Quienes
hemos tenido el tiempo y las ganas suficientes para seguir en directo el
farragoso debate de la pseuda moción de censura (evitando así que los diferentes
tertulianos nos lo cuenten luego de forma subjetiva e interesada en los medios
de comunicación) hemos podido constatar desde el inicio del debate (si es que
se puede llamar así) que se trataba de cualquier cosa menos de una moción de
censura que el mismísimo Sánchez, en su primera y larguísima intervención, ya calificaba
como “delirante” y “show parlamentario”, cuando en días precedentes sostenía
que la iniciativa del ultraderechista Abascal con el comunista Tamames como
candidato había que tomársela muy en serio, y además calificaba de “indecente” la
anunciada abstención del PP, cuando el PSOE hizo lo propio (es decir, se
abstuvo, junto a PNV y PDeCat) en la moción de censura que Pablo Iglesias
presentó en 2017 contra el Gobierno de Rajoy y que sólo contó con los votos
afirmativos del proponente Podemos (al que se sumaron los de ERC, Bildu y
Compromís) y fue rechazada con los votos del entonces gobernante PP y de
Ciudadanos. Show parlamentario o no, lo cierto es que, como sucediera en la
citada moción de Iglesias contra Rajoy o en la posterior de Abascal hace dos
años contra Sánchez, ambas mociones ya nacían de entrada condenadas al fracaso,
pues, al no estar interpuestas por el principal partido de la oposición no cabe
en cabeza humana que puedan prosperar contra el Gobierno de turno y a la vez
contra el principal partido de la oposición de turno, lo que es sencillamente
un sinsentido y un disparate. Pero es que, además, en esta moción de ahora, ni
siquiera el candidato alternativo, Tamames, es el líder del partido minoritario
proponente, Vox, que nada tiene que ver ideológicamente con él sino todo lo contrario,
con lo que tampoco es viable el exigido programa de gobierno alternativo,
aunque, en honor a la verdad, cabe decir que esto ya sucedió también con la
exitosa moción de censura de Sánchez a Rajoy, en la que, al menos, quien la
interponía, el PSOE, si era el principal partido de la oposición y el candidato
alternativo era su líder, saliendo adelante de chiripa, aunque llame la
atención que ahora Sánchez reproche en este debate a Vox que no se haya
presentado un programa de gobierno alternativo y califique la moción de
“destructiva” y alejada del carácter constructivo que exige la normativa,
cuando él hizo lo propio en la moción que le aupó al poder. En fin, un “show
parlamentario” sin duda en el que participan todos aportando sus incoherencias
y cinismos, sin importar para nada el objetivo de una mejor gobernabilidad
alternativa a la existente y que, de entrada, comenzaba con la presentación de
la moción y del candidato Tamames por parte de Abascal a quien, antes de que
interviniera Tamames, Sánchez, que podía intervenir en el momento que quisiera,
replicaba con una intervención de casi una hora para enzarzarse con el
“telonero”, como calificaba a Abascal, en un agrio debate de réplicas y
contrarréplicas acusando a Vox de generar “odio” y de “querer destruir la
convivencia” con esta moción “destructiva” y de ”tierra quemada” mientras
Tamames esperaba pacientemente para intervenir y presentar su programa
alternativo, que, cuando por fin pudo leerlo, consistía más bien en un
diagnóstico de la situación de España, más parecido a una conferencia académica
que a un programa de gobernabilidad alternativo, que era lo procedente. El show
parlamentario estaba servido incluso antes de saber qué alternativa presentaba
el candidato, que, obviamente, no fue ninguna.
Un
show parlamentario en el que Sánchez, empeñado en la estrategia de sus socios
de investidura, se esmeraba en denunciar el “inmenso daño” que el PP hace a la
democracia española con su abstención (él por lo visto no hacía ninguno cuando
se abstuvo en la moción de Pablo Iglesias a Rajoy) y aseguraba que se trataba
de un pago a Vox, al que necesitará en el futuro si quiere gobernar,
olvidándose de los pagos que él ha tenido que hacer para gobernar a los secesionistas
y al resto de socios de su investidura. Se trataba, junto a Yolanda Díaz, su
elegida como coportavoz del Gobierno, de presentar a la derecha y a la
ultraderecha como similares, arremetiendo contra un Feijóo, líder del PP, que
decidió no participar de este show y, al no ser diputado, decidió no asistir al
espectáculo para no quedar como un mudo convidado de piedra y como diana de
todas las críticas a las que personalmente no podría responder, mientras su
grupo parlamentario en el Congreso se limitaba a la intervención de Gamarra en
el turno de fijar postura e incluso renunciaba a la réplica a la que tenía
derecho. En definitiva, un show parlamentario en el que Patxi López, portavoz
del Grupo Socialista, ponía la guinda pues, ante la referencia de Gamarra del
“caso Mediador” o del “tito Berni”, decidió utilizar el “y tú más” sacando a
relucir anteriores casos de corrupción con un insólito tono exasperado al
extremo de que en su intervención final Tamames le aconsejó que no se excitara
tanto temiendo por su salud, mientras decidía repartir consejos a todos los
intervinientes por los diferentes grupos y se lamentaba diciendo “no me
esperaba un mitin en la sede de la soberanía nacional” donde se ha de ir a
discutir ideas y proyectos con razonamientos pero no a insultarse unos a otros,
ni a gritar, ni a fomentar la crispación, que le impactó en demasía, ni a cosas
por el estilo.
Y
tras el show parlamentario, que dice Sánchez, toca ahora, como siempre,
especular sobre quienes fueron los vencedores y los vencidos, cuando los
perdedores son los ciudadanos españoles; pero no importa, como en otros
espectáculos similares, lo que importa es que todos los protagonistas se
sientan satisfechos y se autoproclamen vencedores para convencer a los suyos.
Así, en las portadas de los diarios y en las tertulias de los distintos medio
podemos leer y oír, entre otras cosas parecidas, lo siguiente: “Moncloa se
entrega a Yolanda Díaz para recuperar al votante crítico con Sánchez”, “el PP
evita desmarcarse de Vox en la fallida moción de censura”, “Abascal expone a
Tamames a una moción de censura anómala en busca de réditos electorales”,
“fracasa la estéril pinza de PSOE y Vox contra Feijóo”, “Sánchez da alfombra
roja a Díaz”, “el Presidente abre la campaña electoral para el 28-M”, “la
moción cohesiona al Gobierno frente al bloque de la derecha”, “Sánchez
aprovecha el regalo de Vox”, “Sánchez confronta el modelo progresista con la
alianza liberal PP-Vox”, “Sánchez y Díaz lanzan su ticket electoral en una moción inútil”, “el
presidente aprovecha las respuestas a Tamames y Abascal para hablar durante
casi tres horas y atacar a Feijóo que no asistió al debate”, “Sánchez permite
que la vicepresidenta Díaz utilice el debate como plataforma de lanzamiento de
Sumar frente a Podemos”, “el PP ve en los ataques a Feijóo el nerviosismo del
PSOE”, “Sánchez utiliza la moción de censura para cargar contra la derecha,
iniciar la campaña electoral y aupar a Yolanda Díaz para anular a Podemos” etc
etc. Afirmaciones, todas ellas, que tienen parte de verdad y el sesgo subjetivo
pertinente para intentar sacar rédito de la pseudo moción de censura, cuando la
verdadera moción de censura o de confianza, sin ningún sesgo premeditado, lo
van a dar las urnas dentro de muy poco tiempo, aunque también va a depender de
la voluntad política de los partidos en comprometerse a no prometer cosas para
hacer luego las contrarias, como suele suceder.
Entretanto
Yolanda Díaz ignora a Belarra y echa un pulso al poder de Iglesias en Podemos
al prometer hacer oficial su candidatura el dos de abril sin aceptar su
imposición de negociar ya unas primarias antes del 28-M; dimite la vocal
progresista del Poder Judicial Concepción Sáez; el TC avala por mayoría la ley
de eutanasia considerando que la norma no desprotege la vida; se conoce que el
Barça encargó a Negreira seguir los arbitrajes al “equipo rival RM”; Correos
pierde 25 millones con un contrato irregular para su servicio de carga aérea al
ignorar la normativa de contratación pública para adjudicar a dedo el alquiler
de dos aviones de pasajeros reconvertidos para mercancías, siendo rescatada la
empresa beneficiaria por el Sepi con 320 millones; dimite la Directora General
de la Guardia Civil, María Gámez, tras ser imputado su marido en un caso de
corrupción relacionado con los ERES y dimite en plena crisis de la institución
por sus presuntas conexiones con el “caso mediador” del “tito Berni”; y,
además, el tope a los alimentos dispara todavía más sus precios, mientras el
sector pide que se rebaje el IVA al pescado y la carne y mientras el Banco de
España rebaja cuatro décimas el crecimiento para 2024, con una cesta de la
compra que llegará a ser más cara este año cuando ya muchos españoles ven cada
vez más difícil llegar a final de mes o pagar el alquiler o compra de su
vivienda…. En fin son, entre otros, los asuntos que pasan a un segundo plano
mientras nuestros políticos prefieren obsequiarnos con shows semejantes al que
se acaba de escenificar en el Congreso de los Diputados.
Fdo. Jorge Cremades Sena
Felicitaciones amigo por su análisis política que podemos decir alcuanto más independiente de los pseudo independientes defensores de ciertos colores políticos, nada de malo en política. Es un placer leerlo aunque nos separen los colores deportivos. Ud. Orgulloso de su R.M y yo del Barca.
ResponderEliminarCon simpatía desde Perú.
Jota C. Camon
(César Montenegro)