sábado, 17 de enero de 2015

EL “CASO GÜRTEL” EN PRIMER PLANO

                        En efecto, después de varios años en fase de instrucción parece que, por fin, el famoso “caso Gürtel”, la trama de corrupción por excelencia en los aledaños del PP, está casi llegando a la meta final. Las fiscales, en un escrito que algunos consideran duro y contundente, reclaman nada menos que unos 800 años de cárcel para 41 procesados, entre los que destaca, obviamente los 125 años solicitados para Francisco Correa, cerebro de la trama, y los 42 para Bárcenas, además, no ya tanto por la cantidad de años sino por el interés político de sus personajes, de los 8 años solicitados para Sanchis y los 3 para Lapuerta. Asimismo, no como imputados sino por haberse lucrado en beneficio propio, solicitan que el PP devuelva 245.900 euros y la ex ministra Ana Mato 28.000 euros, que, presuntamente, les llegaron procedentes de la trama, considerándolos por tanto como “partícipes de la trama a título lucrativo”. Algunos califican dichas peticiones de penas como “ejemplarizantes”, cuando lo importante es que sean justas. ¡Lástima que no se pueda aplicar con efectos retroactivos las nuevas medidas penales adoptadas en el Código, entre ellas, la vinculación de las penas carcelarias con la devolución del dinero malversado o directamente robado por semejantes delincuentes! Para casi la totalidad del común de los mortales, eso sería lo justo, pero hasta en eso, como dice el refrán, todos los pillos tienen suerte. Asimismo solicitan que Esperanza Aguirre declare como testigo y ella ya ha dicho que no tendrá ningún inconveniente en hacerlo. Entretanto y de momento, la cúpula del PP guarda silencio. No es plato de buen gusto que, en pleno año electoral, el partido del gobierno, como sucedería a cualquier otro (a los que le llegará su turno), adquiera relevancia mediática por temas de corrupción, por más que ésta se produjera hace ya bastantes años. Se trata en definitiva de saldar cuentas con la Justicia que es lo importante e imprescindible en cualquier Estado de Derecho. Y que cada palo aguante su vela. De momento, al PP le toca aguantar la suya.
            Y, mientras Filipinas trata de esconder al Papa sus niños sin hogar (nadie quiere exhibir sus miserias), en España algunos se alegran de que no se encuentren fuentes de riqueza. En efecto, como Repsol no cree rentables las reservas de gas encontradas en Canarias y no encuentra petróleo, desestimando proseguir con las perforaciones en el futuro, el presidente Rivero, que anteriormente no hacía ascos al proyecto pero ahora sí, vende como un “éxito de los canarios” el asunto.
Entretanto muere Bolinaga, el etarra carcelero de Ortega Lara y de otra serie de fechorías, que fue excarcelado hace 856 días por razones humanitarias al detectársele un cáncer terminal. Había solicitado tratamiento sicológico para afrontar su muerte, pero llegó a ella sin pedir perdón a sus víctimas… ¡allá él! De un lado, algunas víctimas, que se sienten ultrajadas por todo lo acaecido con Bolinaga, consideran muy injusto que tan indeseable personaje haya disfrutado de esta inmerecida libertad en estos últimos tiempos; de otro lado, mientras las calles de Arrasate se llenan de esquelas, Sortu prepara con la familia del etarra fallecido los funerales y cientos de personas le rinden un homenaje… Al final, mejor quedarnos con las palabras que acaba de pronunciar Ortega Lara, a quien, sin duda, le hubiera dejado morir en el zulo que custodiaba si no hubiera sido rescatado por las fuerzas de seguridad… ha dicho escuetamente: “Se murió, punto final; que descanse en paz”.
Y mientras el euro cae a su más baja cotización frente al dólar en más de una década, entre otras cuestiones, por el efecto de la apuesta por la compra de deuda por el BCE, en Europa se combate la yihad con redadas masiva, en tanto que en varios países musulmanes se suceden violentas protestas contra las viñetas satíricas. Al final, una treintena de detenidos en distintas operaciones policiales en Francia, Bélgica, Alemania y Bulgaria, en tanto que decenas de colegios de Francia manifiestan que no son “Charlie”, desmarcándose de alguna forma del casi unánime slogan del ya famoso “Je suis Charlie”, son las diferentes formas de entender la libertad de expresión en algunas comunidades. Lástima que los litigios que dichas diferencias puedan provocar no todos estén dispuestos a resolverlos en los tribunales, sino que algunos, dentro de cualquier cultura o religión, prefieren resolverlos mediante una intolerable violencia.

                                                Jorge Cremades Sena

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