sábado, 28 de diciembre de 2013

EL BALANCE DE RAJOY

                        Justo un día antes de los Santos Inocentes el Presidente Rajoy, tras el último Consejo de Ministros del año, ha sido pródigo en su última rueda de prensa a la hora de contestar a todas las preguntas que se le han hecho. Una especie de balance donde los principales asuntos han salido a relucir, desde la recuperación económica a la última subida de la luz, pasando, entre otros asuntos, por el aborto y el referéndum catalán. Sin echar las campanas al vuelo, tras proclamar el futuro 2014 como el año de la “recuperación económica”, sí ha enfatizado, como era de esperar, los logros conseguidos en 2013, como la salida de la recesión, que dibuja un mapa esperanzador en lo económico de cara al futuro. Inmediatamente, como era de esperar, Rubalcaba ha salido al paso, manifestando que el año que acaba ha sido en el que Rajoy ha mentido al Parlamento y el PP ha destruido pruebas, sobre asuntos como el caso Bárcenas, que el presidente ha pasado de largo señalando explícitamente que él y su partido siempre colabora con la Justicia. En fin, dos formas de ver la situación en blanco y negro, cuando ambos, debieran observar toda la gama de tonos grises. Si de un lado es innegable que ha habido una evolución positiva en lo económico tal como ponen de manifiesto los expertos (como último dato el propio Banco de España constata una “mejora” del PIB en el último trimestre), no es menos cierto que los trabajadores siguen sin ver la salida del túnel, mientras que las cifras del desempleo no se reducen en proporción directa con los tremendo sacrificios que en derechos laborales, salarios, etc. han tenido que soportar por la reforma laboral. Por cierto que el salario mínimo interprofesional, tras ser congelado en 2012 y sufrir una leve subida en 2013, quedará de nuevo congelado en 2014.
            Por su parte Artur Mas, que, al final, no ha tenido más remedio que reconocer que si Cataluña se independizase quedaría fuera de la UE, sigue utilizando cualquier evento, como el concierto del Orfeó, para hacer propaganda ilegal independentista. Ni las acertadas palabras del Rey sobre la legalidad, ni las acertadas de Rajoy, bajan del pedestal de la locura al President de la Generalitat. Una vez más, Rajoy, reitera que ni él mismo es depositario de la soberanía y que Mas no le puede pedir cosas que bien sabe que no dependen de él, aunque le vuelve a decir “sí a dialogar, pero no a dividir España”. El tema del independentismo de Cataluña sigue siendo uno de los más graves problemas que tiene hoy España y, por si no fuera suficiente, en el País Vasco, el mismísimo PNV se sube al carro para recorrer el camino de la búsqueda de un nuevo Estatuto de Autonomía. Al igual que CiU en Cataluña, el PNV no quiere dejar en manos de los radicales, que rozan la legalidad o pasan de ella, el proyecto político de conformar un futuro de sus respectivos territorios al margen de lo que siempre fueron, una parte importante de la vieja España. Como dice el número dos del CDC en respuesta al Rey, amenazando con “segar las cadenas con la hoz” para conseguir una “Cataluña libre y Gloriosa”. ¡Cómo me recuerda a la anacrónica España franquista!
            Frente a temas tan trascendentales casi pasa desapercibido que, en momentos que la sociedad exige transparencia, el Tribunal de Cuentas dice que el PSOE cuadruplicó en donaciones al PP en los últimos tres años de su gobierno, lo que pone en evidencia que, más allá de ideologías, el tema de las donaciones a partidos políticos es un asunto trascendental, para acabar, entre otras cuestiones, con personajes como el mismísimo Bárcenas, entre otros.
Tampoco importa si el problema de las eléctricas viene de lejos, entre otras cosas del asunto de las renovables, lo que importa es que, de una vez por todas, se abarate el precio de la luz que, tras el sobresalto del “tarifazo” al final subirá de media un 2´3% tras la intervención del Gobierno. Al margen de si es un “precio político” o no, la intervención gubernamental es bienvenida y lo que toca ahora es buscar un amplio consenso, desde la transparencia, para fijar fórmulas fiables al respecto, pues, como dice Rajoy “no podemos tener la electricidad tan cara”.
            Y por si todo lo anterior fuera poco, el año se despide con el inicio de una polémica que, sin lugar a dudas, ocupará buena parte del 2014. La nueva Ley del Aborto, como era previsible, genera críticas dentro y fuera de la mayoría de los partidos políticos, incluido el PP, por tratarse de un asunto delicado. Si ya en un artículo específico (Ver “Acerca del aborto” en el blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/,) exponía algunos de los requisitos a tener en cuenta, desde mi punto de vista, para no confundir más aún a la gente, ahora vuelvo a insistir en que se requiere un sereno debate popular y parlamentario para no sacar de quicio a tanta gente que, al margen de su ideología, se posiciona personalmente ante el fenómeno desde su más íntima convicción ética o moral. No es cuestión de que Gallardón diga “Mi ley es la más progresista de Gobierno” o que “Yo sí tendría un hijo con malformaciones graves”, que, al fin y al cabo, es “una convicción personal”. Tampoco es cuestión de que como contrapunto le tachen de retrógrado o se diga que España está haciendo el ridículo internacional con la nueva ley (aún sin aprobar) cuando hace dos años tenía una bastante similar. Es cuestión de resolver un grave problema social de la forma menos traumática para la mayoría de la población como sucede en otros tantos países al margen del modelo de “plazos” o “supuestos” por el que en cada lugar hayan optado. Que la delegada del Gobierno en Madrid, o Feijóo, no estén de acuerdo con lo planteado por Gallardón, es pura anécdota que se  puede encontrar en cualquier otra formación política. Lo que no es anécdota es que uno de cada cinco embarazos acabara en aborto en 2012. Algo debe estar fallando para que, con tantos métodos anticonceptivos, haya tantísimos embarazos no deseados que, al final, por razón de “plazos” o “supuestos” acaban en una intervención quirúrgica que, aunque en su día la ministra Aído dijera que es como “ponerse tetas”, no es plato de buen gusto para ninguna persona medianamente sensata. Una buena Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo va mucho más allá de determinados tópicos que irresponsablemente se utilizan de forma frívola tanto a favor o en contra de la misma. Y me temo que no van por ahí los tiros ante este proyecto de ley que acaba de aprobar el Gobierno.


                                               Jorge Cremades Sena

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