Es preocupante, muy
preocupante, que la gobernabilidad de España dependa de lo que decidan Junts y
PNV, dos partidos no de ámbito nacional, sino territorial, ambos de derechas, que
tienen en sus manos decidir si en los próximos años el gobierno minoritario de
España será monocolor y de derechas (es decir, un gobierno del PP, ganador de
las elecciones, con el apoyo explícito de Vox y UPN, que le ceden gratis el
“sí” y le permite postularse a una investidura con el apoyo de 171 escaños) o
un gobierno multicolor de coalición, igualmente minoritario, de izquierdas,
populistas y radicales (es decir un gobierno de PSOE y Sumar, que cuenta sólo
con 152 diputados, si pactan los socialistas con la mayor coalición de la
historia, autocalificada de “progresista” y creada por Yolanda Díaz para
presentarse a las recientes elecciones y que agrupa nada menos que a veinte
partidos de ámbito estatal y autonómico). En definitiva, ambas opciones de
gobierno (o de desgobierno) están a la espera de lo que decida el resto de
partidos (ERC, Junts, EHBildu, PNV, BNG y CC), por supuesto, si pactan las
pertinentes contraprestaciones programáticas correspondientes, ya que ninguno
de ellos (ni los de derecha Junts, PNV y CC con sus 13 escaños; ni los de
izquierda ERC, EHBildu y BNG con sus 14 diputados) va a dar su apoyo gratis a
vestidura alguna para que cualquiera de las dos opciones llegue a los ansiados
176 escaños, de la mayoría absoluta, o, en su defecto, ser la opción más votada
en el Congreso de los Diputados, si alguno de ellos simplemente decide
abstenerse. Pues bien, así las cosas, parecería que, en términos ideológicos
izquierda-derecha, Feijóo contaría con ventaja sobre Sánchez al ser la lista
más votada por los españoles y contar además con los votos “gratis” de Vox y
UPN, lo que posibilitaría un gobierno monocolor, quedando su opción
condicionada a lo que decidan los 13 escaños de derecha (Junts, PNV y CC), pues
simplemente la abstención pactada de cualquiera de los dos primeros le bastaría
al líder popular para ser investido presidente, ya que Sánchez en ese caso no
le superaría en apoyos ni con todos los demás partidos votando a su favor. Sin
embargo, sorprendente e insólitamente, ni Junts, ni PNV (CC le dejaría más
cerca pero suficientemente), siendo ambos de la más rancia derecha, están
dispuestos a apoyar un presunto gobierno monocolor popular de derecha, y, de
momento, se inclinan (eso sí a cambio de contrapartidas nacional-separatistas)
por un “sí” a un presunto gobierno de coalición PSOE-Sumar de izquierdas, autodenominado
“progresista” y por partidos separatistas de izquierdas como ERC, Bildu y BNG,
que, en el mejor de los casos, estarían en las antípodas, ideológicamente
hablando, de Junts y el PNV, lo que pone de manifiesto que el objetivo de éstos
no es, obviamente, defender los intereses generales de todos los españoles, ni
lo que mayoritariamente han votado, sino que el objetivo es apostar por la
opción más débil y variopinta de 152 escaños, frente a los 171 de la derecha y
más monocolor, y, por tanto, la más proclive a concederles las exigencias
encaminadas a debilitar al Estado y fortalecer la estrategia de su pretendido
separatismo, incluso de forma totalitaria, al extremo de que el líder de Junts
anda fugado de la Justicia española. Por lo tanto, contra todo pronóstico, el
futuro gobierno de España lo va a decidir “de facto” la derecha
nacional-secesionista, que, curiosamente, siendo la derecha más tradicionalista
de España, prefiere apoyar a la izquierda más radical, como es ERC o Bildu,
antes que dejar que gobierne la derecha constitucionalista del PP, con el apoyo
sin contrapartidas de Vox, argumentando que éste último partido es la derecha
extrema, pero olvidando y blanqueando a la izquierda extrema radical vasca y
catalana. No en vano, el socialista Page (único superviviente de la debacle
socialista de las autonómicas y locales del 23-J), en sintonía con otros muchos
socialistas, lamenta que el Gobierno “dependa de un prófugo” y vaticina una
legislatura “vertiginosa” si Sánchez, como parece, logra los apoyos, cuando
éste, está dispuesto a ceder a cualquier cosa con tal de ser investido y tiene
el descaro de defender que su gobierno será “progresista” con semejantes
mimbres y apoyos para apuntalarlo.
Esta es la real tragedia de la
gobernabilidad de España y su democracia, mientras Feijóo quema sus últimos
cartuchos con el PNV (con Junts ya se sabe que, además de impresentable, sería
imposible), en tanto que Sánchez, como primer paso para conseguir su objetivo, ya
busca apoyos de momento para mantener la Presidencia del Congreso de los
Diputados y, al efecto, sacrifica a Batet, que no repetirá en el puesto al no
ser del agrado de los secesionistas (no vaya a ser que sean contrariados y
luego no le apoyen en la investidura, pues simplemente una abstención le
bastaría a Feijóo para conseguirlo), mientras busca un candidato (candidata,
-ate, -ati o -atu; ¡vaya a que se enfaden los “progresistas” conmigo por mi
lenguaje inclusivo!) que tenga el “placet” del separatismo…. Y entretanto el
prófugo Puigdemont adelanta su lista de exigencias para pactar, que, en su
conjunto, supone “de facto” liquidar en definitiva el Estado Español en
Cataluña, aunque Junts se cuida, por razones estéticas y como salida a Sánchez
para que se las conceda, de no incluir en concreto la ilegal amnistía y el
ilegal referéndum de autodeterminación, a lo que Sánchez quedaría obligado a decir
“no” por su manifiesta ilegalidad, optando por tanto por una serie de traspasos
competenciales que, sumados a los ya concedidos a la Generalitat Catalana,
dejan en la práctica fuera de Cataluña al Estado Español, objetivo primordial
del prófugo y su partido. Por su parte el PNV, que se había mostrado contrario
a un gobierno de coalición PP-Vox con la excusa de que Vox es la extrema
derecha, mantiene su “no es no”, (que aprendió de Sánchez contra Feijóo, al que
el PNV traicionó para hacer viable la moción de censura después de haberle
aprobado días antes los Presupuestos) a un gobierno monocolor del PP, tras la
renuncia de Vox a entrar en el Ejecutivo, prefiriendo alinearse con la extrema
izquierda y radical, mientras intenta evitar el avance de Bildu, que amenaza su
hegemonía en el País Vasco de cara a las próximas autonómicas. Es obvio que el
PNV prefiere un gobierno de coalición de Sánchez con Sumar, apoyado por
comunistas, populistas radicales, secesionistas y Bildu, a un gobierno
monocolor del PP apoyado por Vox, UPN y CC, que, al menos, negocia con el PP y
no se suma al “no es no” de Ortúzar y compañía. Esto es lo que hay y con estas
mimbres habrá que formar el cesto, salvo que, ante tanto despropósito,
finalmente se opte por repetir los comicios para ver si los españoles se
pronuncian más claro y desechan los surrealismos ideológicos que, a diferencia de
nuestros socios europeos, proliferan tanto en nuestro país.
Entretanto hay que cuidarlo todo
para que nada se venga abajo y, por tanto, ha caído como un jarro de agua fría
que el Tribunal Constitucional haya proporcionado un revés a Puigdemont
inadmitiendo su recurso en estos momentos de difícil negociación con Sánchez,
lo que ha provocado las protestas de Junts y que Fiscalía, controlada por el
Ejecutivo, como dice el Presidente, anuncie recurrir la decisión de la Sala de
Vacaciones del Alto Tribunal formada por mayoría conservadora, mientras el PSOE
busca un Presidente del Congreso que sea del gusto de los nacionalistas y
secesionistas, pues el día 17 hay que constituir las Cortes Generales y, si en
el Senado no hay problema alguno al contar el PP con amplia mayoría absoluta,
en el Congreso, ya ven como está el patio y lo único claro es que Batet no será
la Presidenta. Por su parte Sumar, socio del PSOE, tensa la coalición
gubernamental porque las propuestas socialistas son insuficientes, mientras
Podemos, integrado en la coalición de Yolanda Díaz, anuncia un ERE tras perder
más del 70% de ingresos por los pésimos resultados electorales en las autonómicas
y locales, lo que le obliga a liquidar el partido en la mitad de España (cerrará
nueve delegaciones y despedirá media plantilla tras caer de 170 a 34 diputados
autonómicos y haber perdido cerca de 400.000 euros en 2022) y con su cúpula atrincherada
intentando conseguir un mínimo protagonismo propio como partido dentro de la
macro-coalición Sumar donde es descaradamente relegado. También en Vox bajan
las aguas turbias y tras su descalabro en las generales el ala dura se impone,
al extremo de que su actual portavoz parlamentario, Espinosa de los Monteros,
no recogerá su acta de diputado y anuncia que deja la política “por razones
personales y familiares” (es lo que se suele decir siempre) destapando la crisis
que atraviesa el partido de Abascal, con el ascenso de Buxadé y el descenso del
sector más liberal liderado por Espinosa, que se había quejado de las purgas en
el partido; en definitiva, un golpe mortal a los fundadores del partido en su “annus
horribilis” en que pretendían forzar al PP a un gobierno de coalición.
Y mientras la Junta Electoral
rechaza revisar el voto nulo del exterior que pedía el PSOE, dejándole con 121
escaños, los emisarios de la socialista Chivite se reúnen con los de Otegi para
amarrar una abstención que le permita gobernar la Comunidad Foral de Navarra,
tras haber llegado el PSOE a un acuerdo con Contigo y con Geroa Bay, que
incluye al PNV, para conformar un gobierno de coalición tripartito en que el
primero controlará Vivienda y el segundo Salud, mientras Chivite queda en manos
de Bildu o no gobierna. Por su parte el PP ya gobierna con Vox en Aragón, donde
el popular Azcón promete en su discurso de investidura rebajas fiscales,
medidas medioambientales y luchar contra la violencia de género, con un
gobierno estable a pesar de las diferencias con los de Abascal, rechaza practicar
una política de “tierra quemada” y tiende la mano al “diálogo” y al consenso
para que la Comunidad de Aragón avance.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que fallece a los 95 años de edad Federico Bahamontes, el primer héroe
del ciclismo español; que Daniel, hijo del actor Rodolfo Sancho, ingresa en
prisión en Tailandia como autor confeso de asesinar y descuartizar a un
cirujano colombiano, enfrentándose a ser juzgado por un delito de “asesinato
premeditado”; que el asesinato de tres mujeres por violencia machista en sólo
24 horas, dos de ellos en presencia de menores, eleva todas las alarmas; que
España se abrasa con la tercera ola de calor que la golpea con temperaturas
superiores a 40 grados; que la banca se deja 3.100 millones en el Ibex tras el “impuestazo”
sorpresa al sector del gobierno italiano de Meloni con un 40% de gravamen a los
beneficios, aunque ha tenido que rectificar la medida tras perder su banca
9.000 millones; y que la población en España, único país mediterráneo donde cae
la inmigración irregular, bate el record llegando a los 48.354.223 habitantes
gracias a los inmigrantes, mientras aumentan las pateras a Canarias y mueren 41
personas en un naufragio cerca de la isla italiana de Lampedusa, y cuando Reino
Unido inaugura un centro de inmigrantes flotante, un buque transformado al
efecto, que recibe a los primeros solicitantes de asilo.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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