Como ciudadano,
demócrata y socialista suscribo de la A a la Z las declaraciones de Felipe
González y Alfonso Guerra con motivo de la presentación de un libro de éste en
Madrid, en las que ambos vienen a coincidir en que los disidentes del PSOE no
son ellos (ni otros tantos socialistas de toda la vida) sino que el disidente
es Pedro Sánchez y quienes le siguen ciegamente y callan ante la gravedad de lo
que está sucediendo en nuestro país. Vean si no, y analicen si coinciden o no
conmigo en esto. Dice Alfonso exactamente y yo lo suscribo en su totalidad que
una persona si es de izquierdas “tiene la obligación de no callarse si ve
injusticias, arbitrariedades, errores, los vea en la zona conservadora o en la
zona progresista” y que por ello, como “demócrata y socialista”, pide al
Gobierno que no se otorgue una amnistía “que falsificaría la historia” y supone
“una humillación deliberada de la generación de la Transición” y “una condena
de dicha transición y de la democracia”. Y recalca literalmente “yo solicito,
como ciudadano de la democracia y como socialista, que no se dé ese paso, que
no se otorgue una amnistía que falsificaría la historia, que convertiría en
represores a los demócratas y presentaría como demócratas a los felones que
atentaron contra la libertad y la democracia y que repiten cada día que
volverán a hacerlo”, pues la amnistía sería “decir que no delinquieron, que
fueron justos cuando se alzaron contra la legalidad porque esta era injusta”,
lo que “es una criminalización que un demócrata no puede aceptar”. Y Felipe,
allí presente, asiente y añade que “la amnistía significa la condena de la
democracia”, que “no podemos dejarnos chantajear por nadie y mucho menos por
minorías en vías de extinción” y que “lo que uno no puede es saltarse la
legalidad”, acusando al prófugo Puigdemont de “cargarse la Constitución” y “el
Estatuto”. Y además de todo lo anterior, Guerra añade que, en todo caso, “la
amnistía no se hace con medio Parlamento en contra del acuerdo”, en referencia
a la hipotética norma que el PSOE sacaría con el respaldo de Sumar, ERC, Junts,
PNV y Bildu. Sin duda, declaraciones tranquilizadoras y responsables para los
demócratas, hechas por políticos con un alto y estricto sentido del Estado de
Derecho democrático, que me recuerda cuando en 1982 el PSOE (aquel PSOE y no
éste) alcanzó el poder por vez primera pero heredando, entre otras cosas, la
patata caliente de que el Presidente Calvo Sotelo acababa de firmar un Tratado
de ingreso de España en la OTAN, al que nosotros, los socialistas, nos opusimos
con el famoso eslogan “OTAN, de entrada no” pero ahora, desde el gobierno, lo
razonable y conveniente para España (por varias razones de tipo estratégico y
defensivo, entre otras) era no salirnos de la Alianza (una cosa era no entrar y
otra salir), por lo que en el PSOE, ante asunto tan trascendental desplegamos
un intenso debate interno para resolver el conflicto y poder avalar con
argumentos ese cambio de opinión justificado del flamante y mayoritario
gobierno de Felipe González, apoyado por 202 diputados socialistas en el
Congreso (al que tuve el honor de pertenecer), resolviéndose al final el
conflicto con un referéndum al respecto para dejar las cosas como estaban y
asumir la permanencia de España en la Alianza, un referéndum que por cierto
ganamos tras hacer, como diputados y cargos del PSOE, una intensa campaña
interna y externa explicándole a militantes y a los ciudadanos en general con
pelos y señales las razones de ese puntual “cambio de opinión” en el sentido de
que lo más aconsejable y conveniente para España era olvidarse del famoso “OTAN
de entrada no” ¡Qué forma tan distinta de resolver las contradicciones en temas
fundamentales de Estado de aquel PSOE de Felipe y éste de Sánchez!; ¿estará
Sánchez dispuesto a someterse a un referéndum de todos los españoles para
avalar su manifiesto “cambio de opinión” sobre la amnistía?....estoy seguro de
que no, aquello era democracia, muy débil todavía, pero democracia, y esto
lamentablemente es otra cosa, populismo puro y duro. Es obvio que el disidente
del PSOE es Sánchez.
Un disidente peligroso porque una de
sus habilidades consiste en hacer de la necesidad personal una virtud y,
mintiendo descaradamente (él dice que cambiando de opinión), intenta hacer ver
que su interés privado personal es el interés general, importándole un rábano
las incoherencias que ello conlleve. En efecto, si con rotundidad extrema dijo
en la oposición que el prófugo “se le escapó a Rajoy” y añadió “me comprometo a
traer de vuelta a España a Puigdemont” para que “comparezca ante la Justicia
Española”, si él gobernara (lo que todos los socialistas históricos, incluidos
Guerra y González, avalamos,), él es el disidente al decir ahora, sin
ruborizarse, sin debate interno previo alguno y sin someterlo a referéndum, que
lo que ahora llama “crisis política” y no rebelión, como sostenía entonces, “nunca
tuvo que derivar en una acción judicial”, cuando fue él mismo quien avaló en el
Senado aplicar el artículo 155 de la Constitución, que activó Rajoy, y cuando
fue él quien echó en cara al PP con absoluta rotundidad que “a ustedes, señor
Casado, se les fugó Puigdemont, y yo me comprometo hoy y aquí a traerlo de
vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española”; es decir,
entonces defendía la postura del PSOE en la que confiábamos todos los
demócratas, socialistas o no. Pero es que además Sánchez, cuando ya era
Presidente con el actual gobierno de coalición, seguía manteniendo el mismo
criterio y para avalarlo añadía que “nadie está por encima de la ley;
Puigdemont es un prófugo de la Justicia; trabajaremos para que el sistema
judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad; la
Fiscalía cuenta con el respaldo del gobierno”, postura socialista oficial que
sostuvo hasta el día antes del 23-J (hace cuatro días), aunque ya sorprendiera
que por su cuenta y riesgo indultara, contra lo que también prometió, a los
secesionistas condenados, eliminara el delito de sedición y rebajara las penas
por malversación. Y hete aquí que, tras perder los comicios el 23-J pero
calculando que si cambiaba de opinión tenía la posibilidad de ser investido
presidente por los pelos, ahora con el mayor cinismo del mundo dice “voy a ser
coherente con la normalización en Cataluña”, abriendo así la puerta a la
amnistía con el argumento secesionista de que “la crisis política no tuvo que
derivar en acción judicial”. ¿Quién es el disidente y desleal en el PSOE?
Juzguen ustedes. No en vano Felipe dice a Guerra “la paradoja, Alfonso, es que
nosotros defendemos al partido”, es decir, a lo que defendía tradicionalmente
el PSOE y su Secretario General Pedro Sánchez, cuya Ejecutiva acusa ahora de
“desleales” a quienes critican y no siguen con orejeras el caprichoso e
interesado cambio de opinión repentino para satisfacer únicamente los deseos
personales del Presidente, que con su ejemplo ratifica una vez más que va a
seguir mintiendo siempre que lo necesite para llegar o para mantenerse en el
poder. ¿Es fiable un Presidente de Gobierno así? Júzguenlo ustedes.
Así las cosas, García-Page, el único
gobernante socialista, crítico con Sánchez, que mantiene mayoría absoluta en su
territorio, alerta con toda razón de que el pacto con Junts (es decir, con el
prófugo Puigdemont) “carece de base moral” y exige “no formar Gobierno a
cualquier precio”, mientras reúne apoyos frente a Sánchez por la crisis
provocada en el PSOE con el asunto de la amnistía, pero, a pesar de reunirse
con Feijóo para analizar la crítica y preocupante situación, no se atreve a
pedir una rebelión (como la que hizo Sánchez desobedeciendo al Comité Federal
para hacerse con el poder en el PSOE al estilo de Podemos) con el leal objetivo
de impedir la deriva antidemocrática del Presidente, con lo que Page, al fin y
al cabo, se hace cómplice de él en las cesiones que el Gobierno hace a Junts y
ERC, mientras el PP, y seguramente el propio Page, cree que la despenalización
del totalitario 1-O puede llegar a ser “la condena de la democracia”.
Entretanto, abierta la veda de la felonía por parte de Sánchez, los
totalitarios Junts y ERC, eufóricos por la disposición del Gobierno a tragar
con lo que sea para seguir gobernando (o desgobernando, como ustedes gusten),
rivalizan por alcanzar también un “pacto fiscal” millonario para Cataluña (a
los demás que les parta un rayo), mientras el líder socialista asegura que el
23-J, en que tanto él como los secesionistas catalanes perdieron las
elecciones, avala su estrategia de “diálogos” en Cataluña (cuando no son
diálogos, sino chantajes del secesionismo que no renuncia a nada), por más que
él, mientras cede a las exigencias totalitarias, replique a Junts y ERC que el
90% de catalanes rechaza la unilateralidad, que, paradójicamente, ya no
necesitan los secesionistas si continúa la deriva de concederles desde el Gobierno
sus exigencias totalitarias, como la amnistía, que ellos le imponen para apoyar
su investidura. Por su parte Feijóo acusa a Sánchez de “fraude electoral” por
negar por activa y pasiva la amnistía antes del 23-J, conseguir con ello los
votos de los ciudadanos que le respaldaron, y hacer ahora justo lo contrario,
lo que considera un “ataque a la democracia” y tacha de “karaoke” el uso de
lenguas cooficiales en el Congreso a lo que curiosamente también se opuso el
PSOE de Sánchez hace bien poco, mientras Sortu en Euskadi, puesto ya en fila a
la espera del desenlace en Cataluña, considera que el pacto de su investidura
será el “campamento base hacia la república vasca”…..y, mientras Aragonés da
por hecho que Sánchez cederá a sus exigencias (si no, no hay investidura que
valga), el PSC ofrece al prófugo Puigdemont una “hacienda federal” para
Cataluña y abrir una negociación de la “deuda histórica” que reclama Junts.
Es la kafkiana situación en que el
egoísmo personal del disidente Sánchez nos ha metido, mientras el Secretario de
Organización del PSOE, dirige desde Ferraz la ruptura con los “padres
fundadores” del partido a quienes acusan de “desleales” y de servir a poderes
económicos, considerando, como hace Sumar, que su pasado desacredita a Guerra y
González y creyendo que ya no tienen tirón entre las bases, agitadas por Ferraz
para blindar la amnistía y corresponsabilizarlas, como hace Podemos, de la
felonía que la Ejecutiva pretende cometer, aunque el aparato socialista no
expedientará, como hace con otros, ni a Guerra ni a González, mientras crecen
las voces para que, ante esta situación impresentable de someterse al chantaje
totalitario y oponerse a investir a Feijóo como vencedor de los comicios, lo
mejor sería repetir las elecciones y que cada uno diga con claridad lo que
propone y con conocimiento de causa, no con mentiras, los ciudadanos
decidan….Ya ven, Sánchez tiene fácil salir del oscuro agujero en que se ha
metido, máxime cuando el CIS de Tezanos en su primer sondeo tras el 23-J sitúa
al PSOE 1´8 puntos por delante del PP; con un poco de suerte, si Tezanos
acierta, Sánchez hasta podría ser investido, que es lo único que le importa,
sin tener que ceder al indecente chantaje del prófugo Puigdemont, con ello, al
menos, volveríamos a la normalidad democrática. Bueno, también podría
conseguirlo si explica a los ciudadanos las razones ineludibles que tiene para
amnistiar los delitos del procés cuando defendió lo contrario y, al efecto,
convoca un referéndum para que los ciudadanos decidan sobre tan inesperado
cambio de opinión y no lo imponga él caprichosa e interesadamente. ¿Lo hará el
disidente Sánchez? Me temo que no, entre otras cosas porque no tiene razones
convincentes para justificar lo injustificable. De momento dijo que haría traer
al prófugo a España, pero no nos dijo que en vez de para ponerlo ante los
tribunales, pretende traerlo para exonerarlo de cualquier responsabilidad penal
y pactar con él su investidura. Así es el disidente Sánchez.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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