sábado, 14 de noviembre de 2015

EMERGENCIA EN FRANCIA, ALERTA EN EUROPA



                        Que el yihadismo ha declarado la guerra a Europa es ya indiscutible y quien prefiera llevarse a engaño que apechugue después con las consecuencias que, al final, pagaremos todos. La llamada cultura occidental, nuestra forma de ver la vida y de vivir, nuestro sistema democrático, nuestras libertades, nuestro sentido de la igualdad entre hombres y mujeres, así como de la no discriminación por razón de raza, nacimiento, creencia o cualquier otra diferencia, nuestro sistema político-económico y nuestras relaciones socio-laborales y productivas, así como tantos otros aspectos de la llamada cultura occidental, la que ha generado mayores cotas de progreso económico, paz, bienestar y libertad en todo el Planeta está amenazada de muerte. Y la última batalla de esta declarada guerra sangrienta e irracional, si es que alguna guerra puede llamarse racional, se acaba de librar en París, la capital francesa, con un saldo de más de ciento veinte muertos inocentes y el doble de heridos, algunos de ellos de extrema gravedad, mientras disfrutaban de sus horas de asueto en varios lugares de diversión del centro de la ciudad. Una cadena de atentados, protagonizados por menos de una decena de kamikaces, dispuestos a inmolarse al grito de “Alá es grande” (supongo que al mismísimo Alá se le helará la sangre al contemplar tan horrendos comportamientos) siembra de cadáveres y heridos el centro de París a tiro limpio y con explosivos, incluso adosados a sus cuerpos, desencadenando el terror más sangriento entre los parisinos y la repulsa internacional de los ciudadanos bien nacidos en cualquier lugar del mundo. Incluso el mismísimo Hollande ha tenido que ser evacuado de un estadio de fútbol, después de varias explosiones cerca del mismo, para reunir a su gabinete de crisis y decretar el estado de emergencia en Francia, desplegar al Ejército y cerrar las fronteras del país, mientras España, amenazada igualmente por los yihadistas, como el resto de Europa, ya en alerta, incluso estudia hoy mismo subir el nivel de la misma y decretar la “alerta máxima” al menos en determinados supuestos. Hollande llama a la sociedad a “mantener la grandeza de Francia para derrotar al terrorismo” mientras se hace urgente que el resto de mandatarios europeos hagan idéntica llamada a sus respectivas sociedades y entre todos ellos, incluidos los estados extra-europeos que forman parte de la llamada “civilización occidental”, inciten a sus pueblos a defenderla con uñas y dientes de la sangrienta agresión que está sufriendo, cultivada impunemente incluso dentro de sus propios territorios. Es un grave asunto de mera supervivencia.
            Y mientras Washington afirma que un misil, durante un ataque de EEUU y Reino Unido contra el corazón del yihadismo, ha pulverizado el coche en el que viajaba el principal verdugo del Estado Islámico, quien, por cierto ha reivindicado la autoría del atentado de Paris y ha reiterado las amenazas directas a varios países europeos, en esta Europa en alerta Ángela Merkel se encuentra asediada por sus socios a causa de la política de refugiados. Asimismo, en esta Europa en alerta, los soberanistas catalanes llaman a la desobediencia en la calle, mientras que, según el CIS catalán, independentistas y radicales ganan terreno en Cataluña (encuesta realizada antes del Golpe de Estado diseñado por el Parlament), aunque los no independentistas siguen ganando por la mínima, lo que demuestra, una vez más, la fractura social de la sociedad catalana. Y en esta Europa en alerta la improvisación de Carmena, la alcaldesa de Madrid, al prohibir aparcar en el centro de la ciudad, cuyas restricciones al tráfico logran reducir en un 80% los aparcamientos, desata el caos entre los madrileños que aprenden a vivir contra la contaminación atmosférica, otra amenaza que sufren las grandes ciudades de Europa.  
            Si hoy todos los demócratas europeos nos sentimos franceses y nos solidarizamos con ellos en el dolor, mientras esperamos qué otro pueblo será el siguiente en sufrir directamente los efectos de esta amenaza, que es a todos nosotros, ni hoy ni mañana nos podemos permitir el lujo de olvidar que esta Europa en plena crisis de valores y, precisamente por ello, en plena efervescencia de extremismos religiosos, radicalismos y populismos políticos, totalitarismos nacionalistas y amenazas medioambientales preocupantes, en definitiva, esta vieja Europa decadente, se conduce inevitablemente en esta guerra contra tantos enemigos, salvo que entre todos seamos capaces de cambiar el rumbo, de derrota en derrota, como la de hoy en París, hasta la victoria final. El problema, el verdadero problema es que, si no reaccionamos a tiempo, las soluciones por generación espontánea no existen, ni pueden por tanto cambiar el rumbo de este devenir histórico tan poco esperanzador.
Jorge Cremades Sena

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