miércoles, 12 de marzo de 2014

CORRUPCIÓN COMO TELÓN DE FONDO

                        Entre las noticias que iluminan nuestro quehacer cotidiano destacan hoy, ¡cómo no!, las relacionadas con la corrupción política y otras conductas poco decorosas. Mientras son detenidos una docena de sujetos por el fraude de los cursos de formación de la patronal en Madrid y, por otra parte, el juez Ruz cita a los cabecillas del caso Gürtel con la intención de cerrar ya el caso, la jueza Alaya da una vuelta de rosca al suyo que, como el anterior, parece interminable. En efecto, Alaya acaba de imponer una fianza de casi treinta millones de euros a Magdalena Álvarez, la ex Consejera de la Junta de Andalucía, la ex ministra del Gobierno de ZP, la ex eurodiputada y la actual vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, al responsabilizarla de las ayudas irregulares concedidas por la Junta hasta el 2003, exigiendo a su número dos, José Salgueiro, otra fianza de veintidós millones, al poder haber incurrido en delitos como el de prevaricación y el de malversación. Insiste la jueza en que Álvarez, junto a dos de sus altos cargos cuando era Consejera, eran “promotores del procedimiento ilegal de concesión de ayudas” que, en definitiva, conformaron el fraude masivo que actualmente se está investigando. Tanto el fraude en los cursos de formación (no sólo los de la patronal en Madrid, sino también los de UGT y CCOO, especialmente en Andalucía), como el de la trama Gürtel (que llena de peste los mismísimos aledaños del PP, especialmente en Madrid y Valencia) y el de los ERE fraudulentos (que hace lo propio en el PSOE, especialmente en el PSOE-A) son una buena muestra representativa del ambiente putrefacto que preside buena parte de nuestras instituciones políticas, sociales y económicas. Si cada una de ellas por separado ya exhala un olor insoportable cuando, como es el caso, coinciden mediáticamente en el tiempo, desprenden un hedor irrespirable que provoca verdaderas náuseas. Náuseas que sólo se extinguen o al menos hacen el ambiente más respirable cuando quienes las provocan son puestos a buen recaudo, como ha sucedido con la detención y desmantelamiento en Valencia de la trama dedicada al tráfico de órganos, llegando a ofertar hasta unos 40.000 euros por un trozo de hígado. En fin, una verdadera escoria social intolerable, cuya extinción debiera ser uno de los objetivos prioritarios de nuestros gobernantes, aunque, cuando ellos mismos forman parte de la misma el empeño sea casi imposible.
            Y con este maravilloso telón de fondo, han concluido los actos de homenaje a las víctimas del 11-M, cuya unidad, por vez primera, da una cierta esperanza de cara al futuro. Si las asociaciones afirman “Hoy es un día de unión, no de reproches”, hagamos nuestra dicha afirmación para recomponer definitivamente todos los entuertos que por intereses bastardos se han producido cuando desde el principio debieran haberse evitado. Si el propio presidente Rajoy manifiesta que la unidad de todos “es muy reconfortante” ayudemos todos a que así sea. Más vale tarde que nunca. Ni los votos manipulados, ni las audiencias mediáticas, ni la legítima discrepancia política, ni los intereses económicos tienen valor alguno ante una sola víctima del terrorismo si son la causa de divergencias y fisuras a la hora de combatirlo y, por tanto, nada, absolutamente nada, puede ser más perverso que semejante trueque en la escala de valores.
            En otro orden de cosas, mientras que un país europeo, Ucrania, está a punto de romperse (el Parlamento de Crimea declara ilegalmente su independencia con el apoyo interesado de Rusia), el cardenal Rouco Varela, en su despedida como Presidente de la Conferencia Episcopal Española, alerta del peligro de “ruptura” en España, mientras que por una sustancial mayoría es elegido para sustituirle el arzobispo de Valladolid Ricardo Blázquez, un hombre con mayor sintonía que Rouco con el Papa Francisco que tantas esperanzas está generando con sus nuevas formas de entender las prioridades que ha de tener la Iglesia en el mundo. Aunque en el asunto de la “ruptura” de España, supongo que la mayoría estaremos de acuerdo con Rouco, ya que es un peligro real por disparatado que sea, esperemos que en otros asuntos de tipo social y político haya un mayor entendimiento con Blázquez, aunque ya sepamos que en lo sustancial ni la Iglesia española, ni la Universal, vaya a hacer una revolución ideológica; su milenaria experiencia se debe a su moderada evolución histórica, al menos en lo que atañe a su mensaje trascendental.    
            Y hablando de la Iglesia, un verdadero misterio, aunque no dogmático, se cierne sobre el avión desaparecido milagrosamente en los mares de China del que nada se sabe. Ni un solo indicio de lo que puede haberle sucedido, ni un solo resto, ni una sola teoría. Como manifiesta cada vez más gente, ante la frustración y la sorpresa de todos, “con tanta tecnología es imposible que no sepan nada”. Y llevan toda la razón. Mientras acabamos de conocer que prácticamente todos nosotros estamos espiados, que somos localizables en cualquier momento, nadie se explica que un avión, repleto de pasajeros, desaparezca por arte de magia cuando, tras los trágicos sucesos de las torres gemelas, se pone un interés especial en el tráfico aéreo.
            Para terminar, dos noticias, una buena y otra mal. La buena, que las Universidades, según el decreto que elimina la selectividad, van a poder elegir los requisitos de selección de su alumnado; más vale que acierten ya que, tal como está el patío, el asunto hasta puede empeorar. La mala, que la morosidad hipotecaria se ha disparado hasta un 42% a causa del paro; más vale que la creación de empleo sea el verdadero y prioritario objetivo consensuado por parte de todos (gobierno, oposición, sindicatos, patronal, instituciones…) en vez de ser motivo de discordia el modo de conseguirlo, junto al problema territorial es, hoy por hoy, el objetivo nacional. A tiempo estamos, pero ya; mañana puede que sea demasiado tarde.


Jorge Cremades Sena

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