4% y 6 (1 más); PNV, 275.782, el 1´1%, y 5
(1 menos); BNG, 152.327, el 0´6%, y 1 (queda igual); CC, 114.718, el 0´4%, y 1
(1 menos); y UPN, 51.764, 0´2%, y 1 (1 más); dándose además la circunstancia de
que, menos UPN y CC, el resto busca la independencia de sus respectivos
territorios como sea y cualquier apoyo al Gobierno Central será a costa de
concesiones intolerables, insolidarias con el resto de España, que vayan en esa
dirección aunque sean inconstitucionales o rocen la inconstitucionalidad. En
todo caso, frustración también para el secesionismo catalán, que pierde siete
escaños (es la mejor noticia de estos resultados) y para el PNV que es
sorpasado por EHBildu en el País Vasco. Y, en definitiva, frustración para
España que ve amenazada su gobernabilidad, pudiendo estar abocada a repetir el
bloqueo político, que en su día puso de moda Sánchez con su insólito “no es no”
y “qué parte del no, no entiendes”, o, en todo caso, a gobernar él mismo en
condiciones más precarias que con su actual gobierno minoritario de coalición
ya que ahora incluso necesitaría pactar con la derecha secesionista catalana
del fugado Puigdemont, al contar la previsible coalición PSOE-Sumar con menos
fuerza que la actual PSOE-UPodemos: si antes, habiendo ganado el PSOE las
elecciones, contaba con los 120 diputados socialistas más los 38 de UPodemos
(158 en total), ahora, habiendo perdido además las elecciones, sólo cuenta con
sus 122 escaños, más los 31 de Sumar (153, en total); una situación, sin lugar
a dudas, bastante peor para España y para el PSOE que la de los comicios de
2019 se mire como se mire…y menos mal que, gracias a que el PSC ha conseguido
muy buenos resultados en Cataluña, convirtiéndose probablemente en el único
partido que puede sentirse realmente satisfecho con los resultados electorales,
se ha evitado la debacle absoluta del PSOE de Sánchez a nivel nacional y se ha
propiciado la resistencia de Sánchez. Está clarísimo, Feijóo gana, Sánchez
resiste y España pierde.
España pierde porque su sistema
democrático, una democracia parlamentaria y no presidencialista, permite que un
7´2% de españoles (es decir, poco más de 1.780.000 votantes), beneficiados incluso
por la ley electoral al votar sólo en ámbito autonómico y no nacional, imponga
su criterio secesionista y la gobernabilidad de España mediante el chantaje de
sus minoritarios votos frente a más del 89% de españoles (es decir, casi 22
millones de votantes), que optaron obviamente por partidos nacionales, sean de
derechas o izquierdas, contrarios sin duda al proyecto secesionista de algunos
territorios de España que defienden los nacionalistas-separatistas. Una
democracia parlamentaria que tiene todo el sentido siempre que los aspirantes a
gobernar España, es decir, los líderes de los partidos más votados, entiendan
que a la hora de conformar la mayoría parlamentaria para ser investidos y
gobernar, ha de prevalecer el sentido común y el interés general frente a sus
legítimos intereses personales o partidarios, ya que la mayoría parlamentaria
jamás debiera consistir en una mayoría aritmética sin orden ni concierto, ni
proyecto común alguno, a base de sumar elementos contradictorios y con intereses
opuestos como puede ser el soberanismo con el constitucionalismo, las derechas
con las izquierdas, o los radicalismos de todo tipo por antagónicos que estos
sean entre ellos, pues, en ese caso, aunque sea legal, sencillamente estamos
prostituyendo lo que realmente quiere la mayoría de los votantes, es decir,
impidiendo incluso que gobierne el partido más votado si entre todos los perdedores
son capaces de hilvanar una mayoría, sin orden ni concierto, basada en
chantajes para que prevalezcan sus minoritarios proyectos por rechazables que
sean para la mayoría. Así lo entendieron hasta hoy los partidos mayoritarios, PSOE
y PP, no dificultando que gobernara el más votado y, menos aún, sustituyendo dicha
mayoría con falsas mayorías aritméticas anti-natura y por eso siempre gobernó
el partido más votado, pero esto pasó a la historia y, visto lo visto, por primera
vez cabe la posibilidad de que no gobierne quien ganó las elecciones sino quien
las perdió, si es capaz de concitar más votos aritméticos aunque sea
sometiéndose a chantajes intolerables perjudiciales para la mayoría de los
ciudadanos.
Así las cosas el PP, con casi todas
las CCAA bajo su gobernanza, tras el batacazo del PSOE en las autonómicas, y
con el Senado arrebatado al PSOE al haber conseguido amplia mayoría, el ganador
de las elecciones es incapaz de tejer una mayoría con Vox, su única opción, si
todo el resto de partidos del arco parlamentario así lo hilvanan con el PSOE,
tal como ya hicieron en esta pasada legislatura, aunque en ese caso cabía al
menos la justificación de que los socialistas eran los más votados….y, en caso
contrario, todo apunta a un bloqueo político y, en definitiva, a una repetición
de elecciones. De momento Feijóo, como ganador de los comicios, quiere ir a la
investidura, aunque no tenga los apoyos para sacarla adelante, e insta al PSOE
a facilitarle la gobernabilidad, mientras Sánchez, que sólo podría gobernar
como líder de una coalición de perdedores con Sumar y el apoyo de ERC, JxCat,
EHBildu y PNV, se muestra eufórico por haber conseguido un resultado algo mejor
de lo esperado. Entretanto Yolanda Díaz celebra su cuarto puesto como si fuera
una victoria mientras desde Podemos, que ahora forma parte de Sumar, le afean
los pobres resultados obtenidos, que ni siquiera igualan a los que consiguió UPodemos
la pasada legislatura; y, por su parte, desde Junts ya avisan a Sánchez de que
su apoyo, ahora imprescindible para reeditar el Gobierno Frankenstein, “no será
a cambio de nada”, pidiéndole de entrada un “referéndum” de autodeterminación y
la “amnistía”, ambas cosas anticonstitucionales y, por tanto, imposibles de
conceder por parte del Gobierno.
La cruda realidad es que tras estos
comicios cabe la incertidumbre sobre la gobernabilidad de España mientras lo
más razonable sería un pacto por el que PSOE y PP apostaran por cambiar
democráticamente lo antes posible algunos asuntos de Estado y de procedimientos
institucionales para atajar como sea esta especie de deriva antidemocrática
que, de seguir así, puede incluso dar al traste con el tiempo a nuestro sistema
democrático, ya que, lo votado por los españoles ha de ser ahora interpretado
por los parlamentarios y, desde luego, tras las últimas experiencias, no parecen
ser los más acertados para interpretaciones, que suelen ser interesadas y para
arrimar el ascua a sus respectivas sardinas, generando cada vez más frustración
de los españoles. De momento no parecen ir los tiros por ahí cuando comienza el
aquelarre para conformar las pertinentes mayorías y buscar la gobernabilidad o
desgobernabilidad de España, que es lo que debiera importar, así como los
argumentos para vendernos la película de que unos y otros aciertan en sus
decisiones sobre pactos, chantajes y prebendas. De entrada Feijóo dice “pido
que nadie tenga la tentación de volver a bloquear España”, lo que, de entrada,
es mucho pedir conociendo el percal; añade Sánchez “somos muchos más los que
queremos que España avance”, sin que se sepa bien si en ese “muchos” incluye a
los radicales y separatistas de derechas o izquierdas; manifiesta Yolanda Díaz “creo
que hemos hecho lo imposible, la esperanza venció al miedo”, sin que sepamos si
en esa esperanza está Sumar que ha perdido votos respecto a la esperanza que
representaba UPodemos; y remata Abascal culpando a Feijóo del “fracaso” por
desmovilizar al electorado de derechas, vendiendo una victoria holgada antes de
ganarla y olvidando que, seguramente, lo que también ha funcionado ha sido una
movilización del electorado de izquierdas al funcionar su estrategia del miedo
a Vox tras los pactos autonómicos con el PP y las desacertadas e indeseables
declaraciones de muchos de sus dirigentes. Al final, con todas estas mimbres,
Feijóo gana las elecciones pero el fugado Puigdemont, paradigma de la derecha y
del secesionismo más radical y totalitario, podría hacer Presidente a Sánchez,
que las pierde, pues la formación del Gobierno queda abierta tras los comicios
en los que el PP, aunque los gana, no alcanza la mayoría que buscaba y que
vendía, quedándose ahora sin apenas opciones de gobernar ante el retroceso de
Vox en las urnas en una estrategia desigual, instalada en buena parte de la
sociedad, según la cual es pernicioso e indeseable que el PP de Feijóo pacte
con Vox, pero es saludable y deseable que el PSOE de Sánchez, si lo necesita,
pacte con quienes le venga en gana tras erigirse como adalid del progresismo,
cuando algunos con los que ha pactado son paradigmáticos de ideologías rancias
y trasnochadas, más que superadas en Europa y entre sus objetivos está liquidar
lo que llaman “régimen del 78”, es decir, nuestro actual proyecto democrático
enmarcado en nuestra Constitución, cada vez más ultrajada y no respetada. No
cabe duda alguna de que Sánchez pese a la derrota y la diferencia de escaños a
la baja, (136 PP-122 PSOE ), que los
españoles le han dado en las urnas ante Feijóo intentará repetir su pacto con
Sumar, los populismos de extrema izquierda y los independentistas de derechas o
izquierdas, en un escenario incierto que deja a nuestro país en manos de Otegi
y Puigdemont….. Es obvio, Feijóo gana, Sánchez resiste y España, cuyo gobierno
depende de un perseguido de la Justicia española fugado, Puigdemont, pierde sin
lugar a dudas. Y todo acaba de comenzar.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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