domingo, 6 de abril de 2014

COMO EN 1931, REPÚBLICA E INDEPENDENCIA

                        La ilegal (al menos debiera serlo) Asamblea Nacional Catalana (ANC), pues la única representación o asamblea legal de Cataluña es el Parlament, incita a los alcaldes a sumarse al ilegal órdago soberanista de Artur Mas y compañía. Paree que la referencia es el año 1931, aunque los dos periódicos que recogen en portada el asunto tengan una cierta discrepancia. Si, según EL MUNDO, la ANC llama a los alcaldes a que declaren la independencia “como en 1931”, según LA RAZÓN, lo que la ANC les pide es declarar la República. En fin, tanto monta, monta tanto, ya que en 1931 ambos acontecimientos sucedieron (como también en 1873, un mes después de establecerse la primera República y en 1934, ya en plena crisis de la Segunda República por entrar tres ministros de la CEDA en el Gobierno tras la huelga revolucionaria de octubre). Tres fechas, en definitiva tres momentos de crisis y desencuentros insalvables entre unos españoles y otros; tres instantes en la Historia de España que hay que tener en cuenta para corregir los errores graves que se cometieron y no repetirlos jamás; tres momentos en los que República, crisis e independentismo catalán van cogidos de la mano; y, desgraciadamente, tres fracasos históricos rotundos que sólo trajeron ruina y violencia al conjunto de los españoles. Esperemos pues que en estos momentos de crisis económica, cuya incipiente recuperación no es reconocida por la mayoría, y de crisis política e institucional, que muchos se empeñan en alentar a base de magnificar lo que nos separa y minimizar lo que nos une, no se convierta en un nuevo borrón de nuestra Historia. Bastante emborronada está ya. De entrada, parece ser que algún alto cargo de la Generalitat ya reconoce al Gobierno que “sabemos que es muy difícil pero vamos a intentarlo”, admitiendo, como en los citados momentos anteriores, que el proceso de independencia está prácticamente condenado al fracaso, como así fue en los precedentes. Todos, incluido el Gobierno, consideran que hay que reconducir la situación, pero cada vez son más quienes entienden que, tal como está la situación, ello sólo es posible si Mas deja paso a la sensatez y presenta su dimisión por los gravísimos errores que ha cometido, no como el ciudadano Mas, sino como el President de la Generalitat, parte de un Estado libre y democrático, cuya población goza de todo tipo de libertades y derechos reconocidos y reconocibles por toda la comunidad internacional.
            Curiosamente, en momentos tan delicados, choca la coincidencia de que se estén difundiendo graves acusaciones sobre el Rey Juan Carlos en su actuación en el golpe de estado del 23-F. Algunos, que no creemos en las casualidades, tenemos serias dudas de que sea una coincidencia al azar. El propio hijo de Adolfo Suárez, ha tenido que ser tajante al respecto al manifestar “No tolero que se utilice el brazo de mi padre para darle una bofetada al Rey”, aportando documentos inéditos que desmienten “sin fisuras, ni dudas” que Juan Carlos alentara dicho golpe, así como que hubieran deslealtades entre quienes pivotaron la Transición. Todo ello junto a las declaraciones de ex ministros y otros personajes destacados del momento, como el mismísimo Felipe González, que destacan el importante papel del Rey en tan difíciles momentos, o el ex rector de la Complutense, Rafael Puyol, amigo de Suárez que manifiesta que éste siempre le dijo “que quien paró el golpe fue el Rey don Juan Carlos”. Pero no basta. Enrarece el ambiente que algo queda. Ya tras el golpe, los enemigos de la democracia extendieron el bulo. Treinta y dos años después, sigue la misma cantinela, surgida de las cloacas de la crisis. ¿A quiénes beneficia? Júzguenlo.
            Entretanto, Rajoy asegura que la recuperación ya ha empezado a llegar a la calle aunque la inmensa mayoría de la gente más afectada no tenga, de momento, dicha percepción. De lo que sí tiene percepción la gente, al igual que los jueces, es de la cantidad de aforados que hay en España, gozando de privilegios judiciales; unos 2.300 políticos gozan del privilegio de ser juzgados por tribunales superiores y de responder al juez por escrito. Choca que ante esta caterva de privilegiados, que los magistrados achacan a las CCAA, algunos se rasguen las vestiduras porque se pretenda privilegiar en el mismo sentido a la Reina y a los Príncipes, mientras no dicen nada sobre sus propios privilegios. ¿Formará también parte de este intencionado río revuelto para ganancia de los pescadores? Si no se está de acuerdo con el aforamiento, lo que hay que hacer es eliminarlo a todo el mundo o, en su defecto, reservarlo para muy pocas personas con un determinado estatus jurídico, en el que, obviamente estaría la Jefatura del Estado.
            Fuera de nuestras fronteras, mientras la gaditana Hidalgo ya luce su bastón de mando en París, Bruselas descarta conceder más tiempo a Francia para que cumpla con el déficit, pidiéndole a Hollande que haga las reformas pertinentes “como España” y otros países, en tanto que Marine Le Pen asegura que “España debe superar su sentimiento de inferioridad frente a la Unión Europea”. Lo que faltaba para quienes, sabiendo que fuera de la UE, todo sería mucho más difícil, juegan de forma irresponsable a la eurofobia y, justo ahora, cuando España recobra ante la UE un papel más de peso a causa de la crisis de Ucrania y los problemas con el suministro del gas ya que el sur puede ser interesante al respecto.
            Y no puedo, ni debo acabar sin mencionar la terrible matanza en Ruanda hace justo veinte años. Un genocidio indecente e inhumano que debe servirnos, como otros tantos capítulos de la Historia, para oponernos, como especie humana, a semejantes aberraciones. Las luchas étnicas y el odio entre ellas, fomentado desde el poder, es el caldo de cultivo más peligroso para las más repugnantes aberraciones. Tras veinte años, hoy, como dice EL PAÍS, oficialmente no hay tutsis ni hutus en la nueva Ruanda ya que las etnias están abolidas, una reconciliación vigilada y una pacificación controlada por el Estado. Aquella fulgurante matanza, aquel horrible genocidio, desde el recuerdo, nos sigue poniendo los pelos de punta. Como tantos otros que jamás debiéramos olvidar.


                                               Jorge Cremades Sena

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