Ha llegado 2024, un año
electoral sin lugar a dudas (más de 70 países habrán de someterse a las urnas)
y, por tanto, plagado de incertidumbres, en que la eclosión de los extremismos,
y en especial de la extrema derecha, va a poner a prueba a las instituciones
europeas, cada vez más tensionadas. Un horizonte de incertidumbres sin lugar a
dudas que, tanto en España como en Europa, pondrá a prueba la madurez de los
ciudadanos a la hora de apostar por políticas moderadas viables alejadas de
falsas soluciones radicales y populistas que, al final, sólo traen frustración
y desencanto a la ciudadanía, siendo el más indeseable caldo de cultivo para el
triunfo de los totalitarismos populistas indeseables, por muy disfrazados de
democracia que se presenten en las urnas con soluciones mágicas inexistentes para
resolver los problemas que tienen los ciudadanos. Y todo ello, entre otros conflictos,
en plenos ataques terroristas en el Mar Rojo, que amenazan el comercio mundial
(exportadores españoles ya avisan de un incremento del 170% en los costes de
las rutas alternativas para evitar cruzar por el Canal de Suez) y en plena
guerra en suelo europeo (además de tantas otras guerras y conflictos olvidados
a lo largo y ancho del mundo), que amenaza seriamente el futuro de la propia
Unión Europea, es decir, el mayor espacio político del mudo democrático, en que
los problemas se resuelven por la fuerza de la razón y no por la razón de la
fuerza. Así las cosas, Irán desafía a EEUU enviando un destructor a la zona de
conflicto en el Mar Rojo para apoyar a los terroristas hutíes, mientras Israel
mata en Beirut, la capital de Líbano, al terrorista Salah al Aruri, número dos
del grupo terrorista Hamás, en sangrienta guerra con Israel y mientras Putin
recrudece su terror aéreo en Ucrania con una ofensiva de drones kamikazes sin
precedentes contra las principales ciudades ucranianas. En definitiva, una
escalada de violencia, en pleno revés judicial a Netanyahu (el Supremo israelí
anula su ley clave para su reforma judicial), quien desafía a Hizbulá en
Beirut, matando al “dos” de Hamás, lo que apunta a una extensión del conflicto
árabe-israelí, en plena pérdida de influencia de EEUU en el orden internacional
e incrementa las incertidumbres sobre el actual orden mundial en plena
decadencia. Así se estrena este 2024 electoral en términos de política
internacional, mientras también cabe añadir que en estos días ha abdicado
sorprendentemente la reina Margarita de Dinamarca dando paso al trono a su hijo
Federico X; que un potente terremoto en Japón activa la alerta de un tsunami y
un choque de dos aviones en el aeropuerto japonés de Haneda deja cinco muertos
y 359 evacuados; y que en Argentina el presidente Milei purga al Ejército con
la retirada de 22 generales lo que supone la renovación más drástica en veinte
años, en plenas manifestaciones callejeras cuando, paradójicamente, los
argentinos, hartos del populismo peronista, acaban de otorgarle al populista
Milei una mayoría amplia para presidir el país, apostando ahora con ello por el
populismo de extrema derecha. Este es “grosso modo” el preocupante ambiente
internacional que tenemos al iniciarse este año que comienza con demasiadas
incertidumbres, tanto a nivel internacional como nacional, cuya evolución va a
depender de la gestión que hagan los respectivos gobernantes en sus respetivos
países.
En cuanto a España se refiere las
incertidumbres no se quedan atrás sino todo lo contrario, pues, aunque las
elecciones generales y autonómicas han sido en 2023, los comicios gallegos,
vascos y europeos habrán de celebrarse en 2024 que, obviamente, se convierte en
año electoral, mientras los comicios catalanes, salvo sorpresas, serán poco
después, ya en 2025. Y todo ello en pleno conflicto político tras los pactos de
Sánchez con secesionistas y radicales a cambio de sus votos para que le apoyen
después de una serie de concesiones que él mismo había negado en campaña
electoral. En efecto, la aplicación de la polémica amnistía, el polémico
regreso del prófugo Puigdemont, la polémica renovación del CGPJ y las urnas,
entre otros, serán en España los asuntos que marcarán este inquietante año
político que comienza, y sin duda el impacto en el PSOE de las cesiones de
Sánchez al secesionismo quedarán reflejados en las urnas. El reto de Sánchez,
especialista en meterse en verdaderos charcos y salir de ellos relativamente
airoso, es ganar a la inestabilidad política que él mismo ha generado, pues a
todo lo anterior, cabe añadir la necesidad de cohesionar a sus propios
variopintos socios de aventuras, y al efecto Moncloa buscará culminar la
política de normalización de ERC y Junts (la radical izquierda y derecha
secesionista respectivamente), ambas sostenedoras imprescindibles para
sostenerle en el poder. Por su parte Pablo Iglesias pone en marcha su
particular plan de venganza contra Yolanda Díaz, a la que nombró a dedo su sucesora
en Podemos, porque ha purgado a los diputados morados de su invento electoral
Sumar que en vez de sumar resta y con ello causa preocupaciones al PSOE que ya
teme fracasar en Galicia ante la solidez del PP y el tirón del BNG, también
socio de Sánchez, lo que genera alarma en Ferraz ante un posible nuevo pinchazo
electoral al ser conscientes de que “la división de la izquierda mata la
campaña”.
Y en este ambiente tenso, casi
violento, en Nochevieja un grupo de manifestantes cuelga un muñeco frente a la
sede socialista y lo apalean, provocando la reacción lógica de los socialistas
que ven delito de odio en el muñeco de Sánchez “ahorcado” y buscan vías legales
contra los ataques ultras en Ferraz, justo cuando, por exigencias de sus socios
radicales, se han suavizado legalmente hace bien poco tiempo los delitos de
injurias y calumnias al Jefe del Estado, tras años observando como en Cataluña
se quemaban, por ejemplo, fotos del Rey y de la bandera española, lo que
obviamente resta ahora credibilidad jurídica a la reacción socialista contra el
intolerable, que lo es, episodio del muñeco de Sánchez colgado y apaleado; pues
lo triste es que, una vez más, las cosas no se vean como son sino del color con
que se miran. Al respecto, pide Patxi López, con toda la razón del mundo,
atajar de raíz las críticas contra el PSOE que llevan a actos como el
apaleamiento del muñeco de Sánchez; y lleva toda la razón el portavoz
socialista, a cuya petición me sumo, aunque lamento que el PSOE no actúe con semejante
repulsa cuando los agredidos son otros y los agresores son sus propios socios
de gobierno, lo que echa por tierra la credibilidad de la petición de erradicar
semejantes comportamientos, que se erradicarían para todos y en todas las circunstancias
o no se erradicarán nunca, como sucede con la corrupción, convertida en arrojadiza
arma política electoral de conveniencia para unos y otros. Entretanto el PP de
Feijóo, que condena tímidamente el asunto del muñeco y pide que en otros casos
el PSOE actúe igual que ahora cuando el señalado no sea su jefe, abre este año
electoral con el reto de mantener su mayoría absoluta en Galicia, frente a un
PSOE que aspira a arrebatársela aunque Podemos haya roto con Sumar, mientras
los presidentes autonómicos populares hacen frente común en Nochevieja en sus
críticas contra Sánchez y Feijóo les emplaza a rechazar las quitas de deuda, ya
que el Gobierno quiere dividir a las CCAA del PP en busca de una nueva financiación,
otro asunto que traerá cola sin lugar a dudas.
Así las cosas, en plena cuenta atrás
para las elecciones catalanas (en el mejor de los casos 400 días y todas las
incógnitas al estar condicionadas por la amnistía y el enfrentamiento entre ERC
y Junts), el PP, según SigmaDos, aventaja en nueve puntos al PSOE y doblaría
sus escaños en las europeas, ya que obtendría el 38% de los votos y 25 de los
64 eurodiputados en disputa, mientras el PSOE caería e Irene Montero, relegada
por Yolanda Díaz, obtendría escaño en el Europarlamento. Y, según NCReport, el
65´9% de los votante del PSOE rechaza los pactos de Sánchez con Bildu, el 78´5%
los valora como mal o muy mal frente al 17´3% que los considera bien o muy bien;
la mayoría no está de acuerdo en ceder a un referéndum independentistas, el 60´3%
cree que los independentistas no se conformarán con lo conseguido y buscarán el
referéndum frente al 27´2% que cree que sí se conformarán ya; y el 49% de los
encuestados considera que la oposición debe endurecer su labor.
Un 2024 con demasiadas incertidumbres
en el que, al margen de los desencuentros políticos, las pensiones serán más
altas (las contributivas subirán un 3´8% y las no contributivas un 6´9%) y las
jubilaciones más tardías (de cara a ir progresivamente hasta los 67 años); en
el que la contratación de la industria se agudiza y cae un 3´1% por debajo del
nivel precovid; en el que la electricidad y el gas subirán al recuperar en el recibo
el IVA y España se queda sin escudo frente a las grandes subidas eléctricas; en
el que las cuotas de las hipotecas deben reducirse desde primavera por la
evolución del Euribor; en el que los trabajadores pueden empezar a recuperar
algo de poder adquisitivo si se controla el IPC; y en el que la economía se
desacelerará pero no se prevé una crisis, pues, aunque todos los estudios
rebajan el crecimiento español durante este año que comienza creen que, en todo
caso, seguirá por encima de la media europea.
Y por lo que respecta a otros
asuntos cabe citar que Jenni Hermoso ratifica en los juzgados que el beso de
Rubiales no fue consentido y que sufrió presiones tras el mismo; que la
epidemia de virus respiratorios satura los centros de salud; que el joven
Santiago Sánchez regresa del infierno iraní “sin odio ni rencor” tras
permanecer preso quince meses acusado de ser espía por el régimen de Teherán y
asegura que volverá a Irán pese a que creyó que acabaría ahorcado; y que España
es el segundo país de la UE en entradas irregulares de migrantes con unas
55.000 llegadas en 2023, el segundo dato más alto de la historia, con los desembarcos
creciendo con fuerza en Canarias por las salidas de Senegal y Gambia, mientras
las cifras empeoran a toda velocidad desde agosto pese al control de Marruecos.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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