martes, 17 de noviembre de 2015

LAS MEDIDAS ANTITERRORISTAS DE HOLLANDE



                        El Presidente de Francia, François Hollande, reúne en Versalles a diputados y senadores para, en un acto solemne y extraordinario, anunciarles de forma contundente que “Francia está en guerra” y exponerles una serie de medidas necesarias para, según él, hacer frente al enemigo yihadista. Entre dichas medidas antiterroristas estarían: retirar la nacionalidad francesa a los terroristas que tengan otro pasaporte; impedir el regreso a Francia de terroristas que hayan combatido en Irak o Siria; controlar a sospechosos de terrorismo con dispositivos electrónicos como brazaletes de geolocalización; otorgar más competencias a la policía para que haga registros domiciliarios sin orden judicial previa; ampliar las condiciones para asignar residencia forzada a los sospechosos; anular todos los recortes previstos hasta ahora en el gasto militar; contratar a 5.000 policías, 2.500 funcionarios judiciales y 1.000 supervisores de aduanas más; aumentar los bombardeos en Siria; y crear una sola coalición internacional contra el ISIS que incluya a Rusia. En definitiva, más y mejores medidas legales, materiales y humanas, mayor contundencia para afrontar el ataque al núcleo central o cuna territorial del yihadismo, y mayor compromiso y unidad de la comunidad internacional en la lucha contra el mismo. Por todo ello, mientras Bélgica se ve obligada a suspender el partido de fútbol entre la selección belga y española al no poder garantizar la seguridad con cierta solvencia, Hollande no tiene reparo alguno en reclamar ayuda militar a Europa y solicitar la reforma de la Constitución francesa a nivel interno para endurecer la respuesta a la ofensiva yihadista, dentro y fuera del territorio, mientras los expertos antiterroristas admiten que en España “hay riesgo real de ataque en cualquier momento”. Gusten o no semejantes medidas a unos u otros, sean éstas más o menos criticables desde una especie de limbo democrático puro e inexistente (en un mundo en el que no todos son buenos, pacíficos, transigentes y demócratas), la necesidad, en circunstancias especiales y extremas de adoptar medidas extraordinarias para equilibrar el binomio seguridad-libertad, como es el caso, desequilibrado en favor de los violentos, requiere entender de forma clara y contundente que sin seguridad no hay libertad y que la libertad es el principio básico de la esencia humana.
            Francia, cuna indiscutible de libertades y tolerancias, rearma al Estado para combatir al terrorismo, por lo que su presidente, el socialista Hollande, pide extender el estado de emergencia durante tres meses para dar más poderes al Gobierno en su lucha contra el terror y, para ello, desde la más escrupulosa observancia democrática el Presidente francés dice a su pueblo y a sus representantes democráticos que “tenemos que reformar nuestra Constitución; estamos en guerra”, pues, evidentemente, lo contrario es favorecer el homicidio colectivo, cruel e indiscriminado, del pueblo francés en este caso y del resto de pueblos democráticos y, por tanto, libres, quienes, obviamente, tienen todo el legítimo derecho a defenderse de los liberticidas. Y, mientras Paris incrementa los ataques sobre el IS, el G-20 acuerda reforzar el control de las fronteras y bloquear las vías de financiación del terrorismo, en tanto que se publica que el cerebro yihadista belga, Abdelhamid Abasaoud, de 28 años de edad, era un objetivo prioritario que lideró los últimos ataques en Francia  Bélgica. Y mientras Rajoy sostiene que “tenemos que ir todos juntos”, Ahmed Rashid, el prestigioso periodista y escritor pakistaní, dice que “llegamos con años de retraso” y que “la amenaza de más ataques en Europa es más probable que nunca”. No en vano Hollande reclama una Constitución para la guerra, un cambio de leyes, obviamente establecidas democráticamente, porque buena parte de las vigentes no se adaptan “a la situación en la que vivimos”. En fin, como para seguir en Europa matando elefantes con tirachinas.
            En España, la vicepresidenta Santamaría, apela a la unidad y pide “a todos” sumarse al pacto antiyihadista, asegurando que, sobre la lucha contra el Estado Islámico, “nuestros socios saben que pueden contar con España y Siria es el principal escenario”; añade además, sobre el desafío soberanista, que “Mas no tiene legitimidad para dar más pasos, pero si lo hace, aplicaremos la ley”; y, sobre la situación económica, que “hay que consolidar la recuperación y conseguir 20 millones de empleos en 2020”. Pero España no es Francia, aquí lo que el pueblo francés entiende como patriotismo se entiende por parte de algunos como facherío, al extremo de que hay partidos, como Podemos, que ni siquiera comparten los valores del pacto antiyihadista suscrito por PP y PSOE, al que se ha sumado Ciudadanos. No sabemos qué valores concretos defiende Podemos, ni que propuestas concretas tiene para afrontar el terrorismo. Sabemos que algunos de sus fichajes-estrella de última hora y de perfil destacado, anunciados a bombo y platillo, como los juristas Pérez Royo y Gómez Benítez o los líderes jornaleros andaluces Cañamero y Sánchez Gordillo, renuncian a ir en las listas podemitas por el rechazo de los militantes de base; también sabemos que, en plena guerra entre bases y cúpula dirigente, entre cúpula dirigente andaluza y nacional, y entre cualquiera sabe quién más, Podemos ficha al juez que iba a juzgar a la Infanta en el “caso Noos”, tras el fallido intento de fichar al juez instructor José Castro, que rechazó la oferta, y sabemos también que el “número uno” de Podemos por Jaén está condenado a tres años de cárcel por dar una paliza a un edil del PSOE… ¡menos mal que, al menos, ha recurrido la sentencia! Ya ven, es la consecuencia lógica de no pertenecer a la “casta” por decreto, ni al facherío antiterrorista por convicción, pues, como ven, la violencia no va con ellos y, siendo así, ¡cómo se puede utilizar la violencia contra los violentos! Ni siquiera por legítima que sea por parte del Estado, único legitimado para usarla, para defender precisamente la seguridad y la libertad de sus ciudadanos.
Jorge Cremades Sena

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