lunes, 7 de abril de 2014

EN VÍSPERAS DEL INQUIETANTE DEBATE

                        Sin lugar a dudas la expectación sobre el debate que se celebrará mañana en el Congreso sobre el plan soberanista catalán ocupa buena parte de la atención de los españoles, incluidos los catalanes, mientras las imágenes televisivas y los medios escritos nos informan de los graves altercados en Ucrania, donde los prorrusos, no conformes con desmembrar ilegalmente Crimea para ponerla en la órbita rusa, protagonizan nuevos incidentes en la frontera al extremo de proclamar la República de Donetsk con idéntico propósito, tras tomarla violentamente y extender su violencia a otras ciudades. El primer ministro ucraniano acusa a Rusia de querer “desmembrar Ucrania” y “facilitar la incursión de tropas extranjeras”. Es obvio que, abiertas las puertas del infierno de la ilegalidad y la violencia, los demonios campan por doquier a su libre albedrío.
            En vísperas del inquietante debate en el Congreso, al que Artur Mas no irá para que no le suceda lo que en su día sucedió a Ibarretxe, tanto Rajoy como Rubalcaba, intentan hacer un último esfuerzo para que el President entre en razón, ya que, como no puede ser de otra forma, mañana le cerrarán el paso a continuar con la ilegalidad. ¿Cómo? Sencillamente con la aplicación de las reglas de juego democráticas. Justo como se hace entre demócratas. Incluso el presidente del TC, Pérez de los Cobos, dice que “habría que desdramatizar la reforma constitucional” y  cree que “deben ser los políticos los que valoren esa medida”. Una obviedad en todo caso ya que las reformas constitucionales no tienen que ser dramáticas siempre que se planteen dentro de los cauces establecidos en la propia constitución y no a golpe de desobediencias, sediciones e ilegalidades que son justo los elemento que dramatizan la situación. Por ello, mientras los agitadores del independentismo desde la ANC ya se preparan por si al final el Estado se ve obligado a intervenir en Cataluña, quien debiera desactivar dicha locura, Artur Mas, en vísperas del debate se permite manifestar, conociendo de antemano su derrota, que en el debate “Dirán no a una ley pero no van a poder parar la voluntad del pueblo de Cataluña”. Menos mal que la voluntad del pueblo, catalán o no, no es esclavizar a los extranjeros o cualquier otra barbaridad (obviamente fuera de lo que permite la ley) ya que, aplicando el criterio de Mas, sería suficiente para darle todo tipo de legitimidad por ilegal que sea.
            Y en vísperas del debate independentista se publica el último barómetro del CIS. El paro sigue siendo la gran preocupación para el 82´3% de los encuestados (frente al 81´1% anterior), evidenciando que la población sigue sin percibir las supuestas mejoras económicas (al menos en lo que al paro respecta), aunque el 21´1% piensa que la situación mejorará (frente al 19´5% anterior). La corrupción y el fraude preocupa al 41% (frente al 44´2% anterior); los problemas económicos, al 28´2% (frente al 28´3%); los políticos, partidos y la política, al 26% (frente al 24´2%); e irrumpe la inmigración como preocupación para el 5´1% cuando antes era prácticamente inapreciable. Resultados que confirman una leve mejoría del pesimismo social y un estancamiento en la esperanza de que las grandes preocupaciones de la gente sencilla tengan pronta solución.
            Mientras tanto, Bildu amenaza con subir el 150% del IBI en Zarauz a las segundas viviendas no alquiladas; es decir, a los “españoles” que con su esfuerzo decidieron adquirir un apartamento para disfrutar en vacaciones de tan preciosa tierra como es el País Vasco (y, por supuesto Zarauz).
Por su parte, el Secretario de Estado, Beteta, anuncia que “el número de empleados públicos se va a reducir, y mucho”, mientras que en una oposición para Hacienda en Valencia se da prioridad en caso de empate al hombre frente a la mujer, y algunos se preguntan si el nuevo Código Penal permitirá la prisión permanente y para siempre a los enfermos mentales. Tres asuntos importantes. Del primero, manifestar que no son pocos quienes consideran un excesivo número de empleados públicos, así como de entes públicos innecesarios; por tanto, si se hace bien, bienvenida sea la medida. Del segundo, aunque la justificación sea que hay más mujeres que hombres trabajando, quienes estamos en contra de todo tipo de discriminación (ni positiva, ni negativa) por razón de sexo, tal como dice la Constitución, nos oponemos a que la condición sexual decida el desempate cuando debieran ser requisitos más objetivos los que inclinaran la balanza para obtener el puesto de trabajo; por tanto, malvenida sea la medida. Y en el tercer asunto, de gran complejidad, conviene hilar bien fino, pero teniendo en cuenta, en todo caso, que los enfermos mentales peligrosos no pueden andar sueltos, salvo que hayan sido curados de su enfermedad y, desgraciadamente, muchas de ellas son incurables; baste fijarse en la serie de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, en muchos casos, sujetos enfermos cuyos síntomas se conocen en el entorno familiar, pero hasta que no se convierten en homicidas nada o casi nada se hace para evitar tan trágico desenlace. Y como esta tipología de enfermos mentales, otras tantas que sería prolijo citar aquí. Alguna medida, por tanto, habrá que tomar.
            Por lo demás, mientras el FMI alerta sobre la débil economía de la UE a causa de la escasa demanda interna y la baja inflación, en Venezuela la situación se agrava por momentos en tanto que la represión se acrecienta. Asuntos preocupantes, como el referido en Ucrania, que se añaden al preocupante ascenso de la extrema derecha en Europa. En Hungría, mientras el populista Orban revalida su inmenso poder al superar el 44% de votos en las legislativas de ayer, la coalición de izquierdas aguanta como segunda fuerza como puede, en tanto que la ultraderecha se coloca como tercera fuerza “in crescendo”.            

                                               Jorge Cremades Sena

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