miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL IMPECABLE DISCURSO DEL REY

                        El discurso televisivo del Rey Juan Carlos de anoche con motivo de la Navidad, incomprensiblemente no emitido en alguna que otra televisión pública autonómica, si algún calificativo merece, al margen de ideologías monárquicas o republicanas, es el de impecable. Como Jefe de Estado, que es lo que es, sus palabras se elevaron por encima de intereses particulares de partidos políticos y grupos de presión económicos, sociales, ideológicos o territoriales, demostrando escrupuloso respeto a cada uno de ellos, pero, a su vez, una contundencia aplastante al sometimiento de todos a las reglas de juego que, entre todos, nos hemos dado.
            Impecable su promesa de seguir ejerciendo en el “desempeño fiel” de su mandato que le han otorgado los españoles y ejercerlo, salvando los errores, asumiendo “las exigencias de ejemplaridad y transparencia que reclama la sociedad”.
Impecable su alegato contra dos de los más graves problemas sociales el paro y la corrupción, porque van en la justa dirección de lo que la sociedad ya no puede seguir tolerando ni un día más. Dos objetivos a erradicar al margen de la ideología que gobierne, requiriendo todo el esfuerzo del conjunto de toda la sociedad.
            Impecable su diagnóstico de vincular “el desaliento de los ciudadanos”         con la larga crisis económica contaminada de “casos de falta de ejemplaridad en la vida pública” que, obviamente, la hacen menos llevadera, por lo que “la sociedad reclama un profundo cambio de actitud y un compromiso ético”.
Impecable su defensa de una “España en la que cabemos todos”, en la que “hay voces que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia” instando para lograrlo “a las fuerzas políticas” a que “hagan las reformas necesarias”, a que “combatan el conformismo, el desaliento y el victimismo”.
Y, finalmente, impecable al señalar que “se cumplan y hagan cumplir la Constitución y las leyes para que las controversias se resuelvan con arreglo a las reglas de juego democráticas”. Un alegato sublime a la democracia con mayúsculas, amenazada desgraciadamente en nuestro país por grupos incapaces de entender que sólo dentro de las reglas de juego establecidas es posible la convivencia en libertad y sin violencia y que, sólo así, son posibles consolidar las reformas necesarias, incluso las de las mismas reglas, para que quepan en ellas cualquier proyecto político. Obviamente para ello se requieren respaldos ciudadanos amplios sin amenazas o chantajes, conseguidos en la más absoluta libertad.
            ¡Qué objeciones se le pueden hacer desde el punto de vista de la imparcialidad, el progresismo o la democracia¡ A mi juicio, ninguna.
            Entretanto, algunos territorios de España se ven privados de escuchar a su Jefe de Estado (insólito en cualquier país civilizado) en la televisión pública, mientras sus gobernantes, importándoles un pepino el futuro del país, mantienen un despilfarro innecesario que puede hacer peligrar el compromiso de déficit de España con la UE. Por cierto, Artur Mas, se gasta el dinero público en abrir otra “embajada” catalana, en este caso en Washington, mientras anuncia que no cumplirá el déficit exigido. Y, entretanto, IU anuncia que votará en el Congreso a favor de permitir la consulta catalana; su excusa, no defraudar a sus socios de Iniciativa. Están en su derecho. Espero que si la propuesta sale derrotada la acatarán con todas sus consecuencias. El tiempo pone a cada uno en su lugar.
Por lo demás, poco más hay que añadir en estos días de fiesta, acompañados de un temporal que está causando bastantes problemas, especialmente en el norte.
Y más allá de nuestras fronteras, mientras Italia se enfrenta a una rebelión en los centros de inmigrantes, a causa del trato vejatorio recibido, en Gaza un bombardeo israelí, como represalia por la muerte de uno de sus operarios, mata a una niña. Siempre pagan los inocentes. Esperemos que en Turquía, convulsionada por un gran escándalo de corrupción urbanística y financiera, paguen los culpables; de momento los ministros de Interior y de Economía han anunciado su dimisión al ver sus nombres asociados al escándalo desde que un juez decretara prisión preventiva para sus respectivos hijos, acusados de participar en una red de sobornos. ¿Cuántos gobernantes y políticos españoles debieran seguir el ejemplo? Cuéntelos ustedes mismos. En todo caso no estaría de más que desde ahora siguieran el ejemplo turco.


                                               Jorge Cremades Sena

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